Cómic: Reseña de Lo que más me gusta son los monstruos

Lo que más me gusta son los monstruos (Emil Ferris, Reservoir Books, Barcelona, 2018), novela gráfica ganadora de varios galardones como el premio a mejor Cómic Internacional del Salón Internacional del Cómic de Barcelona 2019, nos adentra en la vida de Karen Reyes. A esta niña de diez años le apasionan los monstruos de las historias de terror. Se siente identificada con el hombre lobo. Un día asesinan a su vecina Anka Silverberg, una mujer que sobrevivió al Holocausto. La historia se ambienta en el Chicago de 1968. El homicidio del presidente Kennedy está reciente. El del doctor King es inminente. La protagonista documenta sus experiencias vitales en un diario ilustrado. La autora, por su parte, nos presenta la obra igual que Karen recoge sus vivencias. A modo de libreta, Ferris combina una prosa trepidante con dibujos mediante la técnica de arte con bolígrafo. El resultado es fascinante.


El homicidio de Anka Silverberg conmociona a Karen Reyes. Ella le tenía cariño a su vecina. Su pérdida marcará un punto de inflexión en la vida de la pequeña. En vista de que la investigación policial no avanza, la chiquilla decide realizar averiguaciones por su cuenta. Deambula por el vecindario vestida con un sombrero y una gabardina de su hermano mayor, Deeze, preguntando al viudo de la víctima y a los sospechosos que han sido interrogados ya por los agentes de la ley. Se desconoce quién es el culpable. En casa de los Silverberg, Karen halla unas grabaciones donde Anka le relata su biografía a un periodista que la quiso entrevistar por ser ella una superviviente del Holocausto. A pesar de los años de aquella atrocidad, el recuerdo de dicha época seguía vivo en la memoria de la joven.

Esta novela gráfica está habitada por monstruos. Encontramos de dos tipos. Ficticios y reales. Los que pueblan el pasado de la mujer asesinada y el presente de la protagonista son humanos retorcidos que fustigan al diferente. Personas racistas, elitistas o misóginas que abusan de su poder social ante alguien que, a ojos de una gran parte de la sociedad, carece de él. Estos seres maléficos deambulan a finales de los años sesenta del siglo pasado. Merodean por las calles disfrazados de gente respetable y ocultan su verdadero rostro. Karen se encuentra en una edad de cambios. Se acerca la pérdida de la inocencia. En este contexto matan a su vecina.


Vampiros, licántropos o muertos vivientes son algunos de los entes sobrenaturales que fascinan a la protagonista. Ella misma se representa como una niña lobo ataviada con su gabardina y sombrero grandes. En toda la obra la vemos con este aspecto. Personifica sus fantasías más profundas. Esta disociación con su rostro real surge de ser consciente de que caracterizarse como bestia antropomórfica la protege de los monstruos con los que convive en su día a día. Adora las películas de terror protagonizadas por estos seres y las historietas sobre ellos en los magacines de estética Esta pasión la plasma dibujando.

Lo que más me gusta son los monstruos refleja en su estructura, diseño y narración el diario ilustrado de Karen. La obra se presenta mediante hojas de libreta donde se combina texto y dibujos realizados a bolígrafo de la realidad e imaginación de la protagonista. Esta novela gráfica se estructura en capítulos cuyo contenido percibimos a través de portadas de revistas como Ghastly, Dread o Terror tales. Todas ellas están inspiradas en magacines reales de aquellos años. Por otro lado, a la fascinación por recrear entes sobrenaturales se le suma la pasión de la niña por el arte. Ella visita asiduamente el Instituto de arte de Chicago, su museo favorito. Los cuadros mostrados a lo largo de esta obra dialogan con el transcurso de la trama. Cada pintura plasma lo que Karen piensa o siente en aquel momento. Ferris al concebir esta historia con la técnica a bolígrafo combina páginas donde predomina el blanco sobre negro y otras en las que abundan los colores, especialmente el azul. La inclusión de guiños al género de terror así como el detallismo sobre el arte pictórico enfatiza la narración de esta brutal novela gráfica.


Este libro es solo la primera parte. La historia de Karen Reyes, la verdad sobre el asesinato de Anka Silverberg y la denuncia social que abunda en las páginas de esta narración ilustrada quedan inconclusas. El cierre o no de la trama se descubrirá en el segundo volumen que aún no ha sido traducido al español.