Reseña de Jirokuraku vol 7, de Yûji Kaku - Norma Editorial

 Reseña de Jirokuraku de Yûji Kaku - Norma Editorial

Norma Editorial publicaba con sus recientes novedades el tomo 7 de Jirokuraku, obra original de Yûji Kaku y uno de los shonen más molones de los que han sido lanzados recientemente.

Reseña de Jirokuraku de Yûji Kaku - Norma Editorial

Jigokuraku (地獄楽) se publicó semanalmente de forma gratuita en la aplicación Shōnen Jump+ desde el 22 de enero de 2018 al 25 de enero de 2021, recopilándose en un total de 13 volúmenes tankōbon. 

Recientemente se anunciaba una próxima adaptación anime en proceso.

Norma Editorial publica el manga en una edición que emula a la perfección el formato tankoubon japonés, en un rústica con sobrecubierta de 11,5x17 cm en cuyo interior encontramos 208 páginas en blanco y negro que reúnen los capítulos 57 al 66.

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Jigokuraku: Viaje al Infierno.

Anteriormente veíamos como nuestro protagonista Gabimaru, el ninja más fuerte del clan Iwagakure conocido en todas partes como "el Vacío", partía junto a toda una serie de asesinos seleccionados a la isla de Shinsenkyô para conseguir el Elixir de la Vida... acompañados de su verdugo, un Yamada Asaemon, que se asegurará de que cumplan la misión encomendada.

El tema es que esta isla está más lejos de ser un paraíso y más cerca de ser el infierno: toda una suerte de monstruos masacran a los asesinos al llegar, separándolos y convirtiendo la misión en algo mucho más desesperado. Y no solo ellos: Los más peligrosos son los Tensen, 7 seres inmortales que en una vida de excesos se centran en desarrollar el Tao, una fuerza interior que los eleva por encima de todos los demás seres y les impide recibir daño... a no ser que se trate de otro usuario del Tao.

Tras algunos enfrentamientos contra ellos ahora los usuarios ya han comprendido y dominado en buena parte el uso del Tao, por lo que la misión ha cambiado radicalmente y el equipo protagonista da inicio a una misión cuyo objetivo es robar a los Tensen dicho elixir y escapar de la isla, asaltando para ello los templos del enemigo.

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En otro orden de cosas tenemos a Aza Chôbê, quién tras haber perdido por completo el control en la última batalla ha decidido unirse a los Tensen y convertirse en uno de ellos para dominar esta extraña nueva fuerza... lo que le permite no solo entrar en sus templos, si no descubrir en el proceso los macabros detalles que se encuentran tras el destilamiento del Tao de los seres vivos.

Por otro lado los problemas siguen creciendo con la llegada de un nuevo grupo llegado a la isla por orden del Shogunato y cuyo mayor problema parece ser Shugen, un miembro del clan Yamada que no solo es un genio con la espada y un ser humano con una enorme predisposición para dominar el Tao... si no también un sociópata cuya peculiar ética pondrá aun más en peligro la supervivencia de los protagonistas.

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Jigokuraku se presenta a ratos como una violenta historia de acción, a ratos como un thriller psicológico y a ratos como una trama de horror repleta de misterio digna de Junji Ito. La obra de arte de Kaku es fluida y, aunque al principio puede costar acostumbrarse a su trazo, pronto logra que nos sumerjamos en escenas espantosas representadas con una especie de belleza enfermiza.

A esto sumamos su desarrollo de toda la mitología de los Tensen que gana interés prácticamente en cada página hasta convertirse en uno de los focos principales de este tomo, amén de la aparición de Shugen, un nuevo personaje que dará mucho que hablar en los próximos tomos.

El peso de la historia poco a poco nos hechiza, pasando de una historia de ninjas y samurais a un battle royale, y antes de darnos cuenta, en una de misterio repleta de infernales y bizarros demonios inhumanos.