Este octubre de 20202, Planeta Comic recuperaba una obra imprescindible: Adolf de Osamu Tezuka, que por fin nos llega en una edición Tankoubon clásica, ofreciéndonos una vez más la posibilidad de disfrutar de uno de los mangas más destacables e inolvidables del Dios del Manga.
Esta maravilla del noveno arte conocida en Japón como Adorufu ni Tsugu (アドルフに告ぐ) comenzó su publicación en 1982 y ganó el Premio de Manga Kōdansha, categoría general, en 1986.
Ahora gracias a Planeta Comic tenemos otra oportunidad de vivir este apasionante thriller, en una edición tankoubon (rústica con sobrecubierta) de cinco tomos 12,8 x 18 cm en cuyo interior encontramos alrededor de 250 páginas en blanco y negro.
...y que nos lleva a seguir dichos documentos hasta Japón, a dónde fueron enviados por su hermano antes de morir. El destino de estos documentos pone en movimiento a todo el partido Nazi, quienes tratan de conseguirlos antes de que la información que contienen caiga en malas manos: las pruebas de que Adolf Hitler tiene sangre judía.
En torno a esta vorágine de intrigas se desarrolla una historia compleja sobre tres personas que comparten el nombre de Adolf y cuyos destinos se encuentran irremediablemente entrelazados hasta el fin de sus días.
Los dos primeros Adolf son Adolf Kamil, un joven judío alemán y Adolf Kaufmann, un joven ario alemán que crecen como amigos en Japón, a pesar de que sus padres se oponen activamente, siendo el del primero un diplomático nazi en Japón y el otro un activista de los barrios judíos que allí se encuentran.
Con sus dos padres metidos hasta los codos en la intriga que rodea a dichos documentos, los dos jóvenes inevitablemente evolucionarán coaccionados por la situación que los rodea y por la posterior Segunda Guerra Mundial, que terminará por enfrentarlos como enemigos.
El tercer Adolf de la historia es obviamente Adolf Hitler, responsable en mayor medida de esta historia que termina involucrando a los otros dos.
Nos encontramos ante una historia de naturaleza cruda en la que incluso el estilo de dibujo de Tezuka ha evolucionado para ofrecer unos personajes mucho más expresivos y unos fondos y ambientaciones repletas de detalle.
De toda la obra, el momento más memorable para mí es una violación en la que Tezuka dibuja la silueta femenina contorsionándose entre colmillos de animales, en una metáfora tan perfecta que duele.
Tezuka es implacable en su interpretación de la mezquindad impulsada por la necesidad del hombre de elevarse por encima de los demás, y cada tramo de esta historia es testigo de esta habilidad.
Capaz de traducir perfectamente ese miedo e inestabilidad que rodea aquella época, el maestro captura la miseria y la ironía de la historia y nos la transmite sin pudor, con crudeza y un arte que pocas veces encontraremos.
Adolf es un imprescindible, y debería ser leído por cualquier ser humano, al menos una vez en la vida.