Los lunes suelen ser sinónimo de cansancio, apatía y rutina. Precisamente en ese contexto surge Me pesan los lunes (Getsuyoubi no Tawawa), el manga de Kiseki Himura que Ediciones Babylon ha traído recientemente a España con sus dos primeros tomos. Publicado originalmente por Kodansha y nacido como una serie de ilustraciones que buscaban alegrar el inicio de semana de los lectores, la obra ha evolucionado hasta convertirse en un manga ecchi con tintes de comedia y slice of life, que mezcla situaciones cotidianas con un tono ligero, humorístico y en ocasiones provocador.
La premisa es sencilla, pero efectiva: un asalariado y Ai, una estudiante, coinciden cada lunes en el tren que los lleva a la oficina y a la escuela respectivamente. De esos encuentros aparentemente triviales surgen conversaciones, complicidades y un vínculo inesperado que rompe la monotonía de los viajes semanales. Pero la obra no se limita a esta pareja: a lo largo de los capítulos aparecen otros personajes —compañeras de oficina, amistades, secundarios que entran y salen—, ampliando el abanico de interacciones y mostrando diferentes matices del día a día en un entorno urbano contemporáneo.
Entre el costumbrismo y el ecchi
Uno de los mayores atractivos de Me pesan los lunes es cómo logra situarse en un punto intermedio entre el slice of life clásico y el ecchi más descarado. Himura combina escenas cómicas de trenes abarrotados, cafés de empresa y malentendidos en la oficina con un enfoque constante en la sensualidad de sus protagonistas femeninas. Las bromas relacionadas con el pecho de Ai o con los problemas que enfrentan las chicas con busto voluminoso son un recurso recurrente que, aunque buscan el guiño picante, también reflejan situaciones reales a las que muchas lectoras pueden sentirse identificadas.
En ese sentido, el manga no se limita a ser un desfile de fanservice: introduce momentos de ternura, complicidad y reflexión sobre cómo pequeños gestos cotidianos pueden marcar la diferencia en la vida de alguien. La amistad, la atracción incipiente y la incomodidad de la rutina se mezclan con escenas que oscilan entre lo inocente y lo provocador.
Personajes que encarnan la cotidianidad
Ai es la figura más reconocible del manga. Joven, directa y con un aire ingenuo, su relación con el oficinista que la acompaña en el tren es el núcleo emocional de la obra. El contraste entre su vitalidad juvenil y el cansancio rutinario del asalariado genera una dinámica fresca, donde ambos encuentran en el otro un respiro frente a la monotonía.
Pero Me pesan los lunes no se detiene en ellos. También explora la relación entre un oficinista y su compañera de trabajo, marcada por la timidez, las bromas internas y la tensión silenciosa de los romances de oficina. Estos personajes aportan otro tipo de química, más cercana al mundo adulto, donde las responsabilidades laborales y la etiqueta social condicionan la manera en que se expresan los sentimientos.
Esa variedad de enfoques enriquece la obra, que no se limita a un único hilo narrativo, sino que propone una especie de mosaico de relaciones cruzadas por la rutina.
El arte de Kiseki Himura: sencillez y sensualidad
Visualmente, el estilo de Kiseki Himura es uno de los pilares de la serie. Su trazo, claro y estilizado, transmite una sensación de ligereza que encaja con el tono del manga. Los personajes femeninos están dibujados con un detalle especial en sus expresiones, cuerpos y posturas, buscando siempre un equilibrio entre lo atractivo y lo adorable.
La composición de página es dinámica, con muchos planos cerrados que enfatizan miradas, sonrisas o gestos sutiles. El erotismo se sugiere más que se muestra, y aunque el fanservice es evidente, nunca se siente como un obstáculo para disfrutar de la narración. Himura utiliza el ecchi como catalizador del humor y como recurso para acentuar la cercanía entre los personajes, más que como un simple reclamo visual.
El trasfondo cultural y temático
Un aspecto interesante de Me pesan los lunes es su retrato del “lunes” como metáfora del peso de la rutina moderna. Tanto estudiantes como asalariados reconocen en ese día el inicio de un ciclo agotador, y es justamente en esa atmósfera donde surgen los encuentros que dan vida a la obra. El manga transmite la idea de que incluso en medio de la semana más tediosa puede aparecer un destello de alegría, ya sea en la forma de una conversación inesperada, una mirada cómplice o un detalle aparentemente banal.
Además, al incluir personajes con bustos prominentes y mostrar las dificultades que eso conlleva en el día a día —uniformes que no cierran bien, comentarios incómodos, situaciones embarazosas en lugares públicos—, la obra introduce un tema que rara vez se aborda en este tipo de historias. Aunque el enfoque es humorístico y ecchi, detrás se percibe una crítica ligera a los estándares sociales y a las incomodidades que muchas mujeres deben afrontar en silencio.
Recepción y adaptación
Cabe recordar que Getsuyoubi no Tawawa nació como una serie de ilustraciones semanales que Himura publicaba en redes sociales con la intención de alegrar los lunes a sus seguidores. Su popularidad derivó en un manga serializado por Kodansha, y más tarde en adaptaciones al anime de corta duración. Esta evolución explica su tono episódico: cada capítulo funciona como una pequeña viñeta de la vida cotidiana, más centrada en la atmósfera y el encanto de los personajes que en construir una trama compleja.
La edición española de Babylon respeta esa esencia, ofreciendo una presentación en formato rústica con sobrecubierta que mantiene la elegancia habitual de la editorial. El tamaño estándar (128 x 182 mm) facilita la lectura y conserva el dinamismo del trazo de Himura.
Conclusión: un ecchi ligero con corazón
Me pesan los lunes es, en definitiva, un manga que combina humor, sensualidad y costumbrismo con una naturalidad poco habitual en el género. No pretende reinventar el slice of life ni ofrecer una gran epopeya romántica, pero sí consigue lo que se propone: arrancar sonrisas, aligerar la rutina y mostrar la belleza de los pequeños encuentros que rompen con la monotonía.
Para quienes disfrutan del ecchi ligero con un toque humano, o para quienes busquen una lectura desenfadada pero con personajes entrañables, Me pesan los lunes se convierte en una opción recomendable. Y aunque los lunes seguirán pesando, la compañía de Ai y los demás personajes logra que lo hagan un poco menos.