Cómic: Reseña de "100% Marvel HC. Veneno: Noches de Venganza / Guerra de Simbiontes" - Panini Comics
Continuando con la que recopila las series limitadas del Veneno de los noventa y que dio inicio con la mítica Veneno: Protector Letal, la editorial Panini lanzaba este agosto el cuarto volumen que sigue cronológicamente las sagas de Eddie Brock en un recopilatorio que reúne en su interior dos de estas colecciones: Noches de Venganza y Guerra de Simbiontes.
Cada una contando con cuatro entregas respectivamente, Venom: Nights of Vengeance y Venom: Separation Anxiety nos traen a Eddie Brock primero en un crossover con un personaje no demasiado conocido actualmente, mientras que en la segunda serie vuelve a traer a sus páginas a la descendencia del klyntar.
Panini reúne ambas miniseries en su sello 100% Marvel HC, 208 páginas a todo color en una edición cartoné de lujo de 17x26 cm.
Sean Knight, un desaliñado hombre sin hogar, está siendo perseguido por el agente federal Michael Badilino, con la mala suerte de que ambos terminan yendo a parar a los callejones que Venom se encuentra vigilando. Por supuesto y para proteger al inocente, Eddie noquea tanto al fugitivo como a su perseguidor y los lleva de regreso a la ciudad subterránea, donde una vez más y siguiendo su comportamiento de anteriores volúmenes, vemos a Brock tratando de encontrar la aprobación de Beck (quién lo culpa constantemente por su comportamiento violento) y la doctora Elizabeth, la cual parece empezar a despertar sentimientos por nuestro protagonista.
Cuando el fugitivo despierta, les explica que se trata de un agente secreto del gobierno que se había infiltrado en un grupo de mercenarios llamado Los Acechadores... un grupo que accidentalmente ha entrado en contacto con una forma de vida extraterrestre que ha comenzado a fusionarse con ellos.
Por supuesto, el susodicho grupo de mercenarios no tarda en aparecer equipado con armamento alienigena arrasando con la ciudad subterránea en su búsqueda, momento en el que Badilino decide revelar su otra identidad: Venganza, un motorista fantasma muy similar al que todos conocemos y que, haciendo uso de su fuego infernal, se une a Venom en la lucha.
Tras recibir una buena paliza, el grupo de Acechadores comienza a transformarse cuando la tecnología alienigena decide tomar el control, declarando a Veneno y Venganza como presas dignas y dando así inicio a una cacería en la que las vidas de todos los habitantes de la ciudad subterránea están en juego.
Vaya recuerdos al leer este cómic. Recuerdo como alucinaba cuando leí los grapas en los noventa siendo un crío, y ahora veinte años después la nostalgia al leerlo es testigo al mismo tiempo de cuanto han envejecido las premisas que nos ofrece escritor Howard Mackie.
Nos encontramos ante una trama que claramente mete a Venom en una versión descafeinada de la película Predator, a la que añadimos a Venganza uno de los personajes más olvidados de aquellos años, aquella especie de versión del Motorista Fantasma que recuerda al logotipo de Mötorhead chutado a anabolizantes. Ahh, los noventa. Aun noto su sabor.
Mackie no se come la cabeza y junta alienígenas, tecnologías mutantes, Venom y el pseudo-Ghost Rider en una trama bastante superficial y sin demasiado desarrollo en el que lo importante es lo espectacular de ver a Eddie arrancando cabezas bajo la justificación de "si no es de carne no está vivo". Y eso es suficiente para mi.
Por otro lado tenemos la introducción de Elizabeth, nuevo personaje que da como resultado un triángulo amoroso formado con Beck y Eddie.
En el dibujo tenemos a Ron Lim apoyado por las tintas de Al Milgrom, quién es probablemente uno de los mejores artistas de esta etapa (sobretodo si vemos el tomo anterior), con unas viñetas de acción repletas de perspectiva, espectacularidad y tipos musculosos. Vaya, lo que veníamos buscando en este cómic.
Cuando el fugitivo despierta, les explica que se trata de un agente secreto del gobierno que se había infiltrado en un grupo de mercenarios llamado Los Acechadores... un grupo que accidentalmente ha entrado en contacto con una forma de vida extraterrestre que ha comenzado a fusionarse con ellos.
