Inició su publicación en Japón en la revista Jump Square de Shueisha el 3 de septiembre de 2012, y hasta la fecha ha recopilado un total de 35 tankoubons.
Con Seraph of the End 26, publicado en España por Norma Editorial, la serie de Takaya Kagami (guion), Yamato Yamamoto (dibujo) y Daisuke Furuya (storyboard) se adentra en una fase decisiva donde los vínculos entre los personajes pesan tanto como las batallas apocalípticas. Este nuevo volumen, en formato rústica con sobrecubierta, tamaño 11,5 x 17,5 cm y con 180 páginas en blanco y negro más 4 a color, continúa la escalada de tensión que la obra lleva construyendo desde hace varios tomos, empujando a sus protagonistas a tomar decisiones irreversibles.
Bajo el título original japonés Owari no Seraph (終わりのセラフ), este manga shônen de fantasía oscura y vampiros sigue avanzando en Japón con más de veinticinco volúmenes, mientras que en España Norma Editorial mantiene una edición cuidada y estable. A ello se suma la popularidad del anime producido por Wit Studio, que ayudó a consolidar la serie en el imaginario de los fans de la acción apocalíptica. En este contexto, Seraph of the End 26 llega como una pieza clave en la evolución de la historia, centrada en un giro brutal para Mikaela y en el papel del resto del escuadrón en la batalla contra Shikama Dôji.
Mikaela elige convertirse en demonio: amor, sacrificio y condena
El eje emocional del volumen está resumido en la frase que preside la sinopsis: Mikaela decide convertirse en un demonio. No se trata de un simple power-up ni de un recurso espectacular más: es la culminación de un proceso que lleva construyéndose desde los primeros capítulos, donde el vínculo entre Yûichirô Hyakuya y Mikaela ha sido el motor de la trama.
Después de acceder al pasado de Yûichirô, de ver sus recuerdos y comprender hasta qué punto ha sufrido, Mikaela toma la decisión de abrazar la oscuridad para poder salvarlo. La obra explora este paso no como un gesto heroico y limpio, sino como una decisión dolorosa, llena de miedo y de rabia. El manga sabe jugar muy bien con la ambigüedad: ¿es un sacrificio altruista, una huida desesperada o una forma de aferrarse a una relación que ya ha cruzado demasiadas líneas?
En Seraph of the End 26, la conversión de Mikaela en demonio se presenta como un pacto con el abismo. Sus dilemas internos, su lucha contra el propio instinto y la forma en que su humanidad se mezcla con el poder demoníaco refuerzan la sensación de que este volumen marca un antes y un después para el personaje.
Shikama Dôji: una amenaza que no da tregua
Mientras Mikaela se enfrenta a su destino, el enemigo no se detiene. Shikama Dôji continúa atacando sin descanso, convirtiéndose en una presencia casi omnipresente que eclipsa al resto de amenazas. Lo interesante de este volumen es cómo se equilibra la acción pura con el conflicto emocional: los combates contra Shikama Dôji no son solo espectaculares a nivel visual, sino que están completamente cargados de significado.
Cada embate contra esta entidad es también un choque contra aquello que los protagonistas temen perder: su humanidad, sus recuerdos, su capacidad de decidir quiénes son. El manga refuerza la idea de que el verdadero campo de batalla no es solo el físico, sino el interior de cada personaje. La desesperación de Yûichirô por no perder a Mika, el miedo del escuadrón a ser devorado por fuerzas que no comprenden y la propia voluntad de Shikama de romperlo todo generan una atmósfera asfixiante que hace que la lectura de Seraph of the End 26 sea intensa de principio a fin.
La “familia” de Yûichirô: un escuadrón que ya no es solo un equipo
Uno de los grandes aciertos de este volumen es el papel de Kimizuki, Yoichi, Shinoa y el resto del grupo, que entran de lleno en la batalla para salvar a Yûichirô y Mikaela. Lo que podría haberse quedado en el típico apoyo secundario se convierte en una declaración de intenciones: ellos no son meros aliados, son una familia elegida.
En Seraph of the End 26, esta idea de familia encontrada se refuerza en cada intervención. Kimizuki y Yoichi ya no luchan solo porque es su misión, sino porque se niegan a aceptar que Yûichirô pierda a la persona más importante para él. Sus ataques, decisiones y sacrificios tienen un peso emocional igual o mayor que las técnicas espectaculares que despliegan. La serie recuerda constantemente que, en medio del caos apocalíptico, el verdadero ancla de los personajes es el lazo que han construido entre ellos.
Este volumen también aprovecha para mostrar las fisuras, dudas y temores del grupo. No son héroes perfectos, sino supervivientes que cargan con culpas pasadas y con la incertidumbre de no saber si realmente están salvando el mundo o empujándolo más al desastre.
Tensión apocalíptica y ritmo frenético en plena recta final
Desde sus primeros capítulos, Seraph of the End se ha definido por su combinación de acción, drama y un universo apocalíptico plagado de vampiros, experimentos y conspiraciones. En este punto de la historia, el manga deja claro que se encuentra en la recta final: el ritmo de Seraph of the End 26 es vertiginoso, con muy pocos momentos de pausa, pero sin perder de vista el desarrollo de los personajes.
La estructura del volumen alterna escenas de combate intensas con momentos de introspección que permiten respirar justo lo suficiente para que el siguiente golpe emocional duela más. La decisión de Mikaela, el conflicto interno de Yûichirô, la insistencia de la “familia” en luchar hasta el final y la brutalidad de Shikama Dôji construyen una escalada dramática que no se siente gratuita, sino consecuencia directa de todo lo que ha venido antes.
Para quienes siguen la serie desde hace años, este volumen tiene la sensación de un punto de no retorno: a partir de aquí, es evidente que la historia se dirige hacia un final donde no habrá victorias sin sacrificios.
El arte de Yamato Yamamoto: demonios, emociones y destrucción
Visualmente, Seraph of the End 26 mantiene el alto nivel habitual de la serie. El diseño de los demonios, la representación de los poderes sobrenaturales y el impacto de los ataques de Shikama Dôji se plasman con un trazo dinámico, lleno de líneas de impacto y composiciones que transmiten caos sin perder claridad.
Las páginas a color del inicio, así como los momentos clave del volumen, refuerzan la magnitud de la transformación de Mikaela y la intensidad de la batalla. El contraste entre escenas de destrucción masiva y primeros planos cargados de emoción es uno de los puntos fuertes del dibujo de Yamato Yamamoto, capaz de pasar de lo espectacular a lo íntimo en cuestión de viñetas.
Los rostros de los personajes, especialmente los de Yûichirô y Mikaela, reflejan a la perfección el conflicto interior que atraviesan: miedo, rabia, determinación y amor se mezclan en miradas que dicen tanto como los diálogos.
Conclusión: un volumen imprescindible para los seguidores de Seraph of the End
Seraph of the End 26 es un volumen clave dentro de la serie. La decisión de Mikaela de convertirse en demonio, la ferocidad de Shikama Dôji y la implicación total de Kimizuki, Yoichi y el resto del escuadrón elevan la historia a un nuevo nivel de intensidad. Es el tipo de entrega que no solo hace avanzar la trama, sino que redefine a sus personajes y marca un antes y un después en su evolución.
Norma Editorial ofrece, una vez más, una edición que respeta el material original y permite disfrutar al máximo de este manga apocalíptico de acción y drama, que combina vampiros, experimentos y destino trágico con una potencia emocional difícil de igualar. Para los lectores que han acompañado a Yûichirô y Mikaela desde el principio, Seraph of the End 26 es simplemente ineludible.
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