Recientemente, Norma Editorial lanzaba el tomo 10 del fantástico seinen para lectores con estómago y fans de lo bizarro, JAGAAN.
Jagaan (ジャガーン) está guionizado por Muneyuki Kaneshiro e ilustrado por Kensuke Nishida, dibujante a quién ya conocíamos del spinoff I Am a Hero in Nagasaki. La serie tiene hasta la fecha doce tomos publicados en Japón y continúa abierta, publicándose mensualmente en la revista Big Comic Spirits de la editorial Shogakukan.
Norma Editorial nos los ofrece en el habitual formato tankoubon rústica con sobrecubiertas B6 de 13x18,2 cm idéntico al japonés, en cuyo interior encontramos 192 páginas en blanco y negro.
Norma Editorial nos los ofrece en el habitual formato tankoubon rústica con sobrecubiertas B6 de 13x18,2 cm idéntico al japonés, en cuyo interior encontramos 192 páginas en blanco y negro.
Han pasado 5 meses desde los sucesos acontecidos en DEADER LAND. Tras una lucha a muerte de lo más extrema, la traición de Mikazuchi y unas ristra de cadáveres bastante importante, Nômen Nômans realiza una serie de declaraciones en televisión que no solo convierten a Shintarô Jagasaki en uno de los hombres más buscados, si no que ofrece la fracturación a todo aquel que lo desee.
Rompiendo por completo el status quo por el que se regía la sociedad, el ofrecer la fracturación a todo el que lo desee genera una especie de caos controlado, con gente que usa sus nuevos poderes para el bien y otros que lo utilizan para dar rienda a sus maldades más retorcidas.
En medio de todo esto Jagaan, nombre por el que ya todo el mundo conoce a Shintarô Jagasaki, continúa en las sombras con su plan para detener DEADER LAND, con la idea de utilizar para ello a otro fracturado infiltrado al que controle con uno de sus peculiares proyectiles.
Así es como termina conociendo a Yukimaru, un joven fracturado incompleto fruto del mismo parque de atracciones y poseedor de una velocidad sobrehumana y todo un abanico de habilidades que pensaba utilizar para aniquilar a Jagaan... hasta que su primer encuentro les lleva a cooperar juntos en un extraño equipo.
Infiltrado en Deader Land a las ordenes de Jagaan, Yukimaru avanzará poco a poco con un único objetivo: eliminar a la rana que produce los renacuajos capaces de crear a estos fracturados incompletos...
Con un bizarro planteamiento, una historia explícita y unas viñetas repletas de ultraviolencia, diseños totalmente surtidos de la locura y la depravación se presenta un manga que claramente no está dirigido a todo el mundo y que puede herir la sensibilidad de aquellos lectores menos avezados.
Muneyuki Kaneshiro no se corta un pelo y es capaz de destruir las normas preestablecidas en la sociedad para construir sobre los pilares de sus ruinas a unos personajes totalmente incorrectos que, de alguna manera, son los héroes de una trama que simplemente me encanta al ser capaz de desafiar precisamente esa rectitud social.
Acompañándole tenemos a Kensuke Nishida, quién es capaz de plasmar sin complejos toda la brutalidad necesaria para dejarnos boquiabiertos y deseosos de aun más salvajismo... algo que seguramente podremos ver y disfrutar en sus siguientes tomos.