Cómic: Reseña de Warhammer 40.000: Los Guardianes de la Muerte de Aaron Dempski-Bowden y Tazio Bettin - ECC Ediciones

ECC Ediciones lanzaba el pasado mes de ener el que es su catálogo el tercer cómic de la franquicia Warhammer 40.000, una serie regular que se adentra en el lejano universo del popular juego de estrategia con miniaturas creado por Games Workshop.

Warhammer 40.000: Los Guardianes de la Muerte

Con este Warhammer 40.000: Los Guardianes de la Muerte nos llega un nuevo rústica de 112 páginas a todo color, en cuyo interior encontramos la tercera miniserie de cuatro entregas publicada originalmente en Reino Unido por Titan Comics bajo el título Deathwatch.
En el lejano futuro del 41º Milenio...
Antes de pasar a la reseña, permitid que pongamos en situación a todos aquellos herejes ajenos al Emperador de la Humanidad y los Cuatro Dioses del Caos.

Nos encontramos en el año 40.000, un futuro en el que en la galaxia solo hay guerra. Tras haberse consolidado el Imperio de la Humanidad diez mil años antes bajo la guía del Dios Emperador, la traición cometida durante la Herejía de Horus derrumbó todos los cimientos de la misma, arrojándola a una sociedad basada en la superstición y la desesperación cuyos únicos pilares son la fe y la voluntad de seguir sobreviviendo en una universo repleto de enemigos.

Esta nueva miniserie nos lleva a una historia a menor escala y lejos de los grandes mitos al centrarse en un pequeño escuadrón de Marines Espaciales que llevan a cabo una misión de limpieza en un planeta olvidado; el escuadrón en cuestión es uno de la Deathwatch del ordo Xenos, una organización que reúne en su haber a los mejores miembros de sus capítulos para mantener a ralla a la amenaza alienígena allá dónde más se recrudece.


Por desgracia, cuando la limpieza ya casi ha terminado, una inesperada amenaza aterriza en este mundo: una inmensa horda de orkos que llegados directamente del espacio caen sobre la desierta colonia arrasando con todo y provocando que los protagonistas tengan que defenderse con uñas y dientes mientras, aislados en este rincón del universo, esperan una ayuda que probablemente no llegue jamás.

El escritor Aaron Dembski-Bowden realiza un trabajo sólido en esta historia, presentándonos a cada uno de los miembros de la unidad durante la caza preliminar del Ur-Ghul para después arrojar a los valientes astartes contra el nuevo peligro. Desafortunadamente, no hay nada particularmente memorable o único en ninguno de ellos, quizá a excepción del lobo espacial y sus momentos finales.

El dibujo de Tazio Bettin logra capturar toda la acción de la trama, logrando que los marines espaciales se vean dinámicos y creíbles a pesar de lo voluminoso de sus servoarmaduras y plasmando unas escenas de lo más trepidantes en las viñetas de todo el cómic, algo a lo que notablemente ayuda Kevin Enhart con su trabajo en color, otorgando una profundidad más que necesaria a las viñetas..