Panini Manga inaugura su nueva apuesta romántica y sobrenatural con Rosen Blood, un manga que combina seducción, terror y estética gótica con una ambientación que parece sacada directamente de una novela victoriana. Escrito e ilustrado por Kachiru Ishizue y publicado originalmente por Akita Shoten, este primer volumen nos sumerge en una historia oscura e intrigante donde los vampiros no solo seducen: también ocultan secretos letales tras una belleza impecable.
Panini Manga acierta de lleno con esta edición en formato tankōbon de 13 x 18 cm, con tapa blanda y sobrecubierta, respetando el acabado elegante de la obra original. En su interior encontramos 160 páginas en blanco y negro, que se venden por 8.95€ en librerías, tiendas especializadas, y a través de la web de la editorial.
Stella es una joven sin rumbo, que tras un accidente de carruaje despierta en una imponente mansión rodeada de rosas y espinas venenosas. Allí es acogida por Levi-Ruin, un hombre de porte noble y mirada inquietante que le ofrece quedarse como criada.
Lo que parece una oportunidad de salvación, pronto se transforma en una experiencia inquietante cuando Stella descubre que no está sola: la mansión también es hogar de otros tres hombres —Friedrich, Yoel y Gilbert—, todos tan enigmáticos como peligrosamente atractivos.
Desde el primer momento, el lector intuye lo que Stella tarda en comprender: estos no son simples aristócratas excéntricos, sino vampiros que se alimentan no de sangre, sino de cristales… o al menos eso afirman. La tensión entre el deseo y el peligro se palpa en cada escena, mientras la protagonista se debate entre el miedo, la curiosidad y una atracción que amenaza con consumirla.
Este primer volumen es, sin duda, una introducción. No hay grandes revelaciones, pero sí muchas pistas, momentos sugerentes y un cierre que deja con ganas de más. Rosen Blood apuesta por construir la tensión poco a poco, sin prisas, permitiendo que el lector descubra junto a Stella los secretos que ocultan sus anfitriones.
Gótico romántico en estado puro
El estilo narrativo de Kachiru Ishizue bebe directamente del romanticismo oscuro. Rosen Blood no es solo una historia de vampiros: es una oda visual al deseo contenido, a lo prohibido y al juego de luces y sombras. La autora utiliza todos los recursos del shōjo gótico para construir una atmósfera envolvente y sensual que recuerda por momentos a clásicos como Vampire Knight o incluso La Bella y la Bestia, aunque con un giro mucho más siniestro.
Stella es una protagonista que comienza con una ingenuidad rayana en la sumisión, pero que pronto revela una voluntad más fuerte de lo que parece. Su relación con los cuatro vampiros está cargada de ambigüedad, sobre todo con Levi, cuya actitud distante y protector al mismo tiempo marca la pauta emocional del volumen. Hay tensión sexual, sí, pero también melancolía, misterio y la constante sensación de que nadie dice toda la verdad.
Gilbert, en particular, se presenta como un personaje fascinante y perturbador, con una afición por las esculturas que podría esconder un giro macabro. Yoel y Friedrich, aunque algo más enigmáticos en este volumen, también prometen conflictos internos que irán saliendo a la luz en los siguientes tomos.
Conclusión: un debut oscuro y delicioso
Uno de los grandes atractivos de Rosen Blood es su dibujo. Ishizue domina a la perfección el arte del detalle: desde las expresiones faciales hasta los brocados de las camisas o las espinas que envuelven las paredes, cada viñeta está cuidada con mimo y delicadeza. El diseño de personajes es, sin duda, uno de los más bellos del panorama shōjo reciente, con un aire a medio camino entre Black Butler y las ilustraciones de cuentos de hadas oscuros.
La disposición de las páginas y el uso de la luz y el contraste acentúan la sensación de estar atrapados en un lugar que mezcla el sueño y la pesadilla. La mansión en sí es un personaje más: sus estancias sombrías, sus salones vacíos y sus escaleras infinitas aportan una sensación constante de amenaza contenida.
Si te gustan los romances góticos con personajes ambiguos, misterios sin resolver y un arte de infarto, esta historia está hecha para ti. Solo queda una advertencia: una vez entres en la mansión de Levi y sus compañeros, puede que tú tampoco quieras (o puedas) salir.