Con Las Fases del Caballero Luna, Marvel y Panini nos invitan a mirar más allá del espejo quebrado de Marc Spector. Este tomo recopilatorio —que reúne los cuatro números de la antología Phases of the Moon Knight— no es una simple extensión de la popular serie de Jed MacKay, sino una exploración coral sobre el mito y el legado del avatar lunar. A lo largo de 136 páginas a todo color, una constelación de autores internacionales (entre ellos Jorge Fornés, Manuel García, Rod Reis o Declan Shalvey) reconstruyen los fragmentos de una figura que, como su propia luna, se reinventa en cada fase.
Entre los relatos que más brillan destaca “Crusader”, escrito por Benjamin Percy y dibujado por Rod Reis. Ambientado en plena Edad Media, presenta a un caballero desilusionado con las Cruzadas que, perdido en el desierto, se topa con un antiguo templo de Khonshu. Allí renuncia a la guerra en nombre de los hombres para abrazar la guerra en nombre de la luna. El resultado es un relato de tono mítico, visualmente poderoso, donde Reis combina la estética templaria con la iconografía clásica del héroe blanco y espectral. La historia culmina en un enfrentamiento con nada menos que Apocalipsis, ofreciendo una reinterpretación medieval del eterno conflicto entre el deber divino y el libre albedrío.
En contraste, “The Once and Future Knight”, de Erica Schultz y Manuel García, se sitúa en un tiempo más cercano y examina la herencia inmediata de Marc Spector. Aquí, el Shroud, un personaje secundario rescatado del pasado marvelita, adopta el manto del Caballero Luna tras la muerte de Spector, transformando su cruzada en una venganza aún más oscura. Schultz imprime un tono trágico y moralmente ambiguo, mientras García brilla con una puesta en página contundente y expresiva. En apenas unas viñetas, el cómic condensa el peso del legado y la tentación de la redención, temas recurrentes en la mitología lunar.
Pero si hay un relato que descoloca por completo las expectativas, ése es “Moon Knight-Chan”, del autor japonés Yuji Kaku. En clave de manga paródico y con estética magical girl, Kaku convierte al avatar de la luna en una heroína adolescente poseída por el espíritu de Khonshu. Es, sin duda, la pieza más rupturista del conjunto: irreverente, autorreferencial y visualmente delirante. Aunque pueda parecer un desvío absurdo, su inclusión demuestra la flexibilidad simbólica del personaje y su potencial para trascender fronteras culturales.
La edición de Panini, cuidada y sólida, refuerza la sensación de estar ante una obra coral que, pese a su fragmentación, respira unidad temática y respeto por la figura creada por Doug Moench y Don Perlin hace ya medio siglo.
En definitiva, Las Fases del Caballero Luna no es solo un homenaje al legado de un antihéroe fascinante; es también una meditación sobre la identidad, la fe y la memoria. Cada historia es un reflejo de cómo los hombres (y las mujeres, y los futuros imposibles) interpretan la voluntad de un dios caprichoso. Algunas lunas iluminan, otras enloquecen; todas, sin embargo, dejan su huella en la oscuridad.
Marvel demuestra así que incluso sus personajes más rotos pueden proyectar nuevas sombras. Y bajo esa luz cambiante, el Caballero Luna —en todas sus fases— sigue siendo el guardián más incierto y, quizá, más humano de todos sus héroes.