Por supuesto, el susodicho grupo de mercenarios no tarda en aparecer equipado con armamento alienigena arrasando con la ciudad subterránea en su búsqueda, momento en el que Badilino decide revelar su otra identidad: Venganza, un motorista fantasma muy similar al que todos conocemos y que, haciendo uso de su fuego infernal, se une a Venom en la lucha.
Tras recibir una buena paliza, el grupo de Acechadores comienza a transformarse cuando la tecnología alienigena decide tomar el control, declarando a Veneno y Venganza como presas dignas y dando así inicio a una cacería en la que las vidas de todos los habitantes de la ciudad subterránea están en juego.
Vaya recuerdos al leer este cómic. Recuerdo como alucinaba cuando leí los grapas en los noventa siendo un crío, y ahora veinte años después la nostalgia al leerlo es testigo al mismo tiempo de cuanto han envejecido las premisas que nos ofrece escritor Howard Mackie.
Nos encontramos ante una trama que claramente mete a Venom en una versión descafeinada de la película Predator, a la que añadimos a Venganza uno de los personajes más olvidados de aquellos años, aquella especie de versión del Motorista Fantasma que recuerda al logotipo de Mötorhead chutado a anabolizantes. Ahh, los noventa. Aun noto su sabor.
Mackie no se come la cabeza y junta alienígenas, tecnologías mutantes, Venom y el pseudo-Ghost Rider en una trama bastante superficial y sin demasiado desarrollo en el que lo importante es lo espectacular de ver a Eddie arrancando cabezas bajo la justificación de "si no es de carne no está vivo". Y eso es suficiente para mi.
Por otro lado tenemos la introducción de Elizabeth, nuevo personaje que da como resultado un triángulo amoroso formado con Beck y Eddie.
En el dibujo tenemos a Ron Lim apoyado por las tintas de Al Milgrom, quién es probablemente uno de los mejores artistas de esta etapa (sobretodo si vemos el tomo anterior), con unas viñetas de acción repletas de perspectiva, espectacularidad y tipos musculosos. Vaya, lo que veníamos buscando en este cómic.
Cambiando completamente de registro tras una historia repleta de acción sin buscarle tres pies al gato,esta nueva trama nos sitúa cronológicamente justo después de que la Araña Escarlata lograse separar a Eddie del simbionte en su propia serie, motivo por el cual no encontramos por desgracia ese interesante episodio entre estos dos capítulos.
El resultado es que Eddie permanece preso en unas instalaciones gubernamentales mientras el simbionte permanece encerrado en un laboratorio sufriendo todo tipo de experimentos.
A raíz de su separación y ahora con la influencia del simbionte lejos de su mente, Brock ha comenzado ha hacer un repaso de sus cuestionables decisiones en los últimos años, solo para darse cuenta de que ha recorrido un camino horrible repleto de pecados de los cuales, inequívocamente, es culpable.
Mientras se cuestiona hasta que punto sus decisiones han sido suyas y hasta dónde llega la influencia de su simbionte, llega el más inesperado de los rescates cuando aparece toda su prole dada por muerta (menos Matanza, claro).
Así es, todos aquello simbiontes de colorines que aparecieran en Protector Letal regresan. Tras haber sobrevivido misteriosamente a lo sucedido en aquel capítulo, ahora los cinco huéspedes de los descendientes de Venom tratan de buscar una manera de comunicarse con sus simbiontes para reprimir su errática conducta, mientras Eddie solo busca la paz interna.
Con esta historia Mackie nos ofrece algo bastante diferente a lo anterior, logrando sorprendernos con creces al darle por completo la vuelta al personaje de Eddie Brock y comenzando a buscarle una personalidad un poco más desarrollada.
En cuanto al arte en esta ocasión tenemos a Ron Randall, quién logra un grafismo muy superior al de Lim dando como fruto las viñetas más bonitas y espectaculares que hemos visto de Veneno en muchas páginas.
Y esto, además, en compañía de montones de simbiontes. Vaya... ¡ideal!