El regreso del Caballero Oscuro es un hito en el mundo del cómic desde que revolucionara el género por completo en 1986. Tras haber retomado aquella versión del Universo DC para lanzar en 2015 su tercera parte, The Dark Knight III: The Master Race, en 2016 el legendario Frank Miller decidió que aun le quedaba mucho que explicar al presentar el cómic El regreso del Caballero Oscuro: La última cruzada,en el cual se unía a los lápices de John Romita Jr.
Parece que este equipo creativo cuajó muy positivamente, y este año el universo de Miller continuaba creciendo con el lanzamiento de Superman: Year One / Año Uno. Una nueva serie que ECC Ediciones nos ha traído rauda y veloz a nuestro país, publicándola solo unos meses después de su lanzamiento en USA, y que ahora regresa recopilada en un único tomo.
La editorial nos ofrece la colección bajo el sello Black Label, sello que se centra en tramas más oscuras de los personajes más icónicos de DC, todo a cargo de creadores estrella como Geoff Johns, Phil Jimenez, Greg Rucka y Kelly Sue DeConnick. Y lo hace en un precioso cartoné gran formato (216x276 mm) de 224 páginas a todo color.
Superman: Año Uno, de Frank Miller y John Romita Jr.
Aunque hemos visto ya todo tipo de versiones de Superman, habitualmente lo normal es encontrarlo como un héroe querido, un icono de la esperanza para el desfavorecido.
Pero en otras versiones, se nos muestra como el polo opuesto a este concepto. Y por lo que parece en esta primera entrega, Miller ha decidido tirar por esta vertiente para presentar a un sociópata espeluznante y calculador.
Quizá este Superman se hubiera sentido diferente si esta actitud hubiera ido floreciendo con su madurez, pero Miller parte desde el mismísimo inicio de su vida, y nos muestra ua a un bebé kriptoniano un control mental sutil para hacer que Jonathan Kent lo lleve a casa.
¿Miller nos está mostrando un Kal-el que manipuló a la humanidad desde que puso su primer pie en la Tierra?
¿Miller nos está mostrando un Kal-el que manipuló a la humanidad desde que puso su primer pie en la Tierra?
Las páginas en las que se nos muestra el crecimiento de Clark ya nos permiten ver como de diferente es del resto de la humanidad. Incluso en la escuela, mira a los otros niños con paternalismo, protegiéndolos de los matones en secreto con sus poderes. Los textos de Miller nos dicen que Clark protege a los marginados como su rebaño.
Pero no hay bondad ni afinidad en estos gestos. Las acciones de Clark se muestran calculadas y egoístas, un sociópata que decide actuar de acuerdo a su concepto de bondad pero que se aleja totalmente de sus semejantes, mientras piensa como continuar con la farsa de su disfraz de humano.
La narrativa de Miller aun lo hacen sentir más espeluznante. Quizá sin ellos, las acciones de Clark no se verían tan turbias, pero el contexto que aportan lo hacen ver como un monstruo sin alma manipulando a todos los que le rodean.
La narrativa de Miller aun lo hacen sentir más espeluznante. Quizá sin ellos, las acciones de Clark no se verían tan turbias, pero el contexto que aportan lo hacen ver como un monstruo sin alma manipulando a todos los que le rodean.
Solo hay que leer entre lineas (sin mucho esfuerzo) para observar el fascismo implicito en Clark, un hombre fuerte que protege a débiles indefensos para luego guiarlos como un mesías que se siente absolutamente superior a ellos en todo.
El sexismo está presente en el personaje de Martha Kent, una madre nerviosa y sobreprotectora que es constantemente socavada por su esposo Jonathan Kent, un hombre pasivo-agresivo y engañoso. Y Lana Lang es una princesa idealizada para ser salvada de una violación, el premio para el héroe. De alguna manera, todo termina sintiéndose anticuado y fuera de lugar, claramente afectado por los ideales de Miller.
El sexismo está presente en el personaje de Martha Kent, una madre nerviosa y sobreprotectora que es constantemente socavada por su esposo Jonathan Kent, un hombre pasivo-agresivo y engañoso. Y Lana Lang es una princesa idealizada para ser salvada de una violación, el premio para el héroe. De alguna manera, todo termina sintiéndose anticuado y fuera de lugar, claramente afectado por los ideales de Miller.
A diferencia de lo que vimos en la película Brightburn (el hijo), este Superman ha decidido dignarse a ser amable con la gente en lugar de asesinarlos a todos, por lo que tiene que aprender a actuar y comportarse. Él es el pastor y los humanos son su rebaño, algo que no se cansa de repetir.
El mayor problema con contar la historia del origen de Superman en estos días es que ya se ha contado una y otra vez y de mil maneras diferentes. Al igual que el origen de Batman, parece ser la muleta a la que DC Comics sigue retrocediendo, así que siguen contando las historias del pasado de los héroes en un ejercicio interminable de nostalgia y revisión. Ese parece ser el destino de los superhéroes corporativos: sus historias no tienen fin, solo un comienzo interminable.