Muchos adultos tienen la extraña creencia de que los cuentos son simplemente una cosa para niños, algo que explicarles antes de acostarlos para que no den la tabarra durante el periodo de descanso de los padres, sin embargo eso no es del todo cierto, ya que aunque una gran mayoría de cuentos estén destinados al público infantil, también hay otros que ayudan a los adultos a recapacitar sobre sus actos.
Hoy venimos con uno de esos cuentos más maduros, una bonita y trágica historia de amor que se cuenta a los niños y de la que aprenden los mayores, una leyenda japonesa arraigada en el corazón de esta cultura y la cual además cuenta con un festival en su nombre. Es la historia del día 7 de Julio, el Tanbata.
Al igual que muchos cuentos son narrados por otros autores, en esta ocasión el cuento tradicional japonés nos lo trae Jorge Monreal, uno de los magníficos autores y dibujantes con los que trabaja Ediciones Babylon, quienes han puesto en nuestras manos este delicado ejemplar. Con una bonita encuadernación en tapa dura y en formato de 26cmx21cm, Babylon presenta 40 páginas ilustradas con este cuento tradicional en español e inglés como parte de su colección Yume.
Para quienes no lo conozcan, Jorge Monreal es un ilustrador nacido en Castellón con un estilo de dibujo muy personal, el cual se puede encontrar en deviantart bajo el nombre de cocoaspen.
Ha trabajado también como profesor de dibujo y se ha ido especializando en el mundo del color, tratando siempre de dar un toque personal a todo lo que hace, tanto por técnicas tradicionales como digitales. Quedó segundo en el concurso de cómic de Castellón 2010 con el cómic Dos mil anys després, del que es coautor junto a José "Easy" Ramos.
Además, es coautor del guion y se ha encargado del color de KEIH, así como autor de numerosas ilustraciones, algunas de las cuales han sido recopiladas en los libros Duality y Sketchbook.
Conocido al autor y la edición, hablemos de esta tierna historia del Tanabata.
La leyenda del Tanabata está inspirada, al igual que una antigua leyenda china, Qi Xi, en la historia de amor y pérdida de la princesa del cielo, Oirihime, y un joven labriego que vivía al otro lado del río Amanogawa. Este muchacho llamado Hikoboshi era un joven humilde sin demasiado que ofrecer salvo su buen corazón y una cabeza llena de sueños sobre riquezas.
Sin embargo todos estos delirios de grandeza rápidamente quedaron olvidados cuando conoció a una joven que se ganó su corazón. Esta resultó ser la princesa Orihime, hija del mismísimo Tentei, el Rey Celestial, quien había bajado a la tierra para bañarse en el rio dejando prendidas sus preciosas vestimentas de plumas y sedas cerca de la orilla. Allí fue donde el joven pastor las encontró y guardó para sí, ya que de esa forma la joven nunca podría regresar al cielo y permanecería siempre a su lado.
Pero la belleza e inocencia de la joven era tan grande que el joven pastor se enamoró de ella al instante y pese haberle quitado sus esplendidos ropajes le ofreció los suyos propios así como su hogar, donde poder permanecer en la tierra y su corazón al pedirle la mano en matrimonio. Ella rápidamente aceptó al ver todo el amor que él le procesaba y juntos tuvieron a un niño sano y fuerte.
Pero las penas empezaron a llegar al descubrir la joven princesa que su marido fue quien le escondió sus ropajes, huyendo rápidamente al cielo junto a su hijo al sentirse engañada. Sin embargo le pidió a su joven enamorado que realizara una pequeña tarea para volver a ganarse su amor. No pasó mucho antes de que el joven labriego la cumpliera, pero tras esta tres mas le fueron impuestas por el Dios del cielo, padre de la princesa y todas ellas las cumplió con la ayuda de Orihime, todas con mayores o menores trampas. Lástima que la última fuera descubierta por el rey, imponiendo como castigo que un caudaloso rio separara siempre a los dos enamorados.
Por suerte el padre era benevolente y permitió que una vez al año, el séptimo día del séptimo mes, los dos enamorados se volvieran a encontrar. Por eso, todos los 7 de Julio se celebra el Tanabata, festividad en la que se cuelgan deseos y poemas de los brotes de bambú, esperando que a lo largo de la noche el joven pastor y la princesa del cielo se encuentren y esos deseos lleguen con ellos al reino de los dioses.
Con una historia tan tierna y clásica cuesta no caer rendido ante los pies de esta pareja de enamorados conocida en medio mundo, pero si además el cuento viene acompañado de unas ilustraciones a doble página ya no se puede pedir más.
Se nota además que el trabajo realizado cuenta con muchísimo amor y esmero, dado que no solo cuenta con el texto en español, si no que este, al igual que sucede en otros títulos de la editorial, también aparece en inglés, separando ambos textos con tres triángulos y una pequeña variación en el formato para que todo se aúne y cuente con una presentación en consonancia.
Y como no, hablemos del arte de este volumen ya que a fin de cuentas resulta ser un cuento ilustrado recayendo toda la fuerza de este volumen en el arte de Jorge Monreal. Así pues, empezando desde la bella portada, donde Orihime toma todo el protagonismo hasta el final del cuento, contando con las contraportadas decoradas con plumas amarillas, las mismas que las del vestido de la princesa, todo está bellamente acicalado con las fantásticas ilustraciones de Jorge Monreal, quien, gracias a este arte tan característico, con el formato de pintura digital y su acabado en mate, consigue que esta historia tome un cariz propio.
Como no podría ser de otra forma, aunque la historia hable de una pareja de enamorados en sus ilustraciones quien más presencia tiene es Orihime, apareciendo con un aire místico y un velo de feminidad e inocencia que resulta exquisito para la vista. Los juegos de luces verdosas, ocres y rosadas consiguen que este personaje enamore al lector y transmita con sus ojos mil palabras no narradas. La expresividad que el dibujante ha conseguido aportarle es uno de los factores más interesantes en este cuento y una de las grandes virtudes que tiene esta historia
Detalle a recalcar el triángulo de su frente, motivo que aparece entre los textos, y que la marca como criatura celestial desde el primer momento que aparece en escena, así como su cabello plateado, similar a las hebras de tejido que provienen de su nombre, ya que Orihime significa Princesa Tejedora.
En cuanto al joven pastor poco se puede decir ya que en apenas una ilustración aparece con un primer plano, dejando todo el protagonismo a su mujer. Sin embargo, lo que también resulta muy llamativo son los fondos y paisajes que encontramos a lo largo de la historia. Todos con un aire de leyenda como en la imagen que se ve el cielo abriéndose alrededor del brote de bambú, o el río que divide a estos dos enamorados en las últimas páginas
No podemos negar que nos encontramos ante una de las ediciones más bonitas de este cuento clásico, que bajo los hábiles pinceles digitales de Jorge Monreal cobra de nuevo vida con un estilo más moderno y actual, pero manteniendo su espíritu de folclore japonés.
Como hemos mencionado al inicio de esta reseña, este cuento, aunque esté destinado a un público infantil gracias a su lenguaje simple, los que realmente apreciarán su trabajo y arte somos los adultos, quienes a su vez deberíamos aprovechar para como con todos los cuentos, aprender de su moraleja y este siete de Julio ser un poco menos testarudos.
Así, Tanabata, resulta una lectura bella, ligera y que deja una sonrisa en los labios tras terminar de leerla, apreciando en todo su esplendor el amor y cariño puesto en ella. Ahora de cara al verano resulta un regalo, ya sea para uno mismo o para cualquier ser querido, que hará las delicias de aquellos enamorados con el arte, las leyendas y como no, el amor.