El cómic histórico europeo tiene en Soy mi sueño una de sus obras más evocadoras y simbólicas. Publicada por Norma Editorial, esta novela gráfica supone el regreso del tándem creativo formado por Felipe Hernández Cava y Pablo Auladell, ambos ganadores del Premio Nacional del Cómic. Tras el impacto de Lubianka, donde abordaban la represión soviética, esta vez los autores se sumergen en una exploración de la identidad y la libertad en el contexto de la Segunda Guerra Mundial.
La historia sigue a Erich Hafner, un comandante de la Luftwaffe que, tras estrellarse en la península de Crimea en 1942, es rescatado por Solaya, una anciana chamana tártara. A partir de ese momento, su realidad se fragmenta en un viaje introspectivo que lo lleva a confrontar su pasado y a replantearse el sentido de su existencia. Hafner es un hombre que ha intentado definirse a través de la guerra, del poder y de la disciplina militar, pero en este punto de su vida, la línea entre lo real y lo onírico se desdibuja, abriendo una posibilidad de redención.
Una narrativa que trasciende el tiempo
Uno de los grandes aciertos de Soy mi sueño es su estructura fragmentada y su diálogo con el mito. Auladell y Hernández Cava no construyen un relato lineal, sino que juegan con saltos temporales y capas narrativas donde el pasado, el presente y el futuro convergen. Hafner revive su infancia en Dresde, marcada por la admiración a los ángeles de Rafael en la pinacoteca de la ciudad y por el peso de una herencia conflictiva: hijo de un piloto de la Primera Guerra Mundial y de una madre judía amante del arte, su identidad es un crisol de contradicciones.
Solaya, por su parte, representa la sabiduría ancestral, la voz que lo enfrenta a su propia humanidad y lo impulsa a elegir su destino. A medida que avanza la historia, queda claro que Hafner no solo lucha por su supervivencia, sino también por definir quién es fuera del marco del nacionalsocialismo que ha dictado su vida.
El arte de Auladell: una atmósfera pictórica y evocadora
El estilo visual de Pablo Auladell es un pilar fundamental de la obra. Con un trazo difuminado y una paleta de colores apagados, crea una atmósfera espectral y melancólica que refuerza el tono onírico del relato. La fusión entre ilustración y narrativa poética es total, logrando que cada viñeta transmita sensaciones de levedad y pesadumbre al mismo tiempo.
La composición de las páginas alterna entre viñetas convencionales y grandes paneles donde las imágenes respiran, permitiendo que el lector se detenga a contemplar la sutileza del trazo y la profundidad de la propuesta artística. Cada página de Soy mi sueño es una pieza pictórica que dialoga con el texto, reforzando la reflexión filosófica de la obra.
Reflexión sobre la memoria y el destino
Más allá de la historia de Hafner, Soy mi sueño se erige como una meditación sobre el concepto de verdad y las estructuras impuestas por la historia. Como bien se menciona en la introducción del volumen, los autores toman el mito de Ícaro y lo resignifican, convirtiendo a Hafner en un hombre que busca su propia redención sin saber si caerá al abismo o si logrará volar libremente.
Esta obra invita a cuestionar las certezas absolutas y el fanatismo ideológico, presentando un personaje que se encuentra en el umbral entre la expiación y la condena. Es un cómic que interpela al lector y lo obliga a posicionarse frente a la complejidad del ser humano.
Edición de Norma Editorial
Norma Editorial presenta Soy mi sueño en un formato de cartoné de 22 x 29,5 cm, con un total de 76 páginas a color. La edición respeta la calidad de la ilustración de Auladell, con un acabado que potencia la textura de su trazo y el uso de sombras que caracterizan su estilo.
A un precio de 23 euros, este volumen es una adquisición imprescindible para los amantes de la bande dessinée, el cómic filosófico y las obras que exploran la condición humana desde una perspectiva artística y narrativa.