Reseña de Baki the Grappler Vol. 14: La brutalidad del torneo subterráneo se eleva con nuevos contendientes y un duelo fraternal
Recordemos que Keisuke Itagaki publicó la obra en 1991 en la revista Shonen Champion, terminando en 1999 con un total de 42 tomos tankoubon. Tras esto recibió dos secuelas por parte del autor: Baki (バキ), conocida oficialmente como New Grappler Baki: In Search of Our Strongest Hero y publicada de 1999 a 2005 en 31 volúmenes; y Baki Hanma (範馬刃牙), conocida oficialmente como Baki: Son of Ogre, que fue publicada de 2005 a 2012 en 37 volúmenes.
Una tercera secuela, Baki-Dou (刃牙道 Bakidō) comenzó su publicación el 20 de marzo de 2014 a abril de 2018, terminando con 22 tomos. Tras esto se estrenó la secuela Baki Dou (sí, muy confuso) en 2018, y de momento cuenta con 14 tomos.
El volumen 14 de Baki the Grappler, obra de Keisuke Itagaki publicada por Editorial Ivrea, nos lanza de lleno a uno de los tramos más brutales y variados del torneo clandestino que se desarrolla bajo el Tokyo Dome. Esta entrega recopila los capítulos 208 al 223 y marca un punto de inflexión tanto por la aparición de nuevos luchadores como Yuu Amanai como por los combates intensos que cruzan estilos, culturas y rivalidades personales.
Con una narrativa centrada en el espectáculo físico, el honor combativo y la evolución emocional de sus personajes, este tomo sigue profundizando en el crisol de artes marciales que define a la saga, todo mientras el mito de Yuujirou Hanma crece en las sombras, imponiendo su presencia incluso sin entrar aún en combate.
Yuu Amanai: el nuevo digno en el horizonte de Yuujirou Hanma
El inicio del volumen es dominado por la llegada de Yuu Amanai, un luchador cuya velocidad y elegancia contrastan con la brutalidad general del torneo. Desde su aparición, Amanai se convierte en el foco de atención: los veteranos del torneo —entre ellos Doppo Orochi— reconocen de inmediato que este joven es especial. Su presencia irradia confianza, serenidad y un aura peligrosa que lo coloca automáticamente entre los posibles retadores de Yuujirou. En una serie que valora tanto el poder visual como el dominio psicológico del oponente, Amanai destaca no solo por su técnica, sino por su imperturbable control.
Aunque sus movimientos aún no se han medido contra los pesos pesados del torneo, su carácter y diseño físico lo convierten en una promesa intrigante para los siguientes volúmenes.
Combates estilísticos: cuando el dojo se cruza con la calle
En esta entrega, Itagaki nos regala una secuencia constante de enfrentamientos entre estilos dispares que refuerzan la riqueza conceptual del torneo. En los capítulos 210 al 213, vemos batallas entre judo y peleadores callejeros, shorinji kenpō contra wrestling norteamericano, y hasta choques más abstractos donde el estilo es casi una filosofía de vida. El autor no busca simplemente que el más fuerte gane, sino que nos presenta cómo las técnicas evolucionan en combate real, mostrando sus fortalezas y debilidades en el calor de la lucha.
Aquí no hay moralinas ni reglas: el objetivo es vencer, y cada combatiente lo entiende a su manera. El uso de la página doble, el dinamismo del trazo y el detalle anatómico hacen de cada combate una coreografía violenta y sin adornos.
Del pit fighting al jiu-jitsu: la brutalidad como arte
Los capítulos 214 al 220 intensifican aún más la competición. Enfrentamientos como el del pit fighting contra el jiu-jitsu brasileño traen a la palestra el eterno duelo entre fuerza bruta y técnica depurada. El resultado no siempre es previsible, y eso es parte del encanto de Baki the Grappler: Itagaki sabe que en una pelea real, la estrategia y la lectura del oponente pesan tanto como los músculos.
Uno de los momentos más desconcertantes lo protagoniza un luchador presentado por su propio padre, un detalle que aporta un matiz emocional inesperado en medio de tanta testosterona. Otro combate se convierte en una disputa por un collar valuado en mil millones, revelando que en el Tokyo Dome no solo se juega el honor, sino también motivaciones más mundanas.
Para rematar esta tanda, el capítulo 220 introduce a un nuevo “master” que eleva de golpe el nivel técnico del torneo. Su presencia sirve como recordatorio de que siempre hay un peldaño más alto en la jerarquía de poder.
El duelo fraternal: Kureha vs. Kosho Shinogi
Pero si hay un arco emocional fuerte en este tomo, es sin duda el duelo entre los hermanos Shinogi. Kureha, el doctor superdotado con cuerpo de culturista, y Kosho, el médico de la muerte, se enfrentan en una batalla de técnicas letales, tensiones no resueltas y respeto mutuo. Los capítulos 221 al 223 nos entregan una pelea cargada de significado, donde cada golpe no solo lastima el cuerpo, sino que revela heridas del pasado.
Este enfrentamiento no es solo físico: es una exposición de valores, orgullo profesional y un reflejo de la evolución de ambos personajes desde su primera aparición. El capítulo 223, titulado “Kick”, marca un cierre brutal y poético, con una patada que no solo determina al vencedor, sino que libera la tensión emocional acumulada.
Violencia dibujada con precisión quirúrgica
Keisuke Itagaki continúa demostrando en este volumen por qué Baki the Grappler es una obra icónica del manga de lucha. Su dibujo agresivo, plagado de detalles musculares, expresiones desfiguradas por el dolor y coreografías cinéticas, hace que cada combate cobre vida de forma visceral. Las páginas dobles mantienen un ritmo explosivo, mientras que los silencios entre viñetas refuerzan el dramatismo.
A nivel narrativo, el volumen es consistente: aunque no hay grandes giros argumentales, sí se siente un avance importante hacia la consolidación de los posibles finalistas. La variedad de luchadores, el foco en nuevas técnicas y la inclusión de combates emocionalmente cargados logran mantener la tensión de principio a fin.
Conclusión: el torneo alcanza un nuevo nivel de intensidad
Baki the Grappler Vol. 14 es una entrega demoledora. Con la llegada de Yuu Amanai, la inclusión de maestros y luchadores icónicos, y el duelo entre los hermanos Shinogi, este volumen prepara el terreno para una segunda mitad del torneo que promete ser aún más salvaje. La fórmula de Itagaki sigue funcionando: peleas cortas, violentas, impredecibles y cargadas de personalidad.
Para quienes siguen esta serie, este volumen no es simplemente una transición: es el corazón palpitante de un torneo que se supera con cada página. El peso emocional del combate final y la presencia constante de Yuujirou como sombra omnipresente añaden capas a una historia que no teme romper huesos ni corazones.