El segundo volumen de Tougen Anki: La leyenda de la sangre maldita, publicado por Distrito Manga, confirma que la obra de Yura Urushibara no es solo una nueva propuesta shônen: es una de las series más intensas, viscerales y sorprendentes de la actual línea juvenil. Con 376 páginas en formato tapa blanda con sobrecubierta (132 x 181 mm), este manga continúa la historia de Shiki Ichinose, un joven marcado por una herencia que lo coloca en el centro de una guerra ancestral entre Oni y cazademonios Momotarô.
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Si el primer volumen presentó el universo, las reglas y el conflicto central, Tougen Anki vol. 2 pisa a fondo el acelerador y multiplica la escala de la acción, el drama y la brutalidad. Aquí la sangre Oni no es solo un recurso visual o un poder llamativo: es un elemento narrativo esencial que define quién vive, quién muere y quién debe cargar con el peso de su linaje.
El despertar de la sangre Oni: Shiki cruza el umbral
El eje narrativo del volumen se centra en la prueba impuesta por Mudano, uno de los personajes más carismáticos y enigmáticos de la facción Oni. Este entrenamiento es más que un examen: es un choque frontal con la propia identidad de Shiki. Para sobrevivir, debe dominar un poder que lo aterroriza, un poder que amenaza con desbordarlo.
La evolución del protagonista es intensa, física y emocional. Shiki, que en el primer tomo todavía actuaba movido por el trauma y el deseo de venganza, empieza aquí a comprender la magnitud de ser un Oni. Su sangre no es solo una maldición: es una herramienta que debe aprender a controlar para proteger aquello que le queda.
La batalla interna se vuelve tan importante como la externa. El manga transmite esa tensión mediante paneles llenos de impacto, explosiones de sangre estilizada y una puesta en escena que mezcla horror y belleza de manera magistral. El estilo de Urushibara brilla especialmente en las escenas donde Shiki está a punto de romperse… o de despertar algo mucho más oscuro.
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El ataque en Kioto: los Momotarô muestran su verdadero rostro
Cuando Shiki está a punto de superar la prueba, un mensaje de auxilio lo interrumpe: la subdivisión Oni de Kioto está siendo atacada por el clan Momotarô. Este giro repentino transforma el volumen en un campo de batalla a gran escala.
Kioto se convierte en un infierno: edificios destruidos, familias Oni perseguidas y una violencia desatada que deja claro que la guerra ya no es encubierta. Los Momotarô no actúan como protectores de la humanidad, sino como fanáticos capaces de exterminar a cualquiera que no encaje en su lógica de poder.
Este segundo volumen ahonda en la crueldad de este clan, mostrando estrategias inhumanas, criaturas híbridas y técnicas diseñadas específicamente para aplastar a los Oni. La acción es rápida, salvaje y constante, reforzando la idea de que la historia ha entrado en una fase sin retorno.
Anakin del primer volumen dejó claro que los secundarios podían brillar; aquí pasa lo mismo con Mudano, Kyouya y los miembros de la subdivisión Oni, todos empujados al límite frente a enemigos que no dejan espacio para el descanso ni la tregua.
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Una niña en medio del caos: la humanidad ocultada entre sangre y venganza
El drama alcanza su punto más emocional cuando aparece una niña, Mei, cuyos padres han muerto durante el ataque. Este detalle, lejos de ser un recurso melodramático, subraya la crueldad de la guerra y la vulnerabilidad de los Oni que no pueden defenderse.
Shiki, armado de poder pero falto de respuestas, intenta consolarla. Aquí el manga demuestra que no vive solo de acción: también sabe detenerse en pequeños instantes de humanidad que dan sentido a la lucha. Esta breve relación con Mei aporta luz en medio de un tomo dominado por la oscuridad, recordando que Shiki no pelea solo por venganza, sino por proteger aquello que aún puede salvar.
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Los Momotarô desatan su arma más macabra
Uno de los elementos más impactantes de este volumen es la aparición de una técnica Momotarô capaz de manipular cadáveres mediante bacterias. La escena en la que los padres de Mei son reanimados es uno de los momentos más duros del tomo, un recordatorio cruel de que la guerra entre Oni y Momotarô está lejos de ser un enfrentamiento honorable.
La manipulación de cuerpos y la introducción de criaturas híbridas, como Aguri —una monstruosidad animal creada para arrasar todo a su paso— convierten este tomo en una mezcla perfecta de acción shônen con terror corporal. El lector siente la desesperación de los personajes atrapados en un combate que, literalmente, no da respiro.
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Un choque desesperado en Kioto: sangre, sacrificio y estrategias
Mientras los ataques se intensifican, los Oni intentan organizarse. Destaca el papel de Kyouya Oiranzaka, capitán de la unidad de apoyo de Kioto, que utiliza habilidades de curación basadas en sangre Oni para salvar vidas a contrarreloj. El manga muestra aquí una faceta más técnica del mundo Oni: sus poderes pueden sanar, pero también tienen límites, algo que añade tensión al combate.
Por otra parte, Yomogi, una agente Momotarô, introduce la habilidad de crear espacios cerrados manipulando bacterias, encerrando a Mudano y otros Oni en un enfrentamiento sin salida. Esta combinación de técnicas ofensivas y estratégicas vuelve el campo de batalla impredecible y peligroso.
El volumen no se detiene: cada capítulo introduce nuevos enemigos, nuevas habilidades y nuevas pérdidas. Shiki y sus compañeros se ven obligados a adaptarse sobre la marcha, sabiendo que un error puede significar su exterminio.
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Nueva generación Oni: personajes secundarios que reclaman atención
Además de Shiki, el volumen dedica espacio a personajes como Jin Kougasaki, Kuina Sazanami y Rokuro Kiriyama, cada uno aportando capas adicionales al conflicto. Kuina, con su obsesión protectora, y Rokuro, con su fragilidad extrema, aportan momentos que combinan humor, violencia y tensión psicológica.
Aunque algunos de ellos aún no están pulidos del todo, sus apariciones preparan el terreno para una expansión del reparto en tomos futuros, mostrando que Tougen Anki tiene intención de construir un elenco de personajes variado y lleno de contrastes.
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Conclusión: un segundo volumen contundente, oscuro y absolutamente adictivo
Tougen Anki vol. 2, editado por Distrito Manga, es una lectura frenética que eleva todo lo que hizo atractivo al primer volumen. Más acción, más sangre, más tragedia y una narrativa que no teme mostrar las consecuencias brutales de la guerra. Yura Urushibara demuestra aquí un control absoluto del ritmo y de las emociones, llevando a sus personajes al límite en un tomo que sienta las bases de lo que promete ser una batalla épica a largo plazo.
Shiki emerge más fuerte, más consciente de su destino y más decidido a aceptar su lugar en el mundo Oni, incluso si ese camino implica sangre, pérdida y sacrificio. Este volumen lo redefine como protagonista y deja claro que la serie apenas está comenzando a mostrar su verdadero potencial.