Por Francisco José
Arcos Serrano
La ciudad de Los Ángeles parece afrontar un
apocalipsis lovecraftiano. Y los únicos capaces de evitarlo son el rapero W-2,
que intenta impulsar su propio proyecto cinematográfico, una guionista en
apuros y ladrona de coches llamada Sonia Bjornquist, y un astronauta que
regresa a la Tierra tras su estancia en un satélite de Júpiter.
En esta obra podemos comprobar cómo de Kot reflexiona sobre
del poder de la imaginación y el peso de la ficción como recurso del ser humano
frente a los combates cotidianos de la realidad preestablecida que nos ha
tocado vivir.
En el apartado visual, tenemos a Morgan
Jeske, un dibujante de corte independiente que se centra en plasmar las idas de
olla de su guionista de manera casi ejemplar con uno de esos estilos al que
podríamos denominar “feísta” y desgarbado, pero que queda de maravilla en el
producto gráfico final de la obra.
Aquí Jeske tampoco se queda manco con respecto a
diferenciarse de otras obras que se puedan encontrar en las estanterías de las
librerías: su ejemplar disposición de las viñetas y el diseño de página fuera
de lo común potencia esa sensación de que estamos ante una obra muy personal
tanto en guión como en dibujo que pide de antemano una gran participación por
parte del lector que se quiera devanar los sesos con este título tan ambicioso
y poco legible.
Personalmente (y pese a todo…), me he encontrado con una
historia adictiva donde se nota el talento que hay tras esta trama tan
lisérgica y excesiva.
Sin lugar a dudas, con
El Cambio, el joven guionista Ales Kot (el creador de
Zero y Niños salvajes) se confirma como una de las
grandes promesas del mundo del cómic.