Reseña Saint Seiya The Lost Canvas vol. 4: el Bosque de la Muerte y la caída de Pegaso

Hay volúmenes que funcionan como simple transición dentro de una saga larga, y hay otros que redefinen el tono emocional de toda la obra. El volumen 4 de Saint Seiya The Lost Canvas – Hades Mythology, publicado por Ivrea, pertenece sin ninguna duda al segundo grupo. Tras el impacto devastador que supusieron los sacrificios de Albafica, Asmita y la caída de Aldebarán, Shiori Teshirogi detiene el avance frontal de la Guerra Santa para adentrarse en algo mucho más incómodo: el miedo, la culpa y la tentación de escapar.

Saint Seiya The Lost Canvas vol 4 Ivrea Tenma Manigoldo y el Bosque de la Muerte

Este tomo no es una explosión constante de técnicas ni un desfile de Caballeros Dorados en modo épico. Es, ante todo, un volumen psicológico, cruel y profundamente humano, donde cada personaje es puesto frente a su mayor debilidad. Y lo hace en el escenario perfecto para ello: el Bosque de la Muerte, una extensión literal del Inframundo donde Hades no necesita matar… solo recordarte lo que has perdido.

Tenma de Pegaso: cuando la culpa pesa más que el cosmos

El eje emocional del volumen es, sin discusión, Tenma. La muerte de Aldebarán actúa como detonante definitivo: por primera vez, el Caballero de Pegaso no se siente un héroe en ascenso, sino una carga peligrosa para todos los que lo rodean. Su decisión de abandonar el Santuario no nace de la cobardía, sino de una culpa mal gestionada, de esa idea tan humana de creer que el sacrificio ajeno invalida tu derecho a seguir luchando.

Teshirogi retrata este conflicto con una madurez sobresaliente. Tenma no huye por miedo a morir, sino por miedo a que otros mueran por su culpa. Y esa diferencia lo hace aún más trágico. El castigo de Manigoldo —encerrarlo como a un traidor— no busca humillarlo, sino forzarlo a enfrentarse a su propia debilidad. Lost Canvas nunca ha tratado a Pegaso como un elegido invencible, y aquí queda más claro que nunca: su mayor enemigo no es Hades, sino su corazón.

Saint Seiya The Lost Canvas vol 4 Ivrea Tenma Manigoldo y el Bosque de la MuerteSaint Seiya The Lost Canvas vol 4 Ivrea Tenma Manigoldo y el Bosque de la MuerteSaint Seiya The Lost Canvas vol 4 Ivrea Tenma Manigoldo y el Bosque de la Muerte

Manigoldo de Cáncer: brutalidad como pedagogía

La aparición de Manigoldo de Cáncer marca un cambio de energía inmediato. Grosero, despiadado y absolutamente carente de tacto, Manigoldo representa la cara más cruda del Santuario. Para él, la muerte de Aldebarán no es una tragedia divina, sino una consecuencia natural de la guerra. Y ese cinismo lo convierte en el antagonista perfecto para Tenma… y en uno de los personajes más fascinantes del tomo.

Lejos de ser un simple matón, Manigoldo actúa como un verdugo pedagógico: si Pegaso no entiende el significado real de la Guerra Santa, entonces será tratado como lo que es, un soldado que aún no ha aceptado el precio de luchar. Su violencia no es gratuita; es un espejo brutal donde Tenma debe mirarse.

Teshirogi juega con esta ambigüedad de forma magistral. Manigoldo es despreciable… y, al mismo tiempo, terriblemente honesto. En su mundo, huir es morir. Y no hay espacio para sentimentalismos cuando el enemigo es un dios.

Saint Seiya The Lost Canvas vol 4 Ivrea Tenma Manigoldo y el Bosque de la MuerteSaint Seiya The Lost Canvas vol 4 Ivrea Tenma Manigoldo y el Bosque de la Muerte

Yato y Yuzuriha: identidad, legado y elección

Mientras Tenma lidia con la culpa, Yato y Yuzuriha enfrentan pruebas aún más perversas. El Bosque de la Muerte no ataca con fuerza bruta, sino con ilusiones que apelan al deseo más íntimo. En el caso de Yato, la duda sobre su propio valor se materializa en visiones de derrota y abandono. No es un elegido, no es un dorado, no tiene un destino grandioso… y aun así, decide luchar.

