Manga: Reseña de "Buenas noches, Punpun" (おやすみプンプン) vol. #5, #6 y #7 de Inio Asano [Norma Editorial]

Han pasado varios meses desde nuestra última reseña del manga de Inio Asano, Punpun, pero por suerte en esta ocasión volvemos con las pilas puestas y traemos con nosotros los reviews de los tomos #5, #6 y #7 de Buenas noches, Punpun (おやすみプンプン).

Recordemos que Asano comenzó la publicación de su manga el 15 de marzo de 2007 en las páginas de la revista Weekly Young Sunday, de la editorial Shogakukan, y finalizó el pasado 2 de noviembre de 2013 contando con 13 tomos recopilatorios. El volumen que nos trae Norma Editorial cuenta con una edición muy llamativa gracias a sus portadas de alegres colores en formato de rústica con sobrecubierta y un tamaño 13×18,2 cm contando con un interior formado por 224 págs todas ellas en blanco y negro.

La periodicidad como siempre se ha mantenido mensual y cada uno de sus volúmenes tiene un precio de 8,50 €.


Inio Asano (浅野 いにお) puede ser desconocido para muchos pero a otros su dibujos puede que noles parezcan demasiado lejanos y no es de extrañar ya que además de una primera edición de Ponent Mon de su Nijigahara Holograph (虹ヶ原ホログラフ) y posteriormente recuperada Milky Way cosechando grandes éxitos, en el mercado Español también encontramos otras de sus obras como La chica a la orilla del mar (うみべの女の子 Umibe no Onna no Ko), Solanin (ソラニン), la cual contó también con una versión cinematográfica en abril de 2010 protagonizado por la actriz Aoi Miyazaki. Su siguiente obra fue la que hoy venimos a reseñar, Oyasumi Punpun(おやすみプンプン), la cual tras finalizarla comenzó con Dead Dead Demons Dededede Destruction, obra que también está serializando Norma Editorial


Buenas noches, Punpun, tomos #5, #6 y #7:
La vida de punpun sigue su ritmo apaciblemente, centrado como ha estado en los estudios no le ha costado entrar en el instituto de bachillerato que quería, sin embargo eso no le proporciona la felicidad que esperaba. Su vida sigue siendo un caos y no solo a nivel sentimental.

Desde que su madre salió del hospital su tío no ha vuelto por casa y con una sola pensión no pueden pagar el piso, así que tienen que cambiarse de casa dejando sola a la novia de su tío Yuichi, Midori, la cual es un mar de lágrimas dejando caer toda su pena sobre el pobre Punpun hasta llegar a un nivel demasiado cruel. Buscando una forma de vengarse de Yuichi, Midori decide engañar a Punpun, teniendo sexo con él para poder restregárselo a su tío, Como a cualquier adolescente esa resulta ser la experiencia más placentera del universo, pero también le provoca un gran vacío en el pecho que Punpun no es capaz de llenar con nada.


Por suerte para él, el tiempo va pasando, el bachillerato no está del todo mal, llegando a conocer incluso a una chica con la que parece que conecta y se lleva bien y como solo vive con su madre no hay mucho que le preocupe. O al menos eso cree hasta que le toca volver a la realidad, uno de sus abuelos ha muerto y en el funeral se encuentra con Midori de nuevo, quien se ha casado con su tío Yuichi y evidentemente le ha contado todo. 

Punpun no entiende cómo piensan los adultos, porque siempre hacen lo que quieren, utilizan al resto y los dejan atrás como si fuera basura, provocando en ellos mismos la misma desazón que provocan en el resto. Sin ir más lejos, su propia madre, quien mantiene una relación con un compañero del trabajo casado, intentando menospreciarle por ser infiel, acaba en el hospital por un neumotórax.

Sin embargo, es precisamente ese paso por el hospital, donde la madre de Punpun se da cuenta de sus propios fallos al compararlos con el resto de los allí presentes. Es en las salas del hospital donde conoce la historia de una pareja de adolescentes enamorados, donde se da cuenta de que Punpun, aunque haya sido un niño no deseado, siempre le ha querido, y lo más importante, que sufre de un cáncer que nunca le han detectado y será la que se la lleve a la tumba.


