Teenage Mutant Ninja Turtles – Las Aventuras Animadas vol. 1: el regreso de los héroes del sábado por la mañana
El olor a pizza caliente, los neones ochenteros y una televisión encendida a primera hora de la mañana. Para toda una generación, esa era la señal de que había llegado el momento de gritar ¡Cowabunga! y dejarse llevar por la fiebre verde que cambió la cultura pop para siempre. Cuatro décadas después, Moztros recupera ese espíritu con Teenage Mutant Ninja Turtles – Las Aventuras Animadas vol. 1, una serie que traslada a viñetas el encanto inconfundible de la serie animada de 1987, ofreciendo cuatro historias inéditas que funcionan como episodios perdidos de aquel universo televisivo.
Escrito por Erik Burnham y dibujado por Tim Lattie, este volumen recopila los números 1 al 4 de Teenage Mutant Ninja Turtles: Saturday Morning Adventures, publicados originalmente por IDW Publishing. A lo largo de sus 104 páginas a todo color, los autores logran lo que parecía imposible: capturar el tono, el humor y la estética de aquella serie mítica sin caer en la parodia ni en el simple homenaje.
La primera historia arranca con una sobrecarga eléctrica en el cuartel general de las Tortugas, que los atrapa dentro de un entrenamiento virtual diseñado por Donnie. En un entorno digital lleno de trampas y enemigos, los hermanos deben enfrentarse a versiones simuladas de sus peores villanos. Es un argumento que podría haber sido el de un episodio clásico del sábado por la mañana: ritmo rápido, humor constante y una resolución limpia que devuelve a todo al statu quo.
Burnham no solo imita el tono, sino que entiende su esencia. Cada historia está estructurada como un capítulo independiente de la serie original, con su propio conflicto, moraleja y chiste final. El resultado es tan convincente que es fácil imaginar la música del opening sonando de fondo mientras se pasan las páginas.
Cuatro aventuras con sabor a nostalgia
El tomo incluye cuatro episodios autoconclusivos que tocan todos los elementos reconocibles de la era clásica: la tecnología de Krang, los planes absurdos de Shredder, los experimentos de Baxter Stockman, el caos en las calles de Nueva York y, por supuesto, la eterna rivalidad entre el bien y el mal con una sonrisa de por medio.
En una de las historias más divertidas, un soldado de piedra del ejército de Krang es transformado por error en un apasionado guitarrista de rock. Entre riffs imposibles y una estética glam ochentera, las Tortugas deben decidir si ayudar al nuevo ídolo musical o detenerlo antes de que su “gira mundial” destruya la ciudad. Burnham combina el humor absurdo con pequeños guiños a los tópicos de la época, desde los conciertos multitudinarios hasta las campañas morales de los padres preocupados.
Otro episodio sitúa a Casey Jones en el centro de la acción. Tras adquirir superpoderes gracias a un experimento fallido, el vigilante urbano se convierte en “Supercasey”, un héroe tan entusiasta como peligroso. El conflicto surge cuando las Tortugas descubren que sus nuevos poderes tienen un precio y deben convencerlo de que renuncie a ellos antes de que sea demasiado tarde. Es una historia que combina acción pura con un mensaje sobre responsabilidad, en la mejor tradición del cómic clásico estadounidense.
La última historia destaca por su originalidad visual: Baxter Stockman infecta a Splinter con ratoneros microscópicos, lo que obliga a Donatello a reducir su tamaño para emprender una misión interna dentro del cuerpo de su maestro. Con claros ecos de Viaje alucinante, el episodio se convierte en una espectacular odisea microscópica donde Burnham y Lattie se divierten con los contrastes de escala y los gags visuales.
El arte: entre la animación clásica y el cómic moderno
El dibujo de Tim Lattie y el color de Sarah Myer son, sencillamente, un festín visual. Lejos de limitarse a copiar los diseños originales, Lattie reinterpreta el estilo de la serie con trazos más definidos, fondos detallados y una fluidez narrativa que aprovecha al máximo el formato de cómic. Las expresiones de los personajes, exageradas y teatrales, remiten al humor físico de la animación ochentera, pero con una ejecución más pulida y contemporánea.
Myer aporta un trabajo cromático excepcional: los tonos brillantes y saturados recuerdan la paleta del dibujo animado, pero con matices de iluminación y textura que habrían sido imposibles en televisión. Cada página irradia energía y movimiento; incluso el neón de las alcantarillas parece vibrar al ritmo del “tema principal” que todos llevamos en la cabeza.
El resultado es una obra que logra ser nostálgica sin ser repetitiva. No pretende modernizar a las Tortugas ni convertirlas en una parodia metatextual. Las Aventuras Animadas se siente como un episodio perdido de 1989 que alguien encontró, coloreó y editó con tecnología del siglo XXI.
Un cómic para fans de todas las edades
Uno de los grandes aciertos de este volumen es su capacidad para conectar generaciones. Los lectores que crecieron con la serie de 1987 encontrarán un reencuentro lleno de guiños —desde los chistes con April O’Neil hasta las absurdas invenciones de Krang—, mientras que los nuevos fans descubrirán por qué las Tortugas Ninja se convirtieron en un fenómeno global.
El tono es accesible, divertido y familiar, ideal tanto para lectores jóvenes como para veteranos que quieran revivir su infancia. Burnham escribe con respeto y cariño, sin recurrir al cinismo ni a la ironía moderna. Aquí no hay reinterpretaciones oscuras ni revisionismo: solo cuatro hermanos que luchan contra el mal, bromean entre sí y celebran cada victoria con una porción de pizza.
Conclusión: nostalgia bien entendida
Teenage Mutant Ninja Turtles – Las Aventuras Animadas vol. 1 es, en el mejor sentido, un viaje en el tiempo. Una celebración del optimismo y la energía que definieron los años dorados de los dibujos animados. Moztros continúa así su excelente trabajo recuperando materiales esenciales de la franquicia, brindando a los fans españoles la oportunidad de disfrutar de esta edición cuidada, en formato rústico (17×26 cm) y a todo color.
Sin pretensiones y con toneladas de carisma, esta obra demuestra que la fórmula de las Tortugas Ninja sigue funcionando cuarenta años después. Acción ligera, humor, compañerismo y una estética que se niega a envejecer. Porque mientras existan fans dispuestos a gritar “¡Cowabunga!”, Leonardo, Donatello, Raphael y Michelangelo seguirán patrullando las alcantarillas de nuestro imaginario colectivo.
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