Doc Pastor presenta 'El hijo de la hechicera': fantasía, dolor y esperanza desde el corazón
Doc Pastor regresa a las librerías con Los versos de la magia: El hijo de la hechicera, una novela de fantasía que, bajo su envoltorio mágico y colorido, encierra una historia profundamente personal. Tras obras como En tierra de demonios, el autor da un paso más en el uso del género como espejo emocional, trasladando vivencias propias al corazón de una narración destinada también a jóvenes lectores.
El huracán desde dentro: escribir desde la experiencia
Pastor reconoce que muchas de las experiencias reflejadas en El hijo de la hechicera se colaron en la historia sin que él fuera plenamente consciente. Criado en un entorno disfuncional, los ecos de esa infancia marcaron la novela desde su concepción, aunque solo al releer el manuscrito durante el proceso de producción fue capaz de identificarlos con claridad. "No puedes ver el huracán si estás en el ojo", afirma. Una afirmación que cobra peso cuando sus lectores de confianza, a quienes hace llegar el texto desde las primeras versiones, confirmaron que esa carga emocional era evidente desde fuera.
Entre la magia y la realidad
La acción se sitúa en Eskardia y Forest Rain, escenarios mágicos que remiten a la cultura pop y a los grandes referentes del género. En ese universo irrumpe un mensaje potente sobre el maltrato familiar y la superación del trauma. Lejos de resultar forzado, el equilibrio entre fantasía y realidad emocional surge de forma natural: "Los personajes están vivos y tienen sus propias ideas, tú solo puedes narrarlas". Pastor reivindica la ficción como territorio legítimo para tratar cuestiones complejas, igual que lo han hecho siempre la ciencia ficción y la fantasía.
Protagonistas con alma y espejo del autor
Candy y Antonikus, los personajes centrales, son muy distintos, pero ambos comparten una profundidad emocional que los hace humanos y cercanos. En palabras de Doc Pastor: "Son partes de mí, de mi vida y de mi historia. No es que hayan vivido lo mismo, pero los reconozco". El autor menciona también a Robert Jack, una versión idealizada de su yo adolescente, que aparece como cameo en la historia. Como todo escritor, Pastor reconoce que sus personajes acaban reflejando fragmentos de su identidad, aunque estos se diluyan o transformen en la ficción.
La imaginación como refugio y trinchera
Aunque confiesa no ser muy amigo del término "resiliencia", Doc sí defiende el poder de la imaginación para conectar, para sanar y para sobrevivir. Cita a figuras como Jack Kirby o Terry Pratchett como prueba de que la creatividad no tiene límites. "Todos tenemos ese libro, esa canción o esa película que nos reconforta". En ese sentido, El hijo de la hechicera se convierte en un acto de comunicación emocional con el lector.
Una novela con corazón, amistad y finales felices
"Me gustan los finales felices", admite el autor. Y pese a los momentos duros, la novela no escapa de esa filosofía. Al igual que en En tierra de demonios, Pastor construye un relato con esperanza, donde los personajes llegan a un lugar mejor tras enfrentarse al dolor. En una época saturada de ruido, reivindica el valor de la amistad verdadera, la familia elegida y el amor sincero. "Al final del día, todos sabemos con quién y dónde queremos estar".
Un equipo volcado en el mensaje
El trabajo visual de El hijo de la hechicera corre a cargo de Jöse Sénder, autor de la portada, y Marta Beren, encargada del diseño y maquetación. Pastor destaca lo cómodo y enriquecedor de la colaboración, especialmente al ver cómo ambos captaron y potenciaron la esencia emocional del libro. De hecho, ya está en marcha la segunda parte: Los versos de la magia: Cruce de caminos.
Una carrera poliédrica, un mensaje universal
Doc Pastor ha transitado por el ensayo, la divulgación, la literatura infantil y el pulp. Esta novela, sin embargo, ocupa un lugar especial por su carga emocional y por estar dirigida también a lectores jóvenes. "La vida es un lugar estupendo para estar. Cada día hay motivos para sonreír", afirma. Con referencias a películas como Me ha caído el muerto, el autor recalca que cada pequeño gesto y cada historia importan.
Contar lo que aún duele
El hijo de la hechicera no esquiva lo incómodo. Aborda el maltrato, las heridas emocionales y las familias disfuncionales con honestidad. El propio Pastor, muy activo en redes como TikTok, habla abiertamente de su experiencia personal, y recibe con frecuencia mensajes de lectores que agradecen esa franqueza. "Si alguien se ve reflejado y no le gusta, quizá eso sea algo bueno", apunta.
Para quienes se ven reflejados en Candy
"Candy somos todos", concluye. Y a quienes se identifiquen con su dolor o su deseo de libertad, Doc les lanza un mensaje claro: "Sigue adelante. Tienes derecho a ser tú mismo, a vivir en paz, a disfrutar. Todos merecemos convertirnos en la mejor versión de nosotros mismos, y esa lucha, aunque difícil, siempre vale la pena".