Pero realmente, la vida de su madre a Punpun nunca le ha interesado mucho, siempre ha sido una mujer extraña que le gritaba y le decía cosas incomprensibles, para él era más importante su nueva compañera de clase, Kanie, la chica mona que conoció hace poco tiempo y con la que ahora además tiene una cita, precisamente el día que operan a su madre. Cuantas vueltas da el mundo eh. Pero a Punpun le preocupa más la cita con Kanie, la cual no termina saliendo demasiado bien, que la operación de su madre. Sin embargo, es en esta cita en la que visitan un museo, en la que una pintura sobre la vía láctea le hará recordar todo aquello que olvidó sobre su infancia.

Es ese el empujoncito que le falta para que al quedarse a solas con Kanie, pensando incesantemente en sexo, intente abalanzarse sobre ella y besarla, lástima que le salga tremendamente mal y acabe con un bofetazo que le cruza la mejilla. Desde luego punpun no entiende nada ni a nadie y decidido a dejar de sentirse rechazado toma una decisión clara, Dios no existe y él dejará de buscar a alguien que le guste


Pero la vida sigue y Punpun, ahora huérfano de madre, se tiene que afrontar a ella como siempre ha hecho, sin demasiado interés, y menos aun cuando su padre viene a visitarle y darle el pésame por la muerte de su madre, ya que resulta, las cartas que había estado recibiendo durante todo este tiempo firmadas en el nombre de su padre, realmente se las enviaba su madre para intentar conocerle mejor. De nuevo el pobre pollito se da cuenta de lo extraños que son los adultos.

Ahora viviendo en un piso tan grande el solo no tiene mucho de lo que preocuparse, su vida es anodina, apenas va a clase e intenta buscar trabajos a media jornada con los que ganarse un poco la vida, y es camino a uno de estos trabajos en los que ve a Aiko, su Aiko, en un tren.
Rápidamente y con el corazón desbocado la sigue pero no la encuentra, dejándole con lagrimas en los ojos y una decisión clara. No sabe lo que ha estado haciendo Aiko en ese tiempo, pero si que sabe lo que va a hacer a partir de ahora, se va a ir a vivir solo.

La verdad es que no tarda mucho en encontrar una casa barata en la que quedarse a vivir, aunque esa soledad tan abrumadora, acompañada de los gritos de sus vecinos, una pareja joven que no paran de tener sexo en la otra pared que parece hecha de papel le hacen sentir aun peor, pasando a ser en lugar de nuestro pollito habitual, a un simple triangulo sin rostro siquiera.


Es en esa forma, tan simple y vacía, con la que se encuentra a su casero, quien notándole abatido se lo lleva a un bar, sitio en el que no había estado nunca. El pobre hombre, quien habla desde la voz de la experiencia, intenta hacerle entender a nuestro triangulado Punpun, que la vida es dura y que aunque muchos le hayan defraudado, dejado solo, y engañado, él tiene que seguir adelante. Aunque claro está, parece que todas esas palabras caen en saco roto asi que opta por lo único que un hombre adulto puede hacer, llevarse a punpun de bares.

Es en este, en el primer bar real que ha entrado en toda su vida, en el que se reencuentra con Sachi Nanjo, autora del cuadro de la vía láctea y que tantos recuerdos le trajo sobre su infancia. Es con ella con quien se emborracha y a la que se encuentra espatarrada en su casa, inconsciente y enseñándole las bragas al día siguiente en su casa. ¡Ay Punpun, que has hecho! 



Crítica:
Desde luego nadie puede negar que la vida de Punpun no es que esté siendo un camino de rosas y mayormente es por su relación con las personas del sexo opuesto, incluyendo desde su madre hasta los posibles elementos amorosos que llega a encontrar. Resulta curioso como parece en esta historia que todas las mujeres son villanas, aquellas que dañan al protagonista por su egoísmo, aunque al final realmente busquen su felicidad.

La madre de Punpun es un claro ejemplo. Un personaje que desde un principio ha sido mezquino con su hijo, buscando su felicidad y llegando incluso a desear que Punpun no hubiera nacido, pero que al final parece se redime al intentar crear un buen ambiente, buscar el cariño de su hijo y sincerarse con él, lástima que sea demasiado tarde.

