Manga: review de "Las Flores del Mal - Aku no Hana" (惡の華) vol. #6 [Norma Editorial].

Con las novedades de agosto de 2015, Norma Editorial lanzaba el sexto número de Las Flores del Mal, titulada originalmente Aku no Hana (惡の華), un aclamado thriller psicológico con una historia tan terrible como perturbantemente realista, una obra dedicada por su autor, tal y como pone en la solapa, a todos aquellos que hayamos tenido una adolescencia difícil.

Una apuesta por una obra de tono adulto y bizarro en la linea manga de la Editorial, donde se muestra lo peor de lo que la humanidad lleva en su interior.

La colección, obra original de Shūzō Oshimi (押見 修造), cuenta con 11 volúmenes que empezaron a publicarse en 2009 bajo el sello Kodansha, dándose por finalizada el pasado mayo 2014.
A España nos llega de la mano de Norma Editorial, en una edición respetuosamente gemela a la original nipona.
Pongámonos un poco en retrospectiva.

La historia la protagoniza Takao Kasuga, un estudiante aficionado a la lectura - adicto a la antología de poemas de Charles Baudelaire titulada "Les fleurs du mal (Las flores del mal)" que se encuentra enamorado de su bella compañera de clase Nanako Saeki.

Sin embargo, la situación le lleva a, en un momento de pánico, esconder el uniforme de su compañera y llevarselo a su casa.
Al día siguiente, hay orden y captura para el pervertido que ha robado el uniforme de Saeki, y Takao no sabe que hacer.

Por desgracia para él, Sawa Nakamura, una chica antisocial con una conducta totalmente psicótica conoce el secreto de Takao, y aprovecha la situación para hacerle caer en una espiral de chantajes que impulsan al muchacho a cometer cada vez actos más graves bajo sus órdenes.

La cosa se complica cuando inesperadamente, Takao termina en una corta relación amorosa con Saeki, que hace que también termine afectada por la cadena de chantajes.
Saeki se obsesiona con Takao, y Takao con la retorcida Nakamura,

Con una situación que cada vez se complica más, Takao y Nakamura terminan construyendo un refugio secreto en el río, que tras ser descubierto por Saeki termina en un incendio que nos trae hasta la situación de este número...

Con todos estos sucesos en ciernes, la inevitable intervención del mundo adulto se desencadena cuando la policía visita la casa de Takao para interrogarle sobre los sucesos en el río en base a la libreta que han encontrado sobre sus proyectos con Nakamura.

Sin pruebas fiables de lo sucedido, la policía se marcha, disparando el conflicto en el hogar de Kasuga. Sus padres, sabiendo que la conducta de su hijo es cada vez más errónea, deciden castigar a su hijo sin la posibilidad de salir a la calle.
Una medida que sin embargo no evita lo que tiene que venir cuando Saeki, haciendo frente a todo, decide prestar declaración a los agentes de la ley asumiendo todas las responsabilidades.

Inevitablemente, todo lo pasado hasta ahora sale a la luz, y la intervención y los actos delictivos de Takao y Nakamura salen a la luz, provocando que todo el pueblo los rechace como unos desviados...
Una situación más que complicada, ante la que Sawa Nakamura decidirá no quedarse quieta.

Shūzō Oshimi  continúa presentando la mezquina y absolutamente cruel historia en la que sus personajes están cayendo cada vez más a un pozo dónde su humanidad es constantemente puesta a prueba.

En cada nueva situación vemos como Nakamura protagoniza una nueva situación totalmente humillante para Takao, contra el que no tiene contemplación alguna.

Un personaje al que el mangaka cada vez lleva más allá en la locura y tortura a la psique humana, siendo el epitome del egoismo. Oshimi hace uso de una narrativa que, aunque en ocasiones parece que una situación es demasiado forzada, nos arrastra a un terror primario que no querríamos vivir en la realidad.

A todas estas páginas de maldad las acompaña un dibujo que de momento se muestra bastante simplista, pero que cumple de sobras con lo prometido: maldad.
Maldad a raudales.