Reseña de Invocando a Saskia – una historia sobre la pérdida, la amistad y los fantasmas que no queremos dejar ir
Publicado por Astronave, sello juvenil de Norma Editorial, Invocando a Saskia es una de esas novelas gráficas que sorprenden por su sensibilidad y su equilibrio entre lo sobrenatural y lo cotidiano. Con guion de John Moore y dibujo de Neetols, esta obra de 192 páginas en formato rústica con solapas (16,3 x 22,5 cm) combina humor, melancolía y ternura en una historia sobre el duelo, la amistad y el aprendizaje emocional en la adolescencia.
Damian, su protagonista, es un chico reservado que vive con su abuelo y que, como muchos adolescentes, intenta pasar desapercibido en el instituto. Su vida da un giro inesperado cuando, tras ahorrar durante meses, logra comprar una flor espiritual, una reliquia mágica que permite invocar el espíritu de los muertos durante un tiempo limitado. Su intención es hablar por última vez con su madre fallecida, contarle cómo ha seguido adelante y cerrar así una herida que nunca cicatrizó del todo. Pero cuando llega el momento de realizar el ritual, algo sale terriblemente mal: en lugar de su madre, invoca a Saskia, el fantasma de una niña traviesa, habladora y absolutamente caótica.
Desde ese instante, Invocando a Saskia se transforma en una comedia sobrenatural con fondo emocional. Saskia no puede regresar al más allá hasta que la flor se marchite, y eso significa que Damian tendrá que convivir con ella varios días. Nadie más puede verla, salvo él y su gato, lo que convierte cada escena cotidiana en una mezcla de absurdo y ternura. Pero bajo la capa de humor, Moore introduce un retrato muy humano sobre la soledad, la necesidad de conexión y la dificultad de aceptar la pérdida.
Mientras tanto, Saskia observa todo desde el margen, irritada porque la han convertido en un rumor escolar. En un giro inteligente, Moore utiliza esa mentira como reflejo del propio duelo: la necesidad de construir una narrativa cómoda para sobrevivir al dolor. Damian no solo oculta la verdad a los demás, también a sí mismo. Y es Saskia, con su insistencia, su torpeza y su inesperada empatía, quien lo obliga a enfrentarse a lo que realmente siente.
Neetols da vida a esta dinámica con un trazo delicado y expresivo, influenciado por el manga, que captura la energía de la protagonista y la vulnerabilidad del protagonista. Las composiciones de página están llenas de aire, con un uso hábil del blanco y negro y pequeñas pinceladas de color que destacan la flor espiritual, elemento central del relato. Esas notas de color funcionan como símbolos de esperanza, marcando los momentos clave de conexión emocional.
Sin embargo, el guionista evita moralizar. La historia no castiga a su protagonista por mentir, sino que lo acompaña en su proceso de aprendizaje. La revelación final no es un castigo, sino un paso hacia la madurez: aprender a aceptar la verdad, con sus imperfecciones.
Cada página tiene un ritmo cinematográfico, con encuadres que enfatizan silencios, miradas y pequeños gestos. En contraste, cuando Saskia irrumpe en escena, las viñetas se vuelven caóticas, como si su energía espiritual desbordara el formato. Esa dualidad entre calma y desorden visual refuerza el tema central: el equilibrio entre el recuerdo del pasado y la aceptación del presente.
Invocando a Saskia logra algo poco habitual: emocionar sin caer en el sentimentalismo, ser divertida sin volverse trivial, y tratar el duelo desde la ternura y no desde la tragedia. Su lectura deja una sensación de calidez, como un abrazo entre vivos y fantasmas que se despiden con una sonrisa.
Con su mezcla de humor, drama y toques sobrenaturales, Invocando a Saskia es una lectura imprescindible de 2025: una obra que habla de fantasmas, pero sobre todo de los vivos, de cómo aprendemos a mirar atrás sin miedo y a dejar ir lo que amamos sin olvidarlo.
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