El 30 de septiembre, Gigamesh celebra el apocalipsis incorporando a su catálogo el gran clásico del fin del mundo, La tierra permanece, de George R. Stewart, y una hoja de ruta para un futuro apocalíptico que ya hemos empezado a vivir: Apocalipsis suave, de Will McIntosh.
La tierra permanece es la única obra de ciencia ficción de George R. Stewart y está universalmente considerada como una de las cumbres del género. Publicada en los albores de la Guerra Fría, se adelantó a una miríada de visiones apocalípticas del fin del mundo y fue una de las primeras novelas que recrearon el tipo de situaciones en las que podría verse envuelta una persona común tras el holocausto. Probablemente siga siendo la más incisiva de todas, pues reúne una de las descripciones de la vejez más elocuentes que se hayan escrito nunca con la de la descomposición de la sociedad industrial en su viaje de regreso a la edad de piedra. Es una novela repleta de imágenes evocadoras que nos ayuda a comprender nuestra propia naturaleza y nuestro precario lugar en el mundo.
En Apocalipsis suave, Will McIntosh ofrece una narración cristalina y en ocasiones muy cruda en la que cada detalle ayuda a perfilar unos personajes muy muy parecidos a nosotros sumidos en situaciones que, a poco que abramos los ojos, veremos que son las mismas que se dan en nuestro entorno. La ópera prima de McIntosh es espeluznante porque se atreve a ir un poco más lejos que las distopías y se presenta como una suerte de relato naturalista de nuestro futuro más inmediato en el que las fauces inmisericordes del sistema se ciernen sobre los protagonistas y los despojan hasta de su propia humanidad.
Gigamesh también lanza una retrospectiva completa de la obra de un gigante del género fantástico, Richard Matheson, bajo un ensayo coordinado por Sergi Grau, Richard Matheson: el maestro de la paranoia. La bibliografía y la filmografía de Matheson, maestro moderno de todos los géneros, tienen muchísimas caras, y en todas y cada una de ellas nos ha dejado historias que se han grabado a fuego en nuestro inconsciente. Matheson fue el artífice oculto de incontables iconos culturales y de estrategias narrativas rabiosamente modernas.