Cómic: Reseña de "Aliens Versus Depredador: La Saga Original", de Randy Stradley, Phill Norwood y Chris Warner - Norma Editorial
Aliens Versus Predator es a día de hoy algo de sobras conocido. Las dos razas alienígenas más letales del cine, surgidas de las películas Alien: el Octavo Pasajero (Alien, 1979) y Depredador (Predator, 1987) han protagonizado y protagonizan a estas alturas un sinnúmero de crossovers y enfrentamientos que han logrado que la formula parezca algo totalmente natural y legitimo.
Pero hubo un momento en el que alguien tuvo que tener esta descabellada idea. Y esta, señores, es el origen de esta locura.
Norma Editorial nos brinda la oportunidad de disfrutar de este clásico moderno, recopilando los cuatro números original y el prólogo de la primera miniserie en una edición cartoné de 17x26cm, a lo largo de 152 páginas a color.
ALIENS VERSUS DEPREDADOR: LA SAGA ORIGINAL 1
Corría 1990 cuando los directivos del sello Dark Horse tuvieron una idea que revolucionaría el mundo de los frikis: Juntar en una misma historia a la raza Alien y la Predator, que entonces lo petaban con sus franquicias en el cine, y dejarlos matarse en sus viñetas.
Sí, ahora ya estamos hartos de esta fórmula, pero hasta que salió este glorioso cómic en Estados Unidos, a nadie más se le había ocurrido que los cazadores estelares y los xenomorfos se asesinasen mutuamente.
El resultado fue una primera miniserie escrita por Randy Stradley y dibujada por Phill Norwood (núms 1 al 3) y Chris Warner (núm 4) que lograba unir a las dos razas en una trama simple pero efectiva que, francamente, deja en evidencia a la mayoría de basuras que han llegados a las salas de cine estas tres últimas décadas.
La premisa no es complicada y se utilizó de aquí en adelante; la raza que conocemos como Xenomorfo o simplemente Alien es un monstruo imparable y, por tanto, un reto para unos cazadores como son la raza Predator.
Por ello, los Yautja (nombre de la raza en cuestión) utilizan a los aliens como rito de iniciación a sus más jóvenes. Una nave deja toda una serie de huevos de Alien, y pasado un tiempo prudencial, los jóvenes depredadores son soltados en el planeta.
Aquellos que sobrevivan superarán su rito de madurez, siendo marcados con la sangre ácida de las propias bestias como muestra de haberse convertido en un miembro más de su comunidad adulta.
El cómic nos traslada a otra de estas cacerías de iniciación... con la peculiaridad de que van a topar con una colonia humana dedicada a la ganadería en el planeta con dos soles Ryushi.
En este mundo conocemos a Machiko Noguchi, nueva ejecutiva asignada a la colonia y cuyo trato con los rancheros no puede ir peor; meses de mantener la distancia con ellos ha creado toda una serie de diferencias que parecen ir a condenar el resto de sus días en este mundo.
Cuando llega el momento de que la compañía recupere las reses, el tema se complica cuando encuentran algunas con su torso reventado y unos extraños seres secos a su lado.
La plaga no tarda en extenderse cuando los xenomorfos comienzan a asaltar los asentamientos de ganaderos... con los depredadores tras ellos, dando caza a ganaderos, bestias y aliens por igual.
Lo que parecía un trabajo fácil no tarda en convertirse en una auténtica masacre. Sin embargo, la recuperación fortuita de un depredador herido cambia por completo las tornas.
Acompañada de un inesperado amigo, Machiko Noguchi deberá abandonar la oficina para echarle pelotas al asunto, agarrar todas las armas de las que disponga y salvar la colonia por todos sus medios, dejando atrás por completo la mujer que había sido hasta ahora.
Randy Stradley nos ofrece un cómic trepidante, dónde la espectacularidad y la acción están por encima de todo, pero que sin embargo no abandona la oportunidad de profundizar bastante más en la mitología de la raza Yautja, estableciendo algunos pilares que luego terminarían edificando su franquicia.
En el dibujo encontramos a Phill Norwood y Chris Warner, quienes hacen un trabajo bastante bueno que retrata perfectamente a las razas y personajes de esta historia pero que, por desgracia, se ve ensombrecido por el terrible color aplicado.
Desde luego, nos encontramos ante un clasicazo que deberíais leer. Ahí lo dejo.