Después de cinco volúmenes que nos hicieron reír, llorar y soñar con las zapatillas de ballet, Navillera Curtain Call llega como un epílogo necesario, esperado y profundamente conmovedor. A lo largo de sus páginas, el manhwa se convierte en una carta de amor a quienes nos inspiran sin pedir nada a cambio. También es un canto a la madurez y a la serenidad de saber que, aunque el telón haya bajado, el arte de vivir sigue representándose en cada decisión que tomamos.
Norma Editorial nos trae este volumen especial que cierra con delicadeza y sensibilidad la historia de Navillera, la inolvidable obra de Hun y Jimmy, en un tomo de gran formato (14,8 x 21 cm) y 348 páginas a todo color que hacen justicia al corazón de esta historia: el valor de perseguir un sueño sin importar la edad, la despedida agridulce de quienes dejaron huella y el regreso a los orígenes cuando todo parece en calma.
Shim Deokchul y Lee Chaerok compartieron uno de los momentos más intensos de sus vidas en un escenario: un anciano que desafió los límites de su cuerpo para cumplir su sueño de bailar, y un joven que encontró en él un nuevo sentido para su futuro. Con Curtain Call, el telón vuelve a levantarse, esta vez desde la perspectiva de Chaerok, años después del adiós.
A lo largo de este volumen, asistimos al retorno de Chaerok al hogar, a los recuerdos, y a las personas que marcaron el inicio de su camino. Lo que comienza como un regreso aparentemente casual, se convierte poco a poco en un viaje emocional hacia todo aquello que dejó atrás.
No solo se encuentra con los ecos del pasado, sino que también se enfrenta a una versión de sí mismo más madura, que ha recorrido escenarios, ha conocido el éxito... pero también ha sentido el vacío de la pérdida.
Navillera Curtain Call no es solo un extra o un cierre decorativo. Es el broche perfecto para una historia que nunca fue únicamente sobre ballet, sino sobre la vida, la memoria, los vínculos que cambian nuestro rumbo y la belleza de perseguir un sueño, incluso cuando parece tarde.
Reencuentro con los recuerdos y las emociones
Una de las grandes virtudes de Navillera Curtain Call es cómo consigue que el lector vuelva a emocionarse sin necesidad de giros dramáticos ni artificios narrativos. La fuerza de este epílogo está en la calma, en el paso del tiempo, en lo que se dice con silencios y en lo que se recuerda con ternura. Chaerok ya no es el joven impulsivo y atormentado de los primeros volúmenes. Ahora es un hombre que reflexiona sobre lo vivido, que recuerda a Deokchul no solo como un maestro accidental, sino como una figura clave que lo empujó a ser mejor persona y artista.
A través de conversaciones, paseos por lugares familiares y pequeñas escenas del día a día, Hun y Jimmy nos muestran cómo el legado de Deokchul sigue vivo, no solo en los pasos de Chaerok sobre el escenario, sino también en sus decisiones, en la manera en que trata a los demás y en su forma de concebir el arte como un acto de generosidad.
El arte que emociona sin alardes
Visualmente, este volumen mantiene el estilo que caracterizó toda la serie: un dibujo sobrio, con colores suaves y composiciones limpias que realzan las emociones sin necesidad de artificios. Jimmy vuelve a demostrar que se puede emocionar con un gesto, con una postura corporal o con una mirada. Las escenas de ballet —menos numerosas que en los volúmenes anteriores— siguen siendo preciosas, aunque esta vez ceden protagonismo a los espacios vacíos, a las calles familiares, a los lugares donde se construyeron recuerdos.
El color sigue siendo uno de los elementos más potentes, con una paleta que combina melancolía y calidez. La ambientación urbana, los interiores sencillos y los flashbacks son retratados con un cuidado extremo, haciendo que cada página respire autenticidad.
Si Navillera nos enseñó que nunca es tarde para perseguir un sueño, Curtain Call nos recuerda que los verdaderos sueños no se apagan, simplemente cambian de forma. Este volumen emociona con su sencillez, con su humanidad, y con la delicadeza con la que trata el paso del tiempo. Es una obra que habla al corazón, que nos invita a recordar, y que cierra una historia inolvidable con una sonrisa melancólica y un aplauso silencioso.