Dravura Morkath en Warhammer 40K: la hija falsa del Caos y la voz del Will of Eternity
En los oscuros anales del Caos, donde los designios del Abismo se mezclan con traiciones, ilusiones y herejía, hay nombres que solo resuenan en susurros entre los condenados. Uno de ellos es Dravura Morkath, una figura que personifica a la perfección la brutalidad emocional y la manipulación absoluta que define a los siervos de Abaddon el Saqueador.
Más que una simple sirviente, Dravura fue una creación diseñada con un propósito: conectar al Señor de la Guerra del Caos con uno de los artefactos más poderosos de la galaxia, la Fortaleza Negra Will of Eternity. Pero su historia va mucho más allá de su utilidad. Su lealtad inquebrantable, su origen artificial y su trágico final la convierten en uno de los personajes más inquietantes del reciente trasfondo de Warhammer 40K.
Creada para servir: el origen de Dravura Morkath
A los ojos de quienes la conocieron, Dravura era una psíquica poderosa, nacida en el interior de la propia Will of Eternity, una Fortaleza Negra antigua y consciente. Según sus memorias, ella fue “hija” del propio artefacto, una emisaria nacida para comunicarse con quienes se atrevieran a cruzar sus corredores oscuros.
Pero esa historia no era más que una mentira. La verdad es mucho más fría y perversa: Dravura Morkath fue creada en un laboratorio por los apotecarios de la Legión Negra, utilizando genética humana combinada con fragmentos de Noctilith, un mineral oscuro vinculado a la tecnología de disrupción de la disformidad. Este componente le otorgó la capacidad de conectar directamente con la conciencia del Will of Eternity.
Abaddon necesitaba una interfaz viva con la Fortaleza Negra, y creó una “hija” no por amor, sino por estrategia. Desde su “infancia”, Dravura fue adoctrinada para creer que era una hija elegida del artefacto y que su único propósito era servir a su padre adoptivo: el propio Abaddon.
Portadora de la copa y esclava de la ilusión
En el entorno de la Legión Negra, Dravura Morkath fue designada como la portadora de la copa de Abaddon, una posición simbólica que la colocaba siempre cerca del Señor de la Guerra. Su fanatismo era absoluto, alimentado por años de condicionamiento y una necesidad insaciable de aprobación. Pero su presencia era incómoda para muchos, especialmente entre los Chosen de Abaddon, como Urkanthos, con quien mantenía una relación hostil.
Pese a las tensiones internas, Morkath fue clave en el funcionamiento operativo del Will of Eternity. Sus habilidades psíquicas y su conexión con la estructura permitieron que Abaddon la utilizara como catalizador para controlar la Fortaleza. A través de ella, canalizaba energía, emitía órdenes y establecía coordinación con otros artefactos oscuros del Caos.
La caída de Cadia y la traición final
Durante la última etapa de la Decimotercera Cruzada Negra, Abaddon dirigió su ataque final sobre Cadia, el bastión imperial que durante milenios contuvo a las fuerzas del Ojo del Terror. La Fortaleza Negra Will of Eternity fue una de las piezas clave en el asalto, y Dravura permanecía en su interior, confiando en que la victoria le permitiría demostrar su valía definitiva ante su “padre”.
Pero lo que Morkath no sabía era que Abaddon ya había decidido sacrificarla. El Will of Eternity, dañado tras enfrentarse a la nave Phalanx de los Puños Imperiales, fue convertido en un misil. Abaddon lo lanzó directamente contra la superficie de Cadia, ignorando por completo las súplicas o esperanzas de su devota “hija”.
Y sin embargo, Dravura no se reveló ni lloró su destino. Hasta el último segundo creyó que estaba cumpliendo su papel. Se sintió feliz de ser útil, incluso al precio de su vida. Antes del impacto, envió su alma al núcleo del Will of Eternity, fusionándose con la estructura en un último acto de entrega absoluta.
Dravura Morkath: víctima y verdugo
La historia de Dravura Morkath no es solo la de una sirviente leal. Es la historia de una marioneta cuya existencia entera fue tejida con mentiras. Creada para adorar, diseñada para obedecer, sacrificada sin compasión. No fue una guerrera del Caos por convicción, sino por programación. No nació para luchar, sino para ser utilizada.
Y eso es lo que la hace tan aterradora.
Porque en el Imperio, al menos los soldados creen en su causa. En el Caos, hasta los más fieles pueden ser diseñados desde cero, manipulados y eliminados como herramientas rotas. Morkath no solo fue traicionada por Abaddon: fue traicionada desde su primer aliento.
La voz silenciada de un arma viviente
Hoy, la Will of Eternity yace en ruinas, los restos de Cadia flotan entre las estrellas, y Dravura Morkath se ha perdido para siempre. Pero su historia perdura como una advertencia para todos los que sirven a los poderes oscuros. Incluso los que creen tener un lugar especial en el corazón de su señor… pueden ser simples piezas prescindibles.
Y quizás, en lo más profundo del Warp, su alma aún murmura entre las ruinas de la Fortaleza Negra, recordando a un “padre” que nunca la quiso… y a una galaxia que solo la conoció como un instrumento del horror.