El Decreto Terminus: el fin secreto del Imperio de la Humanidad
Entre los secretos mejor custodiados del Imperio del Hombre, bajo las bóvedas de Titan y protegidos por las mentes más poderosas del Ordo Malleus, existe un documento tan antiguo como temido: el Decreto Terminus. Este no es un artefacto físico cualquiera ni un simple conjunto de órdenes estratégicas. Es, según las leyendas que solo los más altos mandos se atreven a susurrar, el último protocolo, la instrucción final que debe cumplirse cuando ya no quede nada que salvar.
Este artículo se adentra en lo más profundo del mito imperial. No hablaremos de flotas de batalla, ni siquiera de dioses oscuros o xenos. Hablaremos del fin absoluto, del botón de autodestrucción de una civilización que lleva diez mil años aferrándose a la supervivencia con uñas, dientes y rezos. Hablaremos del Decreto Terminus.
El origen de un documento prohibido
Según fuentes indirectas y registros codificados en la disformidad, el Decreto Terminus fue redactado por orden directa del Emperador de la Humanidad durante las últimas etapas de la Gran Cruzada. Algunos creen que fue concebido tras los primeros signos de corrupción en las legiones Astartes, como una medida desesperada ante una traición total. Otros sostienen que el Emperador ya preveía su inmovilización en el Trono Dorado, y que quiso dejar instrucciones para el caso en que su visión de la humanidad fracasara por completo.
El documento original, se dice, fue entregado en mano al Gran Maestre Supremo de los Caballeros Grises, quienes, desde su fundación secreta durante los días oscuros de la Herejía de Horus, han sido sus custodios. El Decreto se encuentra encerrado en una cripta estanca, protegida por sellos psíquicos, campos de nulidad y la voluntad conjunta de todos los grandes maestros que han ocupado el trono de Titan.
El contenido exacto del Decreto Terminus permanece desconocido. Ninguna fuente oficial del Adeptus Terra lo reconoce y todo intento de acceder a información sobre él es considerado herejía. Pero existen teorías.
Una de las más extendidas, incluso entre miembros del Ordo Malleus, es que el Decreto autoriza la aniquilación sistemática de la humanidad si esta cae completamente bajo el control del Caos. No se trataría de una retirada, ni de una estrategia de resistencia. Sería un protocolo para evitar que los poderes ruinosos obtuvieran el dominio total de las almas humanas.
Esto implicaría el uso de armas exterminatus a una escala sin precedentes, la reconfiguración del Astronomican para emitir una señal disruptiva, e incluso, se rumorea, la desactivación total del Trono Dorado para permitir que el Emperador muera de forma definitiva, disolviendo así su influencia sobre el warp.
Caballeros Grises: custodios del fin
Los Caballeros Grises, la 666ª orden de los Astartes y brazo ejecutor del Ordo Malleus, son los únicos que conocen la ubicación, naturaleza y posible activación del Decreto Terminus. Según informes del Adeptus Astra Telepathica, sus bibliotecarios poseen cánticos de activación inscritos en lenguas muertas, y su nave capital, el Benemortis, contiene un arca sellada conectada al protocolo.
Muchos eruditos creen que el Gran Maestre Supremo no está solo en la custodia del Decreto. Se dice que existen nueve llaves cognitivas, implantadas en la mente de los grandes maestres de cada Hermandad. Solo su voluntad colectiva podría desbloquear el acceso al texto.
Repercusiones filosóficas y religiosas
La existencia del Decreto Terminus plantea cuestiones metafísicas de gran calado. Si el Emperador, guía eterno de la humanidad, contempló su posible destrucción como una alternativa viable, entonces ¿qué es más sagrado: la vida humana o su independencia espiritual del Caos?
La Eclesiarquía se ha negado en múltiples ocasiones a confirmar o negar la existencia del Decreto. Algunos de sus miembros más radicales lo consideran una prueba de que el Emperador es un dios que prefiere sacrificar la carne para salvar el alma. Otros lo consideran herejía tecnocrática propia del Mechanicus o del Malleus.
El rumor de su activación durante la Era Indomitus
Desde la apertura de la Gran Grieta, múltiples sectores del Segmentum Obscurus han sido tragados por tormentas disformes permanentes. Mundos enteros han desaparecido del mapa imperial, y algunas señales astropáticas sugieren que el Decreto Terminus fue consultado durante la campaña de Octarius.
Los informes de ciertos mundos como Nekkaris Secundus o Pale Hold indican que sus poblaciones fueron arrasadas no por invasores, sino por fuerzas propias del Imperio. En al menos dos de estos planetas se detectaron escuadras de Caballeros Grises que, tras su despliegue, borraron toda presencia de vida y destruyeron archivos planetarios completos.
Una alternativa al Apocalipsis
Existen interpretaciones menos destructivas del Decreto. Algunos eruditos del Mechanicus sugieren que en realidad se trata de un conjunto de instrucciones para reiniciar el Imperio: una doctrina de reconstrucción total, que incluiría la activación de protocolos de IA sagrada, apertura de enclaves secretos como Nemesis Alpha, y la liberación de STCs completos para relanzar la civilización humana bajo nuevos preceptos.
Esto lo convertiría no en un fin, sino en un renacimiento tras una purga total. Una nueva Gran Cruzada sin lastres, sin corrupción, sin viejas creencias.
El dilema del fin: ética contra pragmatismo
En el fondo, el Decreto Terminus representa una idea tan antigua como brutal: si no puedes salvar algo, destrúyela antes de que se convierta en tu enemigo. Para los Caballeros Grises, que viven en los umbrales de la locura demoníaca, esta lógica no es nueva.
Pero para el resto del Imperio, para los miles de millones de humanos que rezan cada día al Emperador, el Decreto es un cuchillo apuntando al corazón mismo de su fe. La idea de que sus protectores puedan exterminarlos en nombre del "bien mayor" es una verdad demasiado oscura como para aceptarla.
Conclusión: el último recurso que nunca debería usarse
Mientras la galaxia se consume en guerra y los vientos disformes soplan cada vez con más fuerza, el Decreto Terminus permanece dormido. Sellado. Esperando una orden que nadie quiere dar, pero que alguien podría verse obligado a ejecutar.
Porque si hay algo que define al Imperio del Hombre es su voluntad de sobrevivir... cueste lo que cueste. Incluso si la única forma de sobrevivir es no dejar nada para que el enemigo lo reclame.