Su combate contra el espectro insecto es uno de los momentos más reivindicativos del volumen. Yato vence no por poder, sino por convicción. Unicornio no es un símbolo de grandeza, sino de lealtad, y eso es suficiente para seguir adelante. Teshirogi convierte a_ATTACHMENT de este personaje secundario en un manifiesto sobre el heroísmo cotidiano.

Yuzuriha, por su parte, protagoniza uno de los pasajes más dolorosos de todo Lost Canvas. El enfrentamiento con El Pantano y la aparición de su hermano muerto es una prueba devastadora: elegir entre el amor perdido o la misión que da sentido a tu vida. La tentación de abandonar la guerra para recuperar a quien amas es tan poderosa que la escena se vuelve casi insoportable.

La decisión de Yuzuriha —rechazar la ilusión, aceptar el dolor y seguir luchando— define el espíritu de Lost Canvas mejor que cualquier discurso. Aquí no hay finales felices, solo elecciones que te marcan para siempre.

Saint Seiya The Lost Canvas vol 4 Ivrea Tenma Manigoldo y el Bosque de la MuerteSaint Seiya The Lost Canvas vol 4 Ivrea Tenma Manigoldo y el Bosque de la Muerte

El Bosque de la Muerte: horror emocional en estado puro

Narrativamente, el Bosque de la Muerte es uno de los mejores escenarios creados por Teshirogi. No es un simple campo de batalla, sino un espacio simbólico, donde la muerte no es física, sino emocional. Los niños zombificados que atacan a Tenma, manipulados por Verónica, son una de las imágenes más crueles de la saga.

La decisión de Pegaso de destruir el órgano, aun sabiendo que eso condena definitivamente a las almas de los niños, es uno de los momentos más duros del manga. Tenma entiende, por fin, que no siempre se puede salvar a todos, y que a veces la misericordia consiste en dejar ir. Este punto marca un antes y un después en su madurez como caballero.

Manigoldo vs Verónica: el infierno como campo de batalla

El clímax del volumen llega con la aparición total de Manigoldo y su enfrentamiento contra Verónica, espectro de la estrella celeste. Aquí Teshirogi despliega todo su talento para el combate sobrenatural. La lucha no se libra solo en el plano físico, sino en el umbral entre la vida y la muerte, culminando en el Puente de las Almas.

Las técnicas de Cáncer —Sekishiki Meikaiha y Sekishiki Kisouen— convierten el infierno en un arma. Manigoldo no combate a la muerte: la domina. Su victoria no es limpia ni heroica; es cruel, irónica y profundamente perturbadora. El uso del Ignis Fatuus, llamas alimentadas por almas, es una de las imágenes más oscuras de toda la franquicia Saint Seiya.

Y cuando parece que todo ha terminado, el volumen lanza su último golpe: Thanatos entra en escena.

Saint Seiya The Lost Canvas vol 4 Ivrea Tenma Manigoldo y el Bosque de la Muerte

El anuncio de la tragedia: los dioses descienden

La irrupción de Thanatos eleva la escala del conflicto de forma inmediata. Frente a él, Manigoldo deja de parecer invencible. El tono cambia: ya no estamos ante espectros o pruebas psicológicas, sino ante dioses que juegan con la guerra como si fuera ajedrez.

La aparición final del Patriarca Sage marca el cierre perfecto del tomo: dos supervivientes de la guerra anterior frente al dios de la muerte. El pasado vuelve para ajustar cuentas, y el lector entiende que lo que viene ya no será solo sacrificio… será aniquilación.

Conclusión: el volumen que enseña a perder para poder seguir

El volumen 4 de Saint Seiya The Lost Canvas – Hades Mythology es una obra clave dentro de la saga. No destaca por el número de combates, sino por su densidad emocional, por cómo obliga a sus protagonistas a enfrentar aquello que más duele. Teshirogi demuestra aquí que Lost Canvas no es una repetición de Saint Seiya, sino su versión más adulta y despiadada.

Ivrea vuelve a ofrecer una edición sólida, respetuosa y muy bien traducida, que permite disfrutar de un tomo fundamental para entender la evolución de Tenma, el peso real de la Guerra Santa y la amenaza que representan los dioses gemelos.

Un volumen oscuro, cruel y necesario. De los que no buscan gustar, sino dejar cicatriz.