Reseña de Astro Royale vol. 1 – Herederos, estrellas y violencia sobrenatural en la nueva apuesta de Ken Wakui
Tras arrasar con Tokyo Revengers, Ken Wakui da un giro inesperado con Astro Royale, una obra que abandona los saltos temporales pero conserva el corazón de sus historias anteriores: jóvenes marcados por su entorno, enfrentamientos de poder y un protagonista con más corazón que sentido común. Publicada originalmente como Negai no Astro en las páginas de la Weekly Shōnen Jump de Shūeisha entre abril de 2024 y abril de 2025, la serie sorprendió tanto por su ambición como por su breve recorrido: apenas seis volúmenes, que concluyen con un epílogo exclusivo de 19 páginas. En España, la editorial Distrito Manga nos trae esta historia en formato rústica con sobrecubierta, con una cuidada edición de 200 páginas traducidas por Gemma Tarrés Guasch.
Todo cambia cuando, esa misma noche, una lluvia de meteoros cae sobre Tokio. Lo que parecía un fenómeno astronómico termina siendo el detonante de algo mucho mayor: el nacimiento de los “astro”, unos poderes sobrenaturales que comienzan a manifestarse en quienes formularon un deseo durante la caída de los meteoros. Hibaru, deseoso de proteger a su familia y convertirse en el yakuza más fuerte, despierta una fuerza descomunal que se manifiesta a través de su brazo derecho, transformado en un proyectil humano capaz de levantar escombros y salvar a Terasu de una muerte segura.
Este primer volumen sirve como carta de presentación de un mundo donde el legado familiar, el deseo personal y los poderes cósmicos chocan de frente. Wakui, que ya demostró su talento para la acción y la emoción en Tokyo Revengers, se apoya aquí en una mezcla entre lo sobrenatural y lo urbano que recuerda por momentos a Bleach o incluso a JoJo’s Bizarre Adventure. El trazo firme, la composición de páginas dinámicas y las expresiones intensas —marca de la casa— dan vida a un protagonista carismático y a una galería de personajes con potencial, aunque aún poco desarrollados en este tomo inicial.
Hibaru es la estrella absoluta del tomo, con una estética que mezcla el aire festivo de un delicuente de buen corazón con una determinación propia de un héroe clásico. Su dinamismo, su voz propia y su contradicción entre la fuerza bruta y el deseo de proteger hacen de él un personaje magnético. La decisión de Wakui de otorgarle poderes basados en un deseo sincero en lugar de en el odio o la ambición le da una dimensión más emocional, y prepara el terreno para futuros enfrentamientos cargados de drama familiar.
A nivel narrativo, el manga acierta al no sobrecargar de información al lector. Aunque se nos presenta una familia numerosa de hermanos adoptivos, Wakui dosifica su aparición, centrando el peso emocional en la relación entre Hibaru y Terasu. También destaca la manera en la que se representa el fallecido Kondo, cuya sombra se proyecta sobre todos los acontecimientos del volumen, funcionando como figura mítica que guía las decisiones de sus hijos incluso después de muerto.
En cuanto al ritmo, este primer tomo avanza con rapidez y deja claro que la historia está pensada para ir al grano. Lo que en otras series se habría dilatado en varios capítulos —la sucesión, la caída del meteorito, el despertar del poder— aquí ocurre en apenas 200 páginas. Esto puede verse como un acierto o una limitación, dependiendo del lector. Lo cierto es que Astro Royale fue una serie de corta vida en Japón, con un arranque fuerte —su primer capítulo fue el más votado en su semana de estreno en la Weekly Shōnen Jump—, pero que rápidamente fue descendiendo en los rankings de popularidad. Las razones pueden encontrarse en una combinación de expectativas demasiado altas tras el éxito de Tokyo Revengers y una propuesta que, si bien original, quizá no terminó de conectar con el gran público semanal del shōnen más competitivo del mundo.
A pesar de su cancelación temprana, Astro Royale demuestra en este primer volumen que tiene identidad propia, y un enfoque fresco dentro del género. Su mezcla de drama familiar, poderes sobrenaturales y conflictos de sucesión le dan un sabor particular que lo aleja de fórmulas demasiado vistas. Y aunque su viaje será corto, queda por ver si sabrá aprovechar su desarrollo contenido para entregar una historia cerrada y con peso emocional.
La edición de Distrito Manga mantiene el formato habitual de la editorial, con papel de calidad, sobrecubierta, y una traducción natural que respeta el tono callejero y emocional de los diálogos. Aunque el manga tenga solo seis tomos, su publicación en España permitirá redescubrirlo con una perspectiva distinta, tal vez más benévola, lejos de las presiones del semanario japonés.
En resumen, Astro Royale vol. 1 es una introducción enérgica, emocional y visualmente potente a una historia que mezcla lo trágico con lo épico, lo familiar con lo fantástico. Un manga breve, sí, pero con mucho corazón. Y eso, viniendo de Ken Wakui, no es poco.