Reseña de Así habló Rohan Kishibe vol. 3 – El terror cotidiano según Hirohiko Araki

El tercer volumen de Así habló Rohan Kishibe, publicado por Ivrea, vuelve a recordarnos por qué Hirohiko Araki es un creador único en el panorama del manga. Lo que comenzó como un spin-off de JoJo’s Bizarre Adventure: Diamond is Unbreakable se ha consolidado con los años como una colección de relatos de terror psicológico y fantástico protagonizados por el excéntrico mangaka Rohan Kishibe, alter ego y espejo del propio autor. Este tomo reúne tres nuevas historias —Hot Summer Martha, Dripping y Bruschetta— que profundizan en los miedos más contemporáneos: la soledad, la culpa, la alienación y el límite entre el arte y la locura.

Así habló Rohan Kishibe vol. 3 – Araki desata el horror más humano en su obra más introspectiva.
El regreso de Rohan: del confinamiento al abismo sobrenatural

Hot Summer Martha inaugura el volumen con una de las tramas más inquietantes y personales de toda la serie. Araki sitúa a Rohan en pleno verano de 2021, encerrado en su casa por la pandemia, frustrado por las restricciones y por la imposibilidad de realizar trabajo de campo para sus mangas. En ese contexto de aislamiento y ansiedad, el artista encuentra un árbol milenario que oculta un santuario y un espejo maldito. De esa curiosidad nace su condena: al mirar dentro del tronco, libera a su reflejo oscuro, Yabubako-Hoshi, que roba tres meses de su vida y lo sustituye en el mundo real.

Así habló Rohan Kishibe vol. 3 – Araki desata el horror más humano en su obra más introspectiva.Así habló Rohan Kishibe vol. 3 – Araki desata el horror más humano en su obra más introspectiva.

Lo que sigue es una pesadilla temporal donde Rohan descubre que su doble ha tomado su lugar, ha manipulado a sus conocidos e incluso ha mantenido una relación con una fan obsesiva que afirma estar embarazada de él. La historia, que mezcla elementos del folclore japonés con el horror psicológico, explora los límites de la identidad y el precio del talento. Araki aprovecha el confinamiento y la soledad del artista para hablar de la fragilidad de la mente creativa, de cómo el aislamiento puede abrir grietas por donde se cuelan los monstruos interiores.

El tono, aunque sobrenatural, es profundamente humano. Rohan no se enfrenta a un enemigo físico, sino a sí mismo: a su reflejo narcisista, al lado oscuro que surge cuando el ego del creador se desborda. Hot Summer Martha no solo destaca por su atmósfera opresiva y sus giros grotescos, sino también por su retrato del miedo contemporáneo: la pérdida de control sobre el tiempo, la soledad y la despersonalización en una era marcada por el encierro y la paranoia.

Así habló Rohan Kishibe vol. 3 – Araki desata el horror más humano en su obra más introspectiva.

Dripping: el arte, la culpa y la destrucción

El segundo episodio, Dripping, nos traslada a una carretera solitaria, donde Rohan se ve involucrado en un accidente junto a una mujer adúltera y un eco-terrorista decidido a inmolarse por el planeta. Lo que en principio parece un relato de suspense se convierte en una reflexión feroz sobre la moral, la verdad y la responsabilidad del artista frente a la realidad.

El título hace referencia a una técnica pictórica, la “dripping painting”, similar a la de Jackson Pollock, pero Araki le da un giro siniestro: cada gota de tinta y cada mancha de pintura reflejan la ambigüedad de las decisiones humanas. A través de un montaje visual que alterna caos y precisión, el autor construye una historia cargada de tensión, donde Rohan debe elegir entre documentar la verdad —como artista— o intervenir para evitar una tragedia.

En Dripping, Araki abandona por momentos el tono sobrenatural para adentrarse en un thriller psicológico con trasfondo social, donde el fanatismo ecológico y la desinformación sirven como espejo de los dilemas éticos del presente. El uso del Stand Heaven’s Door vuelve a ser un recurso narrativo brillante: la capacidad de Rohan para leer y escribir en las personas simboliza el poder del autor sobre sus personajes, pero también la carga de su responsabilidad moral. El propio Araki se cuestiona, a través de su alter ego, si el arte puede realmente cambiar el mundo o si solo sirve para reflejarlo mientras este se derrumba.

