Reseña de Espero que seas feliz, zorra vol. 5 – Un verano entre bengalas, cine... y corazones confusos
La edición de Ivrea en España es de alta calidad, respetando el diseño y el arte original del tankoubon japonés. El formato B6 con rústica y sobrecubiertas asegura una presentación atractiva y duradera para los coleccionistas y lectores. La traducción es fiel al original, manteniendo el tono y el humor característicos de la obra, lo que permite una experiencia de lectura fluida y disfrutable.
Espero que seas feliz, zorra vol. 5 – Un verano entre bengalas, cine... y corazones confusos
La peculiar historia de intercambios de cuerpo, amores frustrados y mucha tensión emocional continúa en el volumen 5 de Espero que seas feliz, zorra, el romcom de Mizuki Kishikawa que ha sabido ganarse un hueco entre las comedias románticas más originales del catálogo de Ivrea. Esta nueva entrega deja atrás los giros más dramáticos del tomo anterior para apostar por una atmósfera veraniega, lúdica y reflexiva, donde las relaciones personales se redefinen bajo la excusa de un rodaje universitario, pero en el fondo, todo gira en torno a la pregunta: ¿hasta cuándo se puede huir de los sentimientos?
Un campamento de verano que lo cambia todo
La vida de Sunao Akiyoshi no ha dejado de dar vueltas desde que comenzó a intercambiar su cuerpo en días alternos con Lemon, su exnovia. Lo que comenzó como una incómoda situación sobrenatural se ha convertido en una experiencia que los ha obligado a enfrentarse a lo que sienten, lo que ocultan y a sus propias inseguridades. En este quinto tomo, la historia da un pequeño respiro y nos lleva a un entorno en apariencia más distendido: un campamento de verano con fines cinematográficos.
El club de cine universitario al que pertenece Sunao ha decidido filmar una película para el festival, y ante la falta de actrices, Lemon —pese a ser de otra universidad— es invitada como protagonista. Este detalle no es trivial, ya que representa un nuevo paso en la exposición emocional de la chica, que poco a poco ha empezado a abrirse no solo a Sunao, sino también a su entorno. La inclusión de Raika Asagi como acompañante completa un cuarteto explosivo en el que nadie parece estar en su lugar ideal… pero donde todo está dispuesto para que algo cambie.
La ruptura comunicativa como motor dramático
Uno de los aspectos más interesantes de este tomo es cómo se articula el silencio como recurso narrativo. Tras un pequeño accidente jugando con bengalas, el móvil de Sunao cae al agua, y él, lejos de arreglarlo, decide mantenerse incomunicado unos días. Aunque en apariencia esto parece una casualidad inocente, el gesto encierra una decisión deliberada: alejarse de Haruki y su relación tóxica, aunque sea momentáneamente. Así, Sunao consigue una tregua personal, un espacio para recomponer sus ideas, respirar y reconsiderar lo que desea realmente.
Ese pequeño acto tiene consecuencias inesperadas. Por un lado, Sunao empieza a involucrarse con la gente de su clase como nunca antes. Participa en las actividades del campamento, colabora con entusiasmo en el puesto de churros y, por primera vez, se enfrenta a la vida universitaria desde una perspectiva activa y social. Este cambio de actitud no solo es refrescante, sino que marca un paso clave en su evolución como personaje: el chico que siempre vivió encerrado en sí mismo empieza a abrirse, tímidamente, al mundo.
Y en el centro, Lemon
Mientras tanto, Lemon sigue siendo el corazón de la historia. Su relación con Sunao, aún marcada por la ambigüedad, se vuelve más cercana, más cómoda, incluso cómplice. A diferencia de volúmenes anteriores, donde predominaba la confusión, aquí vemos una versión de Lemon más segura, más firme, decidida a disfrutar del presente aunque aún no tenga todas las respuestas sobre el futuro. Su presencia en el rodaje y en el campamento no es solo decorativa: es una oportunidad para redefinirse, para mostrarse no como "la ex", sino como una persona en pleno proceso de reconstrucción.
Raika y la culpa redimida
Raika, quien en el volumen anterior protagonizó uno de los giros más intensos —al confesar que su "amor" por Sunao era en realidad una falsa estrategia para proteger a Lemon—, tiene aquí un papel más sutil pero no menos importante. Su presencia en el campamento aporta matices incómodos, sobre todo en su interacción con Sunao, ahora teñida de respeto, remordimiento y una nueva voluntad de entenderse. Esta evolución resulta creíble y coherente con el cierre que tuvo su arco previo, y abre la posibilidad de una reconciliación sincera, basada en la empatía.
Una comedia romántica que sabe cuándo bajar el ritmo
Este volumen funciona como un respiro narrativo dentro de una historia que ha sido muy intensa emocionalmente en los tomos anteriores. Mizuki Kishikawa demuestra su habilidad para mantener el interés del lector sin recurrir siempre al drama o al conflicto directo. Aquí, los momentos de pausa —una conversación compartiendo churros, una escena a la luz de las bengalas, una risa casual entre tareas escolares— tienen el mismo peso emocional que una confesión o una ruptura. El manga nos recuerda que, a veces, el amor también se construye en los gestos pequeños.
Visualmente expresiva, emocionalmente efectiva
El dibujo sigue siendo una de las grandes fortalezas de la serie. Kishikawa mantiene su estilo ágil y expresivo, con especial atención a las miradas, las posturas corporales y los cambios de escenario. Las escenas del campamento, con sus fondos naturales, luces nocturnas y decorados improvisados, aportan frescura y contrastan con la atmósfera más urbana y tensa de tomos anteriores.
Conclusión: entre cine y sentimientos, un paso más hacia el corazón
Espero que seas feliz, zorra vol. 5 es un tomo de transición inteligente, que utiliza el entorno veraniego para ahondar en la transformación emocional de sus personajes. No hay grandes explosiones ni giros argumentales espectaculares, pero sí hay algo igual de importante: crecimiento. Sunao aprende a mirar más allá del dolor, Lemon empieza a abrir su corazón sin miedo, Raika busca redención… y la historia sigue creciendo, fiel a su mezcla de comedia, romance y un toque de lo fantástico.
Mizuki Kishikawa demuestra que esta serie no solo se sostiene en su premisa inicial, sino que tiene el pulso suficiente para explorar el alma de sus personajes con sensibilidad y madurez. Y eso, en una comedia romántica con intercambios de cuerpo, es mucho decir.