Reseña de El Almanaque de mi Padre (Chichi no Koyomi) de Jirō Taniguchi, ed. Trazado, Planeta Cómic.
La obra de Jirō Taniguchi, quién desgraciadamente nos abandonó en 2017, es simplemente preciosa. Quizá esta sea una manera demasiado obvia de abordar este artículo, pero aquellos que alguna vez hayan leído alguno de sus mangas, habrán sentido esa extraña calidez melancólica que te embarga cuando los estas disfrutando.
Este es el caso de El Almanaque de mi Padre (Chichi no Koyomi 父の暦), un manga que Planeta deAgostini publicó por primera vez en España en 2002 bajo el sello Biblioteca Pachinko en tres volúmenes, y que ahora nos llega en un precioso cartoné de lujo de 15x22 cm. bajo su sello Trazado, a lo largo de 272 páginas en blanco y negro integradas y a color (1/1 y 4/4) que captan el arte de Taniguchi como se merece. Y todo por supuesto, con la maravillosa traducción de Daruma.
El Almanaque de mi Padre fue publicado por la editorial Shogakukan en 1994, y está basada según afirmó el propio autor en algunas experiencias personales a través de las cuales refleja la transformación de Japón durante la posguerra a través de la historia de una familia local. La obra obtuvo el Premio Ecuménico en el Festival d'Angoulême (Francia) de 2001.
De alguna manera al leer El Almanaque de mi Padre es inevitable que nos venga a la cabeza su otra obra Barrio Lejano. Los puntos en común son bastante notables, pero si tenemos en cuenta que esta otra obra se produjo cuatro años después se puede notar que se trata de una evolución de lo que hoy tenemos entre manos, mostrándose más atrevido (viajes en el tiempo incluidos).
La historia nos narra la experiencia de Yōichi Yamashita, un asalariado de mediana edad que vive en Tokio con su esposa. Cuando su padre muere debe regresar a Tottori, su ciudad natal, por primera vez en 15 años para asistir al funeral, un evento con el cual no se encuentra nada cómodo debido al distanciamiento que existe entre él y su ahora fallecida figura paterna.
Tras haber evitado volver a Tottori poniendo como excusa su trabajo durante todos estos años, finalmente cede a la presión de su esposa y se presenta en el velatorio, dónde se reencuentra con su tío, su hermana mayor y algunos otros viejos conocidos de su padre
A través de los relatos de estas personas, Yōichi conocerá algunas facetas de su padre que le eran totalmente ajenas, y que darán pie a reformular por completo algunas escenas que le había vivido durant su propia infancia y que fue mellando su relación.
Jirō Taniguchi nos muestra los eventos del pasado a modo de flashbacks ocupando con ellos la mayoría de su relato. Sin embargo, el presente cumple una función mayor que la de encuadrar este pasado, ya que la historia va del pasado al presente y viceversa indistintamente, hilvanándose en algo mucho mayor. El capítulo más sorprendentemente estructurado es aquel en el que Yōichi, de siete años, huye de casa hacia su tío en busca de su madre, y a continuación el Yōichi adulto comienza a contar este episodio de su vida 130 páginas después, ofreciéndonos distintos puntos de vista por parte del resto de personajes entre medio, para que podamos enfrentar el momento con todas versiones en nuestros dedos.
Con estos flashbacks y las historias de sus familiares y conocidos, Taniguchi nos alterna entre la versión subjetiva del protagonista, que muestra los eventos de la infancia tal como los recuerda, y la de los adultos que le rodeaban en aquel entonces, cambiando por completo su versión de los hechos y convirtiendo sus infantiles recuerdos en algo cambiante.
Jiro Taniguchi nos muestra una trama de corte costumbrista en la que Yōichi vivirá en un constante descubrimiento de quién fue realmente su padre, una persona que realmente era cariñosa y atenta, pero a la que jamás dio una oportunidad en su vida precisamente por que los dos se parecían demasiado, una historia sobre dos hombres cuyo orgullo provocó que jamás llegaran a conocerse del todo.
Como es habitual en la obra de Taniguchi, nos hayamos ante una novela gráfica de pilares sólidos, dibujo de corte clásico y personajes definidos que, dejando de lado cualquier otro pormenor, logran que la historia gire completamente en torno a ellos, sus sentimientos y sus motivaciones, dejando tras de si toda una serie de dudas que nos dejan con ese sentimiento de pesar y nostalgia del que no podemos desprendernos.