Review del manga Tokyo Babylon Vol. 1 – El inicio oscuro y fascinante del universo CLAMP - Editorial Planeta
Tokyo Babylon regresa a las librerías españolas de la mano de Editorial Planeta con una nueva edición en rústica sin solapas, iniciando así una recuperación más que necesaria de uno de los títulos más emblemáticos del colectivo CLAMP.
Publicado originalmente en 1990, este primer volumen no solo es una joya dentro del catálogo shōjo de las autoras, sino también el punto de partida del universo narrativo que desembocaría años más tarde en X/1999. Con solo 150 páginas, este primer tomo despliega una intensidad emocional y una complejidad simbólica que lo sitúan muy por encima de muchos títulos contemporáneos.
La historia nos presenta a Subaru Sumeragi, un adolescente dulce, tímido y de apariencia andrógina, que también es el decimotercer cabeza del clan Sumeragi, una ancestral familia de onmyōji —exorcistas tradicionales japoneses— encargada de mantener el equilibrio espiritual en Japón.
Subaru vive acompañado de su hermana gemela, Hokuto, extrovertida, excéntrica y creativa, y del misterioso Seishirō Sakurazuka, un veterinario aparentemente encantador que no tarda en mostrar un interés ambiguo y persistente por el joven exorcista.
En este primer tomo, la historia se presenta en pequeños casos que Subaru atiende a lo largo de la ciudad: desde maldiciones provocadas por el rencor, hasta espíritus atrapados por traumas emocionales. Estos relatos independientes sirven como excusa para explorar temas más profundos como el dolor, la pérdida, la soledad y la necesidad de justicia.
CLAMP retrata un Tokio lleno de claroscuros, donde la modernidad tecnológica convive con una espiritualidad latente que brota a través del sufrimiento humano.
Uno de los mayores aciertos de Tokyo Babylon está en la construcción de sus personajes. Subaru, a pesar de su poder, carga con una vulnerabilidad emocional que lo hace profundamente humano. Se entrega con compasión a quienes ayuda, aunque esa empatía lo agote y lo fracture internamente. Hokuto, por el contrario, actúa como una figura de contraste y equilibrio, aportando humor, ligereza y un amor fraternal incondicional. Ella diseña la ropa de su hermano, lo protege y, además, actúa como catalizadora del vínculo romántico entre Subaru y Seishirō.
Este último, Seishirō Sakurazuka, se nos presenta como el arquetipo del “chico encantador pero misterioso”. Su constante coqueteo con Subaru y su aire de ambigüedad lo convierten en una figura inquietante. Aunque su rol todavía se mantiene en la ambigüedad en este primer tomo, los lectores más atentos percibirán ya las semillas del conflicto que se avecina.
Aunque en su superficie Tokyo Babylon puede parecer una sucesión de historias episódicas con toques de humor y drama sobrenatural, CLAMP va tejiendo un trasfondo emocional que cobra cada vez más peso. Cada caso que Subaru enfrenta no es solo una manifestación del folclore japonés, sino una alegoría del dolor psicológico y emocional de la sociedad moderna. El manga no rehúye representar la crudeza de ciertos temas —como el suicidio, la alienación o la desesperanza— con una sensibilidad que sorprende por su madurez narrativa.
En el apartado visual, el dibujo destaca por su elegancia y dinamismo. Aunque el estilo aún no ha alcanzado el refinamiento de obras posteriores, ya se percibe una narrativa visual sofisticada. Los diseños de personajes, son exuberantes, con vestuarios originales y expresiones faciales que transmiten mucho más de lo que los diálogos dicen. Las escenas de acción espiritual están resueltas con gran claridad y un fuerte sentido estético. Hay una belleza ritual en los gestos de Subaru al realizar sus exorcismos, y CLAMP logra que lo sobrenatural se sienta íntimo, casi cotidiano.
Tokyo Babylon Vol. 1 es mucho más que el prólogo de una tragedia: es una obra elegante, compleja y emocionalmente resonante que habla del amor, la compasión y el dolor que habita en las sombras de la gran ciudad. CLAMP firma aquí una de sus historias más completas y simbólicas, con personajes memorables, una atmósfera inigualable y un mensaje que, décadas después, sigue siendo dolorosamente actual.