Review de El libro fantasma: una fábula luminosa sobre la vida, la muerte y la memoria

El libro fantasma, de la autora Remy Lai, es una de esas raras joyas del cómic contemporáneo que logran conmover tanto a jóvenes como a adultos sin caer en sentimentalismos ni artificios. Publicado en España por Editorial Astronabe, este volumen de 320 páginas en rústica con solapas se presenta como una aventura sobrenatural profundamente humana, una historia que bebe de las leyendas chinas sobre el Mes de los Fantasmas Hambrientos y que, sin embargo, resuena universalmente en su exploración del amor, la pérdida y el sacrificio. 

Lai, autora de Pawcasso, combina con maestría su característico estilo visual —de trazos suaves, expresivos y llenos de movimiento— con una narrativa que evoca el tono onírico y melancólico de Studio Ghibli, haciendo de esta obra una lectura tan emotiva como visualmente deslumbrante.

el-libro-fantasma-remy-lai-astronabe.jpg

el-libro-fantasma-remy-lai-astronabe.jpg
La premisa no podría ser más intrigante: Hace doce años, un niño y una niña vivieron. Uno de ellos tenía que morir. Esa frase, que abre el relato, encierra la esencia de toda la novela gráfica. July Chen, una niña solitaria e introvertida, vive marcada por un don —o una maldición—: puede ver fantasmas. Desde pequeña, su padre le ha prohibido hablar de ello, convencido de que los fantasmas no existen. Pero cuando llega el Mes de los Fantasmas Hambrientos, las puertas del inframundo se abren y los espíritus deambulan entre los vivos, hambrientos de ofrendas… y a veces de almas. En ese caos espiritual, July conoce a William, un niño fantasma que no debería serlo: su cuerpo sigue con vida, pero su espíritu está atrapado entre dos mundos. La conexión entre ambos surge de inmediato, una amistad que se convierte en una carrera contrarreloj para devolver a William a su cuerpo antes de que su alma se desvanezca por completo.

Lai construye este viaje con una sensibilidad que trasciende el género fantástico. Lo que comienza como una aventura sobrenatural termina siendo una historia sobre la identidad, la pertenencia y el valor de recordarse a uno mismo. July, invisibilizada por su entorno —nadie parece recordarla del todo, ni siquiera sus compañeros de clase—, refleja de forma poética el miedo infantil a ser olvidado. Su vínculo con William, en cambio, devuelve la luz a ese vacío: ambos se ven, se reconocen y se salvan mutuamente. Pero a medida que el relato avanza, el lector descubre que su conexión no es casual; que su destino común se selló mucho antes, en un secreto trágico que los une de forma irrevocable.

Uno de los grandes logros de El libro fantasma es su equilibrio entre lo mágico y lo cotidiano. Lai no sólo adapta la mitología china a una sensibilidad moderna, sino que lo hace con respeto y delicadeza. Las referencias al festival de los fantasmas hambrientos —la quema de ofrendas, los dumplings que sirven de vínculo entre vivos y muertos, las puertas que conectan los mundos— no son meros adornos exóticos, sino pilares emocionales de la historia. Todo el universo que construye Remy Lai tiene una lógica espiritual propia, en la que la frontera entre la vida y la muerte es difusa pero profundamente simbólica.

el-libro-fantasma-remy-lai-astronabe.jpgel-libro-fantasma-remy-lai-astronabe.jpg

En términos temáticos, El libro fantasma aborda cuestiones tan profundas como la aceptación de la muerte, la culpa heredada y la idea de que recordar es una forma de amar. July y William son, en última instancia, dos almas que se enseñan mutuamente a enfrentar el miedo: ella, el miedo a perder; él, el miedo a desaparecer. La historia también introduce una crítica sutil al silencio emocional de los adultos —el padre de July, incapaz de hablar de la muerte de su esposa—, contraponiéndolo a la capacidad de los niños para aceptar la magia y el dolor como parte de la misma realidad.

No es casual que muchos críticos hayan comparado El libro fantasma con títulos como Spirited Away o Anya’s Ghost. Lai consigue lo que pocos autores logran en el cómic juvenil contemporáneo: ofrecer una lectura accesible sin renunciar a la complejidad emocional. Su narrativa no trata a los jóvenes lectores con condescendencia, sino con respeto, confiando en su sensibilidad para comprender que el amor y la pérdida son dos caras de la misma moneda.

el-libro-fantasma-remy-lai-astronabe.jpg

El apartado visual merece mención aparte. Lai no necesita un trazo recargado ni un colorido excesivo para generar atmósfera; sus composiciones respiran ritmo, y su uso del color transmite emociones con una precisión admirable. Los tonos azulados y malvas dominan las secuencias del inframundo, mientras que los amarillos y verdes suaves llenan las escenas de la vida cotidiana, creando un contraste sutil entre el calor de lo humano y el frío de lo espectral. La expresividad de sus personajes —los ojos grandes y llenos de ternura, los gestos mínimos que revelan angustia o afecto— convierten cada página en una pequeña obra de arte emocional.

El resultado es un cómic redondo, emotivo, visualmente hermoso y narrativamente impecable. El libro fantasma no busca asustar, sino conmover; no pretende exorcizar el miedo a los fantasmas, sino recordarnos que todos, de algún modo, convivimos con los nuestros. Es una historia sobre cómo dejar ir y, a la vez, sobre cómo permanecer en el recuerdo de quienes amamos. Astronabe acierta de lleno al publicar esta obra en nuestro idioma, ofreciéndonos un relato capaz de enamorar tanto a quienes buscan una lectura mágica como a quienes anhelan una historia que toque el alma.