Hay obras que no se leen: se sienten, se respiran, se viven. Impenetrable, la nueva novela gráfica de Alix Garin, es una de ellas. Publicada por Norma Editorial en una cuidada edición en castellano y catalán, esta obra de 304 páginas se adentra con valentía en un territorio donde pocos cómics han osado entrar: el de la intimidad física y emocional de una mujer joven que decide contar su lucha contra el vaginismo, un trastorno que transforma la experiencia del cuerpo, del deseo y del amor.
Lejos de ofrecer un relato médico o un testimonio trágico, Garin construye una historia profundamente humana, poética y luminosa sobre la reapropiación de uno mismo. En ella se mezcla el dolor y la ternura, la frustración y el humor, la soledad y la esperanza, componiendo una sinfonía emocional que convierte la vulnerabilidad en arte.
Tras meses de confusión y consultas médicas, llega el diagnóstico: vaginismo, una contracción involuntaria de los músculos vaginales que impide o dificulta la penetración. El descubrimiento, lejos de ser un alivio, abre una grieta más profunda. La autora expone con franqueza cómo esa imposibilidad física se convierte en una herida simbólica: la sociedad le recuerda una y otra vez que una mujer “completa” debe ser sexualmente activa, que el amor pasa por el cuerpo, que el deseo debe expresarse en un acto concreto.
Con una sensibilidad extraordinaria, Garin convierte esa presión invisible en imágenes elocuentes: los colores se apagan, las líneas se tensan, los cuerpos se desdibujan. Cada viñeta traduce la sensación de encierro y la imposibilidad de escapar del propio cuerpo. Pero al mismo tiempo, su trazo —fino, expresivo, delicadamente caricaturesco— evita el dramatismo. El resultado es un equilibrio perfecto entre honestidad emocional y elegancia visual.
A lo largo de la obra, Alix recorre un laberinto de consultas médicas, psicoterapias y silencios compartidos. En cada paso se enfrenta no solo a su propia fragilidad, sino a la incomprensión del entorno: médicos que minimizan su problema, familiares que no saben cómo reaccionar, y una sociedad que sigue equiparando el sexo con la normalidad. Pero, en ese trayecto doloroso, también encuentra aliados: personas que la escuchan, terapeutas que entienden, y sobre todo, a un compañero que elige quedarse.
La relación entre Alix y Lucas es uno de los ejes más conmovedores del relato. Garin evita los clichés románticos para mostrar un amor cotidiano, imperfecto, donde la ternura se mezcla con el miedo y la frustración. Lucas no es un héroe ni un mártir, sino un hombre que aprende a acompañar desde el respeto. En sus silencios y gestos mínimos, la autora encuentra una nueva definición de la intimidad: aquella que no se mide en la frecuencia del deseo, sino en la profundidad del afecto.
El simbolismo gráfico se convierte en un recurso narrativo esencial: el fuego como representación del deseo reprimido, las sombras como metáfora del miedo, las líneas discontinuas que traducen la desconexión con el cuerpo. Cada página respira ritmo, alternando silencios y explosiones, planos íntimos y panorámicas urbanas que retratan con precisión el ambiente emocional del relato.
Alix Garin demuestra una madurez sorprendente para su edad —nacida en 1997, apenas tiene veintiocho años— al abordar un tema tan íntimo con tanta claridad y empatía. Su experiencia se transforma en una voz colectiva que rompe el silencio sobre los trastornos sexuales femeninos y, al mismo tiempo, abre un espacio de comprensión. En sus propias palabras: “El vaginismo fue el detonante, pero Impenetrable es sobre todo una historia de amor y de reencuentro con mi propio cuerpo”.
Norma Editorial ofrece una edición impecable que respeta la delicadeza de la obra original. Su formato en cartoné (19,5 x 26 cm) y su impresión en color realzan la sutileza del dibujo y la textura de las acuarelas digitales. Es un libro que se siente como un objeto artístico en sí mismo, pensado para ser leído, contemplado y, sobre todo, sentido.
Alix Garin no busca provocar ni moralizar; su objetivo es humanizar lo invisible. A través de su relato, miles de mujeres —y también hombres— pueden reconocerse en esa sensación de no pertenecer al propio cuerpo, de sentirse “impenetrables” en más de un sentido. Porque su historia habla de sexo, sí, pero también de identidad, autoestima y aceptación.
En un panorama donde el cómic autobiográfico sigue evolucionando hacia la madurez, Impenetrable destaca como una de las obras más honestas, necesarias y emocionalmente potentes de los últimos años. Una lectura que duele, pero que cura.