Norma Editorial nos ofrece la versión física de este webtoon en un perfecto formato rústica de 14,8 x 21 cm, en cuyo interior encontramos entre 200 y 300 páginas a todo color.
Reseña de The Boxer vol. 8 — Entre el humor absurdo y el regreso de las leyendas
El manhwa The Boxer, de Jihun Jung, publicado en España por Norma Editorial, alcanza en su tomo 8 un punto de inflexión narrativo. Tras los intensos y violentos enfrentamientos contra los hermanos Santorino, este volumen propone un cambio de tono sorprendente: combina un combate insólitamente cómico contra Viktor Grigoroyevich con la reaparición de figuras clave del pasado que apuntan hacia el clímax de la serie. Con más de 300 páginas a color y un estilo gráfico que no deja de evolucionar, Jung demuestra que su obra puede oscilar entre la sátira y la tragedia sin perder coherencia ni fuerza dramática.
Jung retrata este combate como una sátira dentro de su propio universo narrativo. Las páginas están llenas de gags visuales, situaciones inverosímiles y chistes recurrentes sobre el pelo mohicano del campeón, su torpeza y la incredulidad de los comentaristas. Es un contraste radical respecto a la crudeza de los tomos anteriores, y sin embargo funciona como un respiro calculado: tras tanta tensión, el lector se encuentra con un episodio que parodia la idea misma de la épica deportiva.
Pero no por ello se diluye la tensión. La presencia de Yu, implacable y silencioso, convierte el combate en una experiencia incómoda: el lector sabe que el campeón artificial tarde o temprano será aplastado, pero la puesta en escena prolonga la incertidumbre. Viktor se convierte en un bufón trágico, un personaje que refleja la fragilidad de un deporte donde, a veces, la gloria depende más del azar que del esfuerzo.
La tensión se traslada entonces a la figura de K, cuya visión calculadora y casi inhumana sigue moldeando a Yu como una máquina perfecta de destrucción. Pero la aparición de J le arruina la puesta en escena de su gran espectáculo final. Este choque de egos y filosofías apunta hacia el verdadero clímax: el combate contra Aaron Tide, último discípulo de J y posiblemente el boxeador más completo del mundo. El tomo 8, en este sentido, funciona como una bisagra: cierra con humor y sátira una etapa, y abre la puerta a la confrontación definitiva entre dos visiones del boxeo.
La introducción de Aaron no solo amplía el panorama narrativo, sino que subraya uno de los grandes temas de The Boxer: la idea de que cada combate es un espejo donde se reflejan no solo las habilidades técnicas, sino también las filosofías de vida. Yu representa la perfección sin emoción; Aaron, en cambio, podría ser la respuesta humana, el boxeador que lucha con todo lo que significa ser vulnerable.
En contraste, la aparición de J y el relato de Aaron devuelven la solemnidad al dibujo. Los rostros se llenan de sombras, los encuadres se vuelven más sobrios y los diálogos recuperan el peso existencial que caracteriza a la serie. Este contraste no solo demuestra la versatilidad del autor, sino que subraya la riqueza tonal de The Boxer: es capaz de pasar de la risa al silencio dramático en apenas unas páginas, sin que el lector pierda la sensación de estar dentro de una obra coherente.
Con este equilibrio entre sátira, comedia y drama, el manhwa confirma su capacidad para sorprender y para seguir explorando las múltiples facetas del boxeo: desde el espectáculo grotesco hasta la grandeza trágica de los verdaderos campeones.

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