El resultado es uno de los capítulos más densos y cinematográficos de la serie, con un tempo narrativo milimétrico y un clímax angustiante que mezcla acción, crítica social y horror existencial.

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Bruschetta: el eco del miedo y la evolución de la especie

El tercer relato, Bruschetta, demuestra una vez más que Araki no teme reinventarse. Situado en un escenario exótico —la isla de Hawái—, presenta a un Rohan relajado, de vacaciones y aparentemente desconectado del caos habitual. Sin embargo, la calma se rompe cuando comienza a percibir ecos y repeticiones de los sonidos a su alrededor, hasta el punto de que todo el entorno —el viento, los pasos, su propia respiración— empieza a amplificarse de forma insoportable.

Lo que comienza como una molestia acústica se transforma pronto en una pesadilla biológica: Rohan descubre que unas polillas carnívoras han desarrollado un polvo capaz de alterar el sistema auditivo humano, convirtiendo a sus víctimas en radares vivientes para cazar caracoles. La mezcla entre terror corporal, ciencia ficción evolutiva y humor absurdo alcanza aquí su máxima expresión. Araki combina elementos de The Fly con su fascinación por la biología, la evolución darwiniana y la idea de que la naturaleza siempre encuentra una forma de adaptarse… incluso a costa del ser humano.

El tono visual de Bruschetta es deslumbrante: el contraste entre el paraíso tropical y la creciente claustrofobia sonora genera una tensión única. El propio título, que alude a un simple plato de cocina italiana, es una ironía deliciosa: el acto de preparar una bruschetta —cortar, untar, mezclar texturas— refleja el método de Araki, quien disecciona lo cotidiano hasta hacerlo monstruoso.

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Araki y el terror de lo cotidiano

Lo que une a estos tres relatos no es solo su protagonista, sino la visión del mundo que Araki proyecta a través de él. En cada historia, el horror nace de lo más común: una casa, una carretera, una comida. Rohan Kishibe se convierte en un explorador de lo invisible, en alguien que observa los pequeños desequilibrios que separan lo racional de lo imposible.

El autor aprovecha el formato one-shot para experimentar con distintos registros —terror, suspense, ciencia ficción, sátira social—, pero siempre bajo una misma idea: el arte como herramienta de comprensión del caos. Cada historia es una metáfora sobre el poder (y el peligro) de mirar demasiado de cerca la realidad.

El dibujo de Araki alcanza en este volumen un nivel de refinamiento casi escultórico. Los rostros son más expresivos que nunca, los cuerpos se mueven con una elegancia inquietante y los encuadres se asemejan a composiciones pictóricas. Hay un equilibrio perfecto entre dinamismo y quietud, entre la belleza y lo grotesco. Las escenas de Hot Summer Martha o Bruschetta —con sus juegos de espejos, reflejos y luces— demuestran por qué el estilo de Araki sigue siendo inconfundible tras más de tres décadas de carrera.

Conclusión: el artista frente a sus propios demonios

Así habló Rohan Kishibe vol. 3 no es solo una nueva entrega de un spin-off: es una declaración de principios. A través de Rohan, Araki examina su propio papel como creador y la delgada línea que separa la inspiración de la obsesión. Cada historia funciona como un espejo deformante que nos devuelve nuestra propia imagen, envuelta en los miedos del siglo XXI: el aislamiento, la culpa ecológica, la deshumanización tecnológica.

Ivrea vuelve a ofrecernos una edición impecable en formato B6, manteniendo la calidad visual y el diseño de la edición japonesa. Este tercer tomo confirma que Así habló Rohan Kishibe no solo amplía el universo de JoJo’s Bizarre Adventure, sino que se sostiene por sí mismo como una de las obras más sofisticadas y autorreferenciales de Araki, donde el terror no proviene de los Stands, sino del propio ser humano.