Se trata de H.P. Lovecraft KINGSPORT FESTIVAL, juego de tablero diseñado por los italianos Andrea Chiarvesio (Hyperborea, Kingsburg) y Gianluca Santopietro (Sombras sobre Londres, Sí Padrino Oscuro) que originalmente fue editado por la compañía italiana Stratelibri este 2014.
El juego permite partidas de entre 3 a 5 jugadores de 12 años en adelante para disputar una partida de unos 90 minutos en las que encarnaremos a unos cultistas de los dioses primigenios.
Sí, efectivamente, el juego se sale de lo típico en los juegos como La Llamada de Cthulhu y similar, permitiendo que en esta ocasión encarnemos a los antagonistas en sus intentos por invocar a los monstruos cósmicos, enfrentándonos a los mortales de turno que de otra manera protagonizarían la historia.
La mente única de Lovecraft dio a luz a un mundo de oscuridad que nos transportaba con una pasividad repleta de pánico a lo más profundo de los océanos o a abismos estelares, donde nos lanzaba de cabeza a un umbral repleto de innombrables horrores que llevaban allí mucho más tiempo del que la humanidad había recorrido durante su existencia, como Cthulhu o Yog-Sothoth.
Para todos los que no seáis profanos a la obra literaria de Lovecraft, sabréis el tipo de historias de las que hace gala su bibliografía y para los que no, con este juego recibís una oportunidad para iniciaros en los caminos de Lovecraft y sumergiros en su absorbente y terrorífico universo.
Howard Phillips Lovecraft (Providence 1890-1937) fue un escritor cuya obra no obtuvo ningún reconocimiento durante su vida. Sus relatos llegaron poco más allá de revistas y fanzines hasta morir como un autor de poca monta. Sin embargo, las mismas historias supusieron que fuese coronado como príncipe de lo macabro años después de su muerte, cuando el universo que había entretejido con un buen montón de espantosos y lóbregos relatos fuesen descubiertos a un público que se sorprendería al descubrir toda una mitología sobre monstruosidades primigenias y un temor absoluto al desconocido pasado y el remoto vacío universal.
Howard Phillips Lovecraft (Providence 1890-1937) fue un escritor cuya obra no obtuvo ningún reconocimiento durante su vida. Sus relatos llegaron poco más allá de revistas y fanzines hasta morir como un autor de poca monta. Sin embargo, las mismas historias supusieron que fuese coronