Este febrero de 2021 Norma Editorial lanzaba el tomo 18 de uno de los manga shonen más de moda actualmente: Fire Force (En En no Shōbōtai), obra original del creador de Soul Eater, Atsushi Ohkubo, quién además venía como invitado al pasado 25 Manga Barcelona, oportunidad gracias a la cual pudimos hacerle una entrevista.
Ohkubo lanzó la serie en la revista Weekly Shonen de Kodansha en septiembre de 2015. Además, cuenta con una espectacular adaptación anime realizada por el estudio de animación David Production que ya cuenta con dos temporadas.
Norma Editorial nos ofrece este manga en una edición tankoubon idéntica a la japonesa, un rústica con sobrecubierta de 11,5 x 17,5 cm en cuyo interior encontramos 192 páginas en blanco y negro.
En el año 198 de la Era Solar en Tokio, las brigadas especiales de bomberos luchan contra un fenómeno llamado combustión humana espontánea donde los seres humanos se convierten en infiernos vivos. Mientras que los infernales son casos de primera generación de combustión humana espontánea, las generaciones posteriores poseen la capacidad de manipular las llamas mientras retienen su forma humana. Shinra Kusakabe, un joven con habilidad para encender sus pies a voluntad, se une a la rigada Antiincendios 8, que está compuesta por otros usuarios de llamas de diferentes generaciones mientras trabajan para extinguir cualquier Infernal que encuentren. Cuando aparece una facción que está creando Infernales, Shinra comienza a descubrir la causa del misterioso incendio que mató a su familia 12 años antes...
En este tomo las protagonistas son las chicas y no hay duda de ello. Después de montones de sucesos que han hecho avanzar la historia, nos encontramos al abrir el volumen con una pequeña pausa que nos permite un breve descanso.
La Bala Escarlata, uno de los asesinos de los encapuchados blancos, toma la narrativa mientras se somete a un entrenamiento brutal para poder superar a Tamaki Kotatsu y su modo "perversión suertuda".
Incapaz de hacer frente a todos esos momentos ecchi, el guerrero se somete a un entrenamiento que va de ver pelis porno a visitar cabarets, todo para poder enfrentarse a su némesis... mientras la pobre Tamaki va quedando con él sin tener muy claro de que va la copla.
El resultado es un inicio super hilarante, antes de pasar al tema principal, en el que centramos nuestra atención en Maki Oze y su peculiar familia...
Cuando el inspector Takigi, su hermano, resulta gravemente durante una investigación en el Inframundo, su padre Danrô Oze, general del ejército del Imperio y cabeza de la familia, decide realizar una operación conjunta bajo sus órdenes con el octavo y el segundo escuadrón, pero al mismo tiempo aprovecha para ordenar a Maki que abandone su puesto en el cuerpo de bomberos y regrese al ejercito para realizar tareas administrativas y así tener a su hija a salvo.
Por supuesto la orden afecta y mucho a Maki, cuando el propio Hinawa acepta este traslado y la muchacha de armas tomar termina en un escritorio entre papeles... ¿La veremos regresar a su puesto en la octava?
Por otro lado da inicio la misión en el Inframundo, que se complica mucho y muy rápido cuando nada más entrar, los equipos formados por miembros del segundo y octavo escuadrón se encuentran con toda una legión de infernales zombificados y unos letales encapuchados blancos que ponen en peligro sus vidas...
Atsushi Ōkubo continúa contándonos esta cada vez más loca historia con su narrativa directa, simple y fácil de seguir para cualquier lector de shonen, con todos los clichés que se puedan imaginar en este género.
Artísticamente podemos ver su estilo característico, claramente evolucionado de todo lo aprendido en anteriores tomos y durante su anterior Soul Eater. Con solo mirar sus escenas de acción evocamos inmediatamente su trazo y estilo de dibujo y sus encuadres de viñetas, con ese toque "alocado" que ya nos cautivó la primera vez y sus sonrisas serradas, marca de la casa Ohkubo.