Tras haber sido publicado de forma regular en su formato grapa, Planeta Cómic nos traía este pasado mes de marzo un recopilatorio en tapa dura de la novela gráfica We Stand on Guard.
La colección, formada inicialmente por seis grapas que fueron lanzados bajo el sello Image Comics en Estados Unidos entre julio y diciembre de 2015, nos llega ahora reunida a lo largo de 200 páginas a todo color que incluye todo el material posible sobre la misma, encuadernado en un precioso cartoné de 16,8 x 25,7 centímetros y contando con una estupenda traducción de Diego de los Santos.
Realizada por un equipo creativo integrado por el fantástico y aclamado escritor estadounidense Brian K. Vaughan, el artista canadiense Steve Skroce, colores de Matt Hollingsworth y de Fonografiks, nos encontramos ante una obra que no solo nos deja mal cuerpo, si no que además se lanza de cabeza a la controversia cuando nos ofrecen una premisa que no se corta un pelo al tratar una historia cuanto menos polémica.
Dentro de 100 años, una heróica banda de civiles canadienses deben defender sus hogares después de que los Estados Unidos los invadan. Una batalla superdetallada entre fantásticos luchadores por la libertad y unos robots condenadamente gigantes.
We Stand on Guard
Situándonos aproximadamente un siglo en el futuro, la escasez e agua la ha convertido en el bien más preciado para la economía y la sociedad, muy por encima de los combustibles fósiles que controlan el mercado de hoy en día.
En esta peculiar situación, un atentado vuela por los aires la Casablanca, poniendo en alerta total de guerra a Estados Unidos. El atentado termina recibiendo una autoría muy inesperada cuando la culpa termina señalando al norte, convirtiendo a Canadá en los perpetradores de esta acción terrorista.
La respuesta no tarda en llegar, y rápidamente Estados Unidos carga con todo contra Canadá, dando inicio a un exterminio e invasión de las tierras Canadienses que termina cobrándose la paz y la vida de todos los civiles de las ciudades más al sur del país.
Entre toda esta aberrante situación conocemos a nuestra protagonista.
En esta peculiar situación, un atentado vuela por los aires la Casablanca, poniendo en alerta total de guerra a Estados Unidos. El atentado termina recibiendo una autoría muy inesperada cuando la culpa termina señalando al norte, convirtiendo a Canadá en los perpetradores de esta acción terrorista.
La respuesta no tarda en llegar, y rápidamente Estados Unidos carga con todo contra Canadá, dando inicio a un exterminio e invasión de las tierras Canadienses que termina cobrándose la paz y la vida de todos los civiles de las ciudades más al sur del país.
Entre toda esta aberrante situación conocemos a nuestra protagonista.
Amber, una niña víctima de este ataque que, años después y en la soledad de la estepa canadiense, se encuentra con unos civiles que han organizado su propia resistencia al invasor, en un desesperado intento por recuperar lo que es suyo y hacerse con una libertad largamente perdida.
A través de Amber y sus nuevos compañeros caminaremos por este blanco campo de batalla en el que las mentiras llegarán una detrás de otra, acompañadas de muerte y sangre gracias a un armamento que convierte el bosque en una auténtica carnicería.
Gran parte del impacto de las páginas de este cómic es gracias al detallado dibujo de Skroce, que logra algo más que representar violencia efectivamente grotesca, por lo que no es de extrañar que haya tenido tanto éxito en Hollywood, con su imaginación y su talento para la narración secuencial de historias al mismo tiempo en que plasma detalles tan increíbles, mostrando emociones creíbles durante momentos cruciales. Y por si esto fuese poco tenemos los robots, con sus diseños cuadrados y militares que los hacen tan absurdos como acordes con la trama.
A través de Amber y sus nuevos compañeros caminaremos por este blanco campo de batalla en el que las mentiras llegarán una detrás de otra, acompañadas de muerte y sangre gracias a un armamento que convierte el bosque en una auténtica carnicería.
Gran parte del impacto de las páginas de este cómic es gracias al detallado dibujo de Skroce, que logra algo más que representar violencia efectivamente grotesca, por lo que no es de extrañar que haya tenido tanto éxito en Hollywood, con su imaginación y su talento para la narración secuencial de historias al mismo tiempo en que plasma detalles tan increíbles, mostrando emociones creíbles durante momentos cruciales. Y por si esto fuese poco tenemos los robots, con sus diseños cuadrados y militares que los hacen tan absurdos como acordes con la trama.
We Stand On Guard tiene un ritmo que quizá es un tanto precipitado a lo largo de su corta historias repleta de contenido, arrojándonos a una espiral de ultraviolencia que puede impactar a los lectores más sensibles, pero aun así logra trasmitir una historia fascinante y bien contada a pesar de la masacre indiscriminada de personajes que nos ofrece.
Al enmarcar la historia desde la perspectiva de los canadienses, queda claro que Vaughan intenta desafiar deliberadamente al público estadounidense. Por si esto no fuese suficiente, Vaughan logra crear un ambiente fantástico gracias al lenguaje de los personajes (especialmente con un personaje que habla casi en su totalidad en francés sin traducción), sin abandonar nunca esa tensión que nos hace sentir casi tan incómodos como en una guerra de verdad.
Una guerra que claramente podemos ver como una metáfora de otros conflictos azuzados por el gobierno estadounidense, e incluso con el conflicto israelí-palestino.