En el mismo punto encontramos al personaje de Midori, una persona que empieza buscando la aprobación del protagonista, le ofrece consuelo y se mantiene cerca, quizás demasiado cerca, llegando incluso a utilizarle para conseguir vengarse de Yuichi. La diferencia en este caso está en que Midori jamas se disculpa con Punpun, ella no cree que haya hecho mal, más bien todo lo contrario ya que gracias a eso tiene a su marido atado con una correa firme, dejando a Punpun aún más confuso.


Y como no, no podemos olvidarnos del desarrollo del propio protagonista. Bien podríamos decir que Punpun ha ido madurando, pero realmente no sería cierto, porque más que madurar lo que hace es aprender a culpar y a desear de una forma más adulta.  De cara al exterior se mantiene distante, alejado de todo y de todos, como si fuera un mero espectador de su propia vida, pero es cuando
leemos los pensamientos que le pasan por la cabeza cuando nos damos cuenta de lo realmente jodido que está.

Si, obviamente tiene razón para tener mal carácter, muchísimas personas le han traicionado, mentido y engañado, pero esa no es una excusa para el nivel de cinismo que tiene Punpun cuando piensa en el resto de personas. Parece que nuestro protagonista está en esa etapa de la vida en la que todo lo ve negro, se siente solo, y aun así no hace nada por aliviarlo. Y ese es el gran problema de Punpun, aunque conoce sus deseos, sabe lo que anhela e incluso lo llega a tener al alcance de la mano, realmente prefiere alejarse de ello.

La lógica que siguen los pensamientos de Punpun está muy alterada y no hace más que caer en picado en una nube oscura, mezcla de arrepentimiento, rabia e incomprensión de la que no saldrá si algo no le arranca de allí.


En otro orden de las cosas, me ha llamado bastante la atención el grupo de extraños personajes que se ha reunido para adorar a una especie de Dios, no sabemos si real o no, y con ello superar algunos de sus problemas personales. 

Esta claro que esta “secta” tan extraña atrapará en algún momento a los amigos de la infancia de Punpun, lavándoles el cerebro o similar, aunque no creo que a nuestro protagonista consiguieran meterle apenas dos doctrinas en el cerebro.

La verdad es que no se hacia dónde irá esta parte de la historia, en parte alocada por la temática, pero a la vez curiosa e interesante por la filosofía que quieren dar a entender estos personajes tan extraños.


Arte:
En cuanto al arte, este sigue tan espectacular como siempre. Sus paisajes urbanos son una delicia para los ojos de lo bien realizados que están y como se integran en la historia, así como los personajes, los cuales son totalmente diferentes entre si. Quizás la mayor diferencia se la lleva el personaje gordito, hermana de Kanie, quien cuenta con un diseño muy extremado el cual recuerda a uno de los personajes, masculinos, eso si, del siguiente manga de Asano, Dead dead demons dedededestruccion.

Elemento curioso resulta también el cambio de apariencia de Punpun, quien en un principio va cambiando de peinado y accesorios, llevando ahora una bufanda, luego un gorrito o haciéndose un tuppé, pero que cuando cae en la gran depresión de su vida, termina siendo simplemente un triángulo.

Esto último es muy llamativo, ya que cuando se emborracha pierde la apariencia de triangulo y vuelve a ser el pollito de siempre, quizás porque su apatía desaparece y puede volver a ser mas o menos lo que era antes. Pero la verdad eso está por ver dado que en las últimas viñetas era un simple triangulo.



En conclusión, Pupun sigue siendo un comic realmente interesante, crudo y de esos que marcan muchísimo en la vida. Desde luego no está hecho para pasar el rato o reírse con él, más bien lo contrario, casi se podría decir que si algún lector tiene en ese momento algún tipo de depresión o simplemente se encuentra decaído, esta historia casi podría hacer que se hundieran más, casi. Realmente espero que no le haya pasado a nadie.

A mí personalmente me ha gustado mucho y aunque es verdad, y tras cada tomo no puedo evitar pensar que el pobre Punpun está realmente muy jodido, también espero impaciente por saber si logrará reponerse de cada uno de los socavones en los que cae, porque a fin de cuentas, por muy mezquino que sea Punpun, siempre se le acaba queriendo