El universo de DOOM siempre ha sido sinónimo de violencia, caos y adrenalina. Pero en el corazón de su brutalidad hay un símbolo imparable: el Doom Slayer, también conocido como Doomguy. Con motivo del lanzamiento de Doom: The Dark Ages, viajamos al origen de esta figura mítica, desde sus inicios como marine desobediente hasta su ascensión como leyenda que desafía a los dioses y al infierno.
Advertencia: este artículo contiene spoilers de los títulos principales de la saga DOOM.
El nacimiento de una leyenda (DOOM, DOOM II y DOOM 64)
Todo comenzó con un simple soldado en un juego de 1993. Conocido solo como Doomguy, fue castigado por golpear a su comandante tras negarse a disparar contra civiles, y enviado como castigo a una base en Fobos, una de las lunas de Marte. Allí, bajo el mando de la UAC, fue testigo de cómo un experimento con portales al Infierno salió horriblemente mal.
Los demonios invadieron la instalación y masacraron a todos… menos a él. Sin refuerzos ni tiempo que perder, Doomguy empuñó su escopeta y se convirtió en el único muro entre la Tierra y la condenación. Cerró el portal con su brutal determinación, pero al regresar, descubrió que los demonios ya habían llegado a casa. En DOOM II, la Tierra está en ruinas, y su mascota, Daisy, fue asesinada. Eso no le sentó nada bien. Su venganza culminó con la derrota del Icon of Sin, un titán infernal con capacidad para invocar legiones demoníacas.Años después, en DOOM 64, el infierno volvió a abrirse. El Slayer, ya curtido por la guerra, lideraba ahora un escuadrón. Todos murieron menos él. Harto de jugar a la defensiva, tomó una decisión definitiva: entrar al Infierno y sellar el portal desde dentro, quedando atrapado por elección para seguir luchando eternamente.
El ascenso del Doom Slayer (entre DOOM 64 y DOOM 2016)
Pero el Infierno no lo quería ahí. Lo expulsaron, enviándolo a un mundo llamado Argent D’nur, hogar de los Night Sentinels, una orden de guerreros sagrados que protegían a los Wraiths, entidades que esparcían vida a través del cosmos. Allí, el marine fue acogido y entrenado, convirtiéndose en el más temido de los suyos: el Doom Slayer.
Durante esta era, fue bendecido por el Serafín, un poderoso Maykr que lo sometió a la Divinity Machine, otorgándole fuerza y velocidad sobrehumanas. Armada con el Crucible, una espada capaz de cortar hasta la energía demoníaca, el Slayer combatió no solo por la humanidad, sino por toda la existencia.
La traición llegó cuando Valen, comandante de los Night Sentinels y padre desesperado, entregó a su hijo a los demonios a cambio de su resurrección. Esta traición permitió que los ejércitos infernales capturasen a los Sentinels. El Slayer fue emboscado y atrapado en un sarcófago, encerrado por los demonios en una tumba eterna.
La marca del Doom Slayer
Incluso los demonios, en su brutalidad sin límites, aprendieron a temer un solo nombre: el del Slayer. Tras aniquilar al Gran Titán, una de las criaturas más temidas del Infierno, los sacerdotes demoníacos de los Templos de Sangre urdieron un plan para atrapar a la pesadilla que ellos mismos habían desatado.
El Slayer, consumido por su ansia de caza, fue atraído al interior de las criptas del Blood Keep, donde cayó en una trampa que culminó con el derrumbe del templo sobre él.
Aun así, no fue la muerte su castigo, sino el encierro: lo sellaron en un sarcófago maldito, marcando su tumba con el símbolo del Doom Slayer, un emblema ardiente que advertía a todo el Infierno de que el terror encerrado allí jamás debía ser liberado. Así, silencioso y sepultado en piedra, su leyenda pasó al mito...
hasta que el caos volvió a necesitarlo.
El despertar en la era moderna (DOOM 2016)
Siglos después, la UAC, ahora bajo el liderazgo del enigmático Samuel Hayden (en realidad el Serafín), volvió a experimentar con portales al Infierno, esta vez para extraer una nueva energía: Argent, refinada a partir de almas torturadas. Por supuesto, todo se fue al infierno, literalmente.
Cuando la invasión comenzó de nuevo, el Doom Slayer fue despertado de su prisión. Con un renovado arsenal y su ira intacta, arrasó demonios por Marte y la propia dimensión infernal. Olivia Pierce, la científica tras el nuevo culto demoníaco, se convirtió en un titán infernal, pero ni eso detuvo su furia. Sin embargo, tras acabar con ella, Hayden lo traicionó y lo envió de nuevo al Infierno, temeroso de lo que podría hacer si descubría toda la verdad tras Argent y los Maykrs.
El Guerrero Eterno se prepara para la Edad Oscura
A lo largo de DOOM Eternal y sus expansiones, el Slayer descubriría aún más sobre su origen, la conexión con el Padre (una entidad creadora), el papel de los Maykrs y su destino como destructor del sistema corrupto que gobernaba múltiples dimensiones.
Y ahora, en Doom: The Dark Ages, por fin exploraremos los orígenes más remotos del Slayer. Un pasado aún más primitivo y brutal que revela cómo un guerrero se convirtió en mito, y cómo su guerra contra el Infierno comenzó mucho antes de lo que pensábamos.
El legado oculto: de Wolfenstein a DOOM
Más allá de las hordas demoníacas y los portales al Infierno, la historia del Doom Slayer también tiene conexiones sorprendentes con otro clásico del videojuego: Wolfenstein. Según los propios creadores John Romero y Tom Hall, el Slayer sería descendiente directo de B.J. Blazkowicz, protagonista de Wolfenstein. La línea genealógica conecta a B.J. con el joven Commander Keen, y de ahí al Doomguy, que sería su nieto. Esta curiosa herencia se explora en la serie Doom RPG, donde el protagonista de Doom II RPG es identificado como Stan Blazkowicz, uniendo de forma canónica ambas franquicias. Incluso el propio Harbinger of Doom profetizó el regreso de un guerrero para enfrentarse a los descendientes de Blazkowicz. Este guiño cruzado también se menciona brevemente en Doom: Annihilation, ampliando así el mito del Slayer más allá de sus fronteras infernales.
Conclusión
El Doom Slayer no es solo un protagonista de videojuego: es un arquetipo de venganza, furia pura y voluntad inquebrantable. Su historia, tejida a través de eras, dimensiones y traiciones, convierte a la saga DOOM en algo más que disparos y sangre. Es la crónica de una guerra sin fin entre el hombre, el demonio y los dioses que los usan.