Reseña de Jirokuraku vol. 4, de Yûji Kaku - Norma Editorial

Norma Editorial lanzaba con sus novedades de este febrero el tomo 4 de Jirokuraku, obra original de Yûji Kaku y uno de los shonen más molones de los que han sido lanzados recientemente.

Reseña de Jirokuraku vol. 4, de Yûji Kaku - Norma Editorial

Jigokuraku (地獄楽) se publicó semanalmente de forma gratuita en la aplicación Shōnen Jump+ desde el 22 de enero de 2018 al 25 de enero de 2021, recopilándose en un total de 13 volúmenes tankōbon. 

Recientemente se anunciaba una próxima adaptación anime en proceso.

Norma Editorial publica el manga en una edición que emula a la perfección el formato tankoubon japonés, en un rústica con sobrecubierta de 11,5x17 cm en cuyo interior encontramos 208 páginas en blanco y negro que reúnen los capítulos 27 al 36.


Jigokuraku: Viaje al Infierno.

Reseña de Jirokuraku vol. 4, de Yûji Kaku - Norma Editorial
Anteriormente veíamos como nuestro protagonista Gabimaru, el ninja más fuerte del clan Iwagakure conocido en todas partes como "el Vacío", partía junto a toda una serie de asesinos seleccionados a la isla de Shinsenkyô para conseguir el Elixir de la Vida... una misión de la que hasta ahroa solo han vuelto cadáveres convertidos extrañamente en flores.

El problema es que todos ellos viajan acompañados de su verdugo, un Yamada Asaemon, que se asegurará de que cumplan la misión encomendada.

En compañía de Sagiri, Gabimaru acepta, comenzando así una relación tenue entre prisionero y verdugo mientras se embarcan en un viaje a una isla extraña cuya exploración inicial ya deja claro que esto no va a ser nada sencillo: No solo los propios criminales compiten cruelmente por ser los ganadores de dicha libertad, si no que pronto los monstruos comienzan ha hacer aparición, transformando la idílica isla en un horrible infierno.

El tema es que esta isla está más lejos de ser un paraíso y más cerca de ser el infierno: toda una suerte de monstruos masacran a los asesinos al llegar, separándolos y convirtiendo la misión en algo mucho más desesperado.

Reseña de Jirokuraku vol. 4, de Yûji Kaku - Norma Editorial
A esta altura de la historia, Gabimaru ha terminando dando con los extraños seres que regentan la isla: Los Tensen son 7 seres inmortales que en una vida de excesos se centran en desarrollar el Tao, una fuerza interior que los eleva por encima de todos los dem´s seres y les impide recibir daño... a no ser que se trate de otro usuario del Tao.

Pero tras un primer enfrentamiento, las cosas empiezan a no resultar tan fáciles para los Tensen. Esta vez los que han venid a su isla (y han sobrevivido) son verdaderos monstruos... bestias asesinas cuya destreza en el terreno del combate les otorga la capacidad de comprender el Tao mucho más rápido de lo que se podría esperar.

Este volumen de hecho se centra en el desarrollo y comprensión del Tao por parte tanto de Gabimaru como de los hermanos Chobe y Toma, dos personajes que al principio parecían sumarse a la pila de cadáveres... y en su lugar se han convertido en mis asesinos favoritos.


Reseña de Jirokuraku vol. 4, de Yûji Kaku - Norma EditorialReseña de Jirokuraku vol. 4, de Yûji Kaku - Norma Editorial

Reseña de Jirokuraku vol. 4, de Yûji Kaku - Norma Editorial
Jigokuraku se presenta a ratos como una violenta historia de acción, a ratos como un thriller psicológico y a ratos como una trama de horror repleta de misterio digna de Junji Ito.

La obra de arte de Kaku es fluida y, aunque al principio puede costar acostumbrarse a su trazo, pronto logra que nos sumerjamos en escenas espantosas representadas con una especie de belleza enfermiza.

A esto sumamos su desarrollo de toda la mitología de los Tensen que gana interés prácticamente en cada página hasta convertirse en uno de los focos principales de este tomo.

El peso de la historia poco a poco nos hechiza, pasando de una historia de ninjas y samurais a un battle royale, y antes de darnos cuenta, en una de misterio repleta de infernales y bizarros demonios inhumanos.