Los volúmenes 17 y 18 de Sakamoto Days nos sumergen de lleno en el clímax del arco del Museo Nacional, con una sucesión vertiginosa de combates, traiciones, reencuentros y giros impactantes que elevan la tensión narrativa a niveles inéditos. Yuto Suzuki demuestra una vez más su maestría al equilibrar acción brutal, desarrollo emocional y un elenco coral en constante evolución, consolidando a la serie como uno de los grandes pilares del manga de acción actual.
Bombas, traiciones y entrenamiento letal
La trama arranca con el plan siniestro de Uzuki, quien entrena a Toramaru y Mafuyu para enfrentarse a los miembros de la Orden, con el macabro objetivo de que sus muertes activen bombas implantadas en sus cuerpos. Esta estrategia no solo muestra la frialdad de Uzuki, sino que también refleja hasta qué punto la guerra entre facciones ha escalado hacia lo irreparable.
Mientras tanto, Shin intenta desesperadamente evitar el sacrificio de sus compañeros, viéndose envuelto en una batalla contra la imparable Osaragi. Aquí destaca el diseño estratégico del combate y la aparición de Natsuki, el hermano de Mafuyu, quien irrumpe con un traje de invisibilidad y tecnología avanzada para rescatar a su hermano. Su intervención añade un matiz entrañable y heroico, además de abrir una subtrama sobre el pasado de ambos y su relación con su padre, un asesino fracasado que proyectó sus ambiciones en ellos.
La carnicería en el museo y el regreso de Sakamoto
La acción se intensifica con la entrada de Samejima, líder de la fuerza especial, quien captura a Shin y Natsuki tras la explosión del museo. Mientras tanto, Toramaru, desesperada al creer que Mafuyu ha muerto, es acorralada por los agentes… hasta que aparece Sakamoto, en una entrada absolutamente gloriosa que redefine el concepto de “salvador de última hora”.
La escena que sigue es una de las más icónicas de estos volúmenes: Sakamoto y Toramaru enfrentándose a múltiples asesinos en un entorno repleto de vitrinas, disfraces, y objetos históricos. Suzuki demuestra aquí su capacidad para mezclar coreografías de combate con un toque absurdo pero efectivo, como cuando Sakamoto utiliza auriculares y origami para improvisar armas. A pesar del caos, el manga nunca pierde claridad en su narrativa visual.
Nagumo vs. Gaku: un duelo de titanes
En paralelo, el enfrentamiento entre Nagumo y Gaku escala a una batalla épica cargada de tensión, táctica y devastación. Desde su combate aéreo sobre una maqueta de avión hasta el uso de armas ocultas y estrategias mentales, este duelo es uno de los más espectaculares hasta la fecha.
El desarrollo de ambos personajes durante la pelea es brillante. Nagumo, habitualmente sarcástico y calmado, se ve forzado a luchar con todo su arsenal físico y psicológico, mientras que Gaku se revela como un oponente implacable que trata la pelea como un videojuego, subrayando su inestabilidad emocional. El uso de un arma invisible por parte de Nagumo y el giro final, con su supuesto asesinato a manos de Gaku, culmina con un cliffhanger demoledor que da un vuelco inesperado a todo lo acontecido.
El gran giro: Nagumo no era Nagumo
La revelación de que el Nagumo muerto era en realidad Gaku disfrazado es uno de los grandes aciertos narrativos de estos volúmenes. No solo sorprende al lector, sino que reconfigura completamente la situación en el museo. Esta jugada maestra desemboca en otro momento estelar: el ataque de Uzuki contra el presidente Asaki, que termina frustrado gracias a la intervención de… ¡el verdadero Nagumo! La puñalada en el corazón que Uzuki recibe, aunque aparentemente letal, no lo detiene, dejando claro que aún no hemos visto lo peor de este villano.
Acción sin freno, giros brutales y gran trabajo de equipo
La coordinación entre los personajes, desde Shin y Sakamoto hasta Mafuyu, Natsuki y Kashima, refleja el crecimiento del elenco. Las escenas de combate son intensas, pero nunca pierden de vista las motivaciones y emociones de los protagonistas. La batalla en el museo culmina con Shishiba, Sakamoto y Shin preparándose para el contraataque final, mientras Haruma y Kumanomi se lanzan a la ofensiva.
Conclusión: el punto más alto de la saga hasta ahora
Los volúmenes 17 y 18 de Sakamoto Days ofrecen un espectáculo total: combates estratégicos, revelaciones sorprendentes, flashbacks emotivos y un manejo magistral de la tensión narrativa. El ritmo no decae en ningún momento, y la alternancia entre drama y humor negro se mantiene como uno de los sellos de identidad de la serie. La edición de Ivrea sigue siendo impecable, con buena impresión, traducción fluida y excelente ritmo de publicación.
Para los lectores que buscan un manga de acción con personalidad, tensión constante y personajes entrañables, Sakamoto Days sigue siendo una apuesta segura. Estos volúmenes, sin duda, representan un antes y un después en la serie.