En el corazón de la contracultura europea de los años 80, pocas obras resultaron tan incendiarias, provocadoras y viscerales como Ranx. Ahora, Ediciones La Cúpula recupera en un solo volumen esta serie de culto con la que Stefano Tamburini y Tanino Liberatore desataron el caos visual, el nihilismo narrativo y la estética más cruda del movimiento underground. Ranx: Edición integral definitiva recopila en 228 páginas a todo color (formato cartoné de 22 x 28 cm) las aventuras completas de este cyborg amoral, furioso y romántico, acompañadas de una calidad de reproducción gráfica a la altura de su leyenda.
Este tomo único es más que una reedición: es un grito desatado, un cóctel molotov visual que no ha perdido ni un ápice de su capacidad de escandalizar y fascinar. Una obra que no pide permiso para entrar en la historia del cómic europeo… porque ya está sentada en su trono, con los nudillos ensangrentados y una sonrisa torcida.
Ranx: el cyborg más humano de todos
Ranx no es un héroe. Tampoco un antihéroe al uso. Es una criatura construida con piezas de una Rank Xerox por un estudiante de extrema izquierda y lanzada a un mundo distópico, corrupto y saturado de drogas, sexo y violencia. En su código no hay espacio para la ética, solo para un impulso programado que lo domina por completo: su amor irracional, posesivo y brutal por Lubna, una niña de doce años drogadicta, ninfómana y absolutamente cruel.
Ella no ama a Ranx. Lo manipula, lo destroza emocionalmente, lo empuja a cometer las atrocidades más absurdas y delirantes con tal de conseguir una dosis o un poco de atención. Y sin embargo, Ranx la sigue. No porque sea noble, sino porque está atrapado en una especie de cortocircuito emocional que le impide escapar. El resultado es una relación tóxica, salvaje, pero también estremecedoramente coherente dentro del caos moral que define a este universo.
Roma es el infierno... y Nueva York no mejora las cosas
Las historias que componen esta edición nos llevan de un nivel subterráneo a otro aún más degenerado. Roma, con sus treinta niveles de decadencia social, es un espejo deformado de cualquier capital occidental en proceso de colapso. Mutantes obsesionados con Elvis Presley, empresarios sin escrúpulos, bandas criminales, predicadores desquiciados… todos pueblan esta pesadilla postindustrial donde la única regla es sobrevivir, y donde Ranx, con su fuerza sobrehumana y su completa indiferencia hacia la vida ajena, se convierte en una especie de ángel exterminador.
El volumen incluye episodios como Ranx en Nueva York y ¡Ay, robot!, donde el protagonista continúa su viaje en busca de Lubna a través de matanzas, espectáculos de cabaret, experimentos científicos grotescos y orgías de destrucción. Cada capítulo funciona como una crítica directa y despiadada al poder, al consumo, a la hipocresía de la sociedad moderna y al culto al ego. Aquí no hay personajes buenos. Solo víctimas de su propio vacío.
Liberatore: un pincel afilado como un cuchillo
Tanino Liberatore lleva la violencia gráfica a niveles que pocos autores han osado explorar. Su estilo hiperrealista, minucioso hasta el extremo, convierte cada página en una bofetada estética. Los músculos tensos, la carne desgarrada, las miradas cargadas de deseo o locura… Todo está al servicio de una narrativa que, a pesar de su brutalidad, nunca es gratuita. Cada viñeta destila energía, desesperación y una belleza cruda que convierte el horror en arte.
Su dominio del color, en particular, refuerza el tono enfermizo y brillante del relato. No es casual que Frank Zappa lo elogiara como “el más grande artista italiano después de Miguel Ángel”. Y no es una exageración. Ranx es una obra donde cada trazo importa, donde la violencia no se disfraza ni se suaviza, sino que se abraza como parte inseparable de la condición humana.
Tamburini y Pazienza: punk, política y poesía oscura
Stefano Tamburini, fallecido trágicamente a los 31 años, fue el alma ideológica de Ranx. Su escritura fusiona sátira política, crítica social y una rabia punk sin filtros. Andrea Pazienza, co-creador y autor de las primeras viñetas, imprimió al personaje ese nervio expresivo que luego Liberatore llevó al extremo. Juntos, redefinieron el cómic europeo como una herramienta de subversión y análisis cultural. No con discursos, sino con balazos, fluidos corporales y frases inolvidables.
La aparición final de Alain Chabat como guionista del último episodio completa el círculo con una fidelidad sorprendente al tono original. Su aportación da cierre a una historia que había quedado inconclusa por la muerte de Tamburini, y lo hace sin perder ni un gramo de locura ni de rabia.
¿Por qué leer Ranx hoy?
Porque sigue siendo escandalosamente actual. Porque habla de una juventud sin rumbo, de la cosificación del cuerpo, del amor como enfermedad y del arte como arma. Porque no hay tabú que no desafíe, ni cliché que no destruya. Porque es un reflejo exagerado pero realista de una sociedad que se desmorona. Y porque, a pesar de todo, hay una tristeza profunda en Ranx que lo hace humano, más humano que muchos de nosotros.
Conclusión: culto, cibernético y necesario
Ranx: Edición integral definitiva no es un cómic para todos los públicos. Pero sí es una obra imprescindible para quienes buscan algo más que entretenimiento: una experiencia gráfica que golpea, provoca y deja cicatriz. Ediciones La Cúpula ha recuperado un clásico sin domesticarlo, sin edulcorarlo. Tal como debe ser. Y eso lo convierte en uno de los lanzamientos más importantes del año en el panorama del cómic europeo.