Ivrea lo lanza en nuestro país en una replica exacta del formato japonés, un formato tankoubon rústica con sobrecubiertas de 192 páginas en blanco y negro, con cadencia bimestral de momento.
Ayakashi Triangle vol. 13 – Nuevas alianzas, enredos románticos y secretos revelados
Para aquellos que no estén familiarizados con la serie, Ayakashi Triangle sigue las aventuras de Matsuri, un ninja exorcista dedicado a proteger a su amiga de la infancia Suzu de los Ayakashi, unos monstruos malignos que habitan Japón. Sin embargo, todo cambia cuando el poderoso Ayakashi Shirogane utiliza una técnica para transformar a Matsuri en una chica. A partir de entonces, Matsuri debe lidiar no solo con la protección de Suzu, sino también con los desafíos de su nueva vida femenina mientras busca la manera de revertir la transformación.
El decimotercer volumen de Ayakashi Triangle, la divertida y descarada obra de Kentaro Yabuki, sigue ampliando el peculiar universo de exorcistas, ayakashis y comedia romántica con una mezcla irresistible de humor, acción ligera y un toque picante característico del autor. En esta entrega, la trama profundiza en el enredo emocional de Suzu y Matsuri mientras introduce nuevos personajes, relaciones inesperadas y pistas sobre el verdadero trasfondo de Suzu Kanade como Sacerdotisa Ayakashi.
Shirogane y la niña interior: una nueva forma y una nueva aliada
El volumen abre con Matsuri persiguiendo una extraña presencia fantasmagórica que lo lleva a encontrarse con una figura completamente inesperada: un ayakashi de aspecto humano con rasgos felinos. Para su sorpresa, descubre que se trata nada menos que de la fusión entre Shirogane y la niña interior de Suzu Kanade. Esta última, que ya habíamos conocido como una de las múltiples personalidades de Suzu, cansada del carácter excesivamente pervertido y despreocupado de la Suzu actual, encuentra en Shirogane el compañero perfecto para “controlarla”.
La aparición de este curioso dúo ofrece momentos sumamente cómicos en los que ambos intentan —sin demasiado éxito— frenar las constantes insinuaciones de Suzu hacia Matsuri. Esta nueva alianza no solo sirve para equilibrar la balanza entre los impulsos románticos y la verdadera amenaza de los ayakashi, sino que también añade una dimensión inesperadamente tierna a la relación entre los personajes, mostrando que incluso dentro del caos hormonal de Suzu, sigue existiendo una parte de ella más pura e inocente.
Kagemei bajo los efectos del amor
Otra de las historias destacadas del tomo tiene como protagonista a Kagemei, la anterior Sacerdotisa Ayakashi y también una de las personalidades reencarnadas de Suzu. En un giro de tono totalmente humorístico, Kagemei se convierte en víctima de un filtro de amor que la hace caer rendida ante Matsuri. Este episodio es uno de los más ligeros y absurdos de la entrega, con escenas cargadas de fanservice y situaciones incómodas que ponen a Matsuri en aprietos constantes.
Lo interesante de este capítulo es que, más allá de la comedia, nos recuerda que Kagemei, pese a su aura de peligrosidad y ambición, no deja de ser una parte de Suzu que busca su propio lugar en el mundo, aunque sea a través de desventuras románticas. La química entre Kagemei y Matsuri, aunque forzada por el filtro, logra generar algunas de las escenas más divertidas de todo el volumen.
Un nuevo romance en el horizonte: Yayo y Ninokuru
Si algo caracteriza a Ayakashi Triangle es su habilidad para ir tejiendo, poco a poco, nuevas dinámicas entre los secundarios. En esta ocasión, la atención se centra en Yayo Toba, la amiga inseparable de Suzu, quien tiene un encuentro inesperado con Ninokuru, el exorcista. Durante esta pequeña historia, Yayo empieza a descubrir que el aparentemente distante y metódico Ninokuru tiene facetas que no conocía, despertando en ella un interés romántico incipiente.
Aunque este arco es breve, cumple una doble función: por un lado, aporta desarrollo a un personaje secundario que hasta ahora había estado más en el papel de amiga cómica, y por otro lado, añade una capa más de complejidad al elenco, dejando abierta la posibilidad de que esta nueva pareja se convierta en un elemento recurrente en los próximos tomos.
El Gogyose entra en escena: nuevas revelaciones sobre Suzu
La recta final del volumen adopta un tono más serio cuando Matoi Kamazaki, la madre de Matsuri, viaja a Tokio para asistir a una misteriosa reunión con el Gogyose. Esta organización empieza a desvelar secretos acerca de la verdadera naturaleza de Suzu Kanade y su papel como Sacerdotisa Ayakashi. Aunque la información aún es parcial, este encuentro sirve para sembrar nuevas incógnitas sobre el destino que le aguarda a Suzu y el verdadero alcance de su poder.
Este segmento, aunque breve, es uno de los más intrigantes de la entrega, pues nos recuerda que Ayakashi Triangle, más allá de las risas y las escenas picantes, tiene un trasfondo más profundo y serio que sigue desarrollándose poco a poco. La revelación de que Suzu podría estar ligada a fuerzas mucho más grandes y peligrosas eleva la tensión y promete que los próximos volúmenes irán desvelando más sobre esta amenaza latente.
Arte y narrativa: el estilo inconfundible de Yabuki
En el apartado visual, Kentaro Yabuki sigue demostrando su maestría para equilibrar dinamismo, sensualidad y expresividad. Las escenas de acción son breves pero bien coreografiadas, los momentos cómicos funcionan gracias a las exageradas expresiones de los personajes, y el fanservice, siempre presente, nunca resulta gratuito, sino integrado con humor en la narrativa.
Yabuki mantiene un ritmo ágil a lo largo de todo el tomo, combinando historias independientes con el arco más amplio de la serie, sin dejar que ninguna de las tramas secundarias se sienta desconectada. El resultado es una lectura ligera y entretenida, ideal para quienes buscan tanto una buena dosis de comedia romántica como un shonen con personalidad propia.
El volumen 13 de Ayakashi Triangle sigue la fórmula que ha convertido a esta obra en uno de los títulos más peculiares y divertidos del catálogo de Ivrea: humor descarado, acción ligera, fanservice bien medido y personajes entrañables. La inclusión de la fusión entre Shirogane y la niña interior de Suzu añade un giro refrescante a la dinámica entre los protagonistas, mientras que los pequeños romances secundarios y las intrigas del Gogyose garantizan que la trama más seria no se pierda entre las risas.
Con un final que deja más preguntas que respuestas sobre el destino de Suzu y su rol en el conflicto ayakashi, este tomo mantiene el interés y anticipa un futuro con más revelaciones y giros inesperados. Kentaro Yabuki demuestra, una vez más, que sabe cómo mantener la atención del lector sin sacrificar el entretenimiento ni la ligereza que caracterizan a su obra.
Ayakashi Triangle sigue siendo, en definitiva, una mezcla irresistible de comedia, acción y picardía, ideal para quienes buscan algo fresco y divertido dentro del shonen actual. Este volumen 13 confirma que aún queda mucho por contar en la historia de Suzu y Matsuri, y que cada nuevo capítulo es una oportunidad para sorprender y divertir.