Girocòmic 2025: el legado de Ibáñez

En el décimo aniversario de Girocòmic tuvieron lugar diversas conferencias sobre cómic, manga, literatura y grandes referentes en el ámbito de las viñetas. Uno de ellos es Francisco Ibáñez. En El llegat de Francisco Ibáñez: el Mestre de la historieta, Jordi Canyissà dialoga con Jacint Casademont sobre el legado que nos ha dejado el recientemente desaparecido Ibáñez. El padre de Mortadelo y Filemón, entre otros, forma parte de la cultura popular de nuestro país. Todo el mundo conoce a los dos agentes de la TIA que han sido adaptados en series de animación y live actions con mejor o peor fortuna. Y, sin embargo, poca gente conoce la obra del maestro, su estilo, su forma de trabajar. Sobre estos y otros puntos, se desarrolla este encuentro con motivo del ensayo Ibáñez: El maestro de la historieta (Jordi Canyissà, Bruguera, Barcelona, 2023).

Girocòmic

Casademont arranca el encuentro preguntando a Canyissà sobre si cree que Ibáñez ha tenido el reconocimiento que se merece. La respuesta es no. Ibáñez es muy conocido por Mortadelo y Filemón, pero por ese motivo no ha recibido el reconocimiento que se merece. Cuando Canyissà se propuso hacer el libro quería incluir en él originales de Ibáñez. Quería como un catálogo de arte para disfrutar de los originales del maestro. Nunca antes se habían publicado originales de Ibáñez. En cambio, en Francia y Estados Unidos se hace con mayor frecuencia. Tras esto, comparte un dato interesante sobre la obra más conocida del maestro. Se trata de los supuestos primeros esbozos de Mortadelo y Filemón. No son originales. En el libro se explica esta cuestión en profundidad. Dichos originales fueron una broma que hubo en los ochenta en una revista. A raíz de la publicación, se corrió la voz de que sí eran originales auténticos.

Jordi Canyissà

A renglón seguido, el moderador recalca en que el reconocimiento de la crítica tampoco existe. Por ello, pregunta que qué destacaría Canyissà de Ibáñez. El periodista lo tiene claro. Declara que por culpa de esta popularidad no se reconoce a Ibáñez como se merece. Con el libro, quiere destacar la faceta de narrador y humorista de Ibáñez. Él es simple, pero brillante en la composición. A su vez, el mítico historietista pone el foco en una viñeta para que nos fijemos en los detalles. Para ilustrar esta afirmación, nos comenta que en una viñeta sale un coche que atropella a una lagartija. Pequeños detalles como este forman parte del estilo de Ibáñez. La composición de las viñetas es mejor que la que se da en los 2000 o en los ochenta. Se reitera en la idea de que Ibáñez sabe explicar muy bien, con sencillez.

Ibáñez el maestro de la historieta
En la siguiente intervención, Casademont resalta la capacidad de Ibáñez ya que sabe muy bien qué mostrar y qué no. Todo esto lo hacía trabajando. El autor de Ibáñez: El maestro de la historieta reitera que Ibáñez era muy básico y muy simple en el guion. Asimismo, destaca que tenía la capacidad de enseñar lo justo. Por ejemplo, en una viñeta sale un coche saliendo de la boca del tren. Para reflejar esto, él solo nos muestra una rueda trasera del coche. Uno de los niños asistentes en la conferencia llevaba un ejemplar del ensayo de Canyissà, se lo deja al periodista y este nos muestra a todos la viñeta en cuestión. Puro arte. Siguiendo con los detalles pequeños en las viñetas del padre de Mortadelo y Filemón, el moderador pregunta que por qué dibujaba ratoncitos. El invitado responde contundentemente que lo hacía para hacernos reír.

Francisco Ibáñez

La siguiente cuestión está conectada con la habilidad de Ibáñez para el humor. Casademont pregunta a Canyissà si él cree que Ibáñez nunca se planteó hacer algo más serio. El periodista responde con un rotundo. Además, añade que la obsesión de Ibáñez era hacernos reír. Sin más. Por eso, ponía ratoncitos en las viñetas, etc. Los disfraces de Mortadelo son también formas de hacernos reír. En el año 69 lo que triunfaba era Astérix el galo con álbumes. A Ibáñez, Vázquez y a otros autores de Bruguera los animaron a intentar hacer lo mismo que con Astérix hasta que vieron que no funcionaba porque se tardaba mucho. Por otro lado, en los años setenta se introdujo la figura de los dibujantes apócrifos que eran los que entintaban. Muchas veces, no se los acreditaba. A Ibáñez, que entintaba sus portadas, tampoco se le acreditaba y, a veces, se borraba la firma de autores como en su caso.

Mortadelo y Filemón

El moderador lanza la reflexión de que como Ibáñez ha vivido varias generaciones, cómo veía el panorama actual con el manga y la televisión compitiendo con el cómic. Canyissà contesta que el historietista no veía ningún tipo de riesgo porque siempre tenía lectores. Relacionado con este hecho, Casademont pregunta si a Ibáñez le gustaban las sesiones de firmas a lo que el periodista le da un sí rotundo. Tras esto, el moderador pregunta qué hacía especial a Ibáñez de otros autores de Bruguera. Canyissà explica que el rasgo distintivo del autor era la capacidad que tenía para hacernos reír. Ibáñez conectó con el público. Él era un gag constante. En suma, Ibáñez estaba en todas partes. Reunía calidad y humor.
Ibáñez. El genio de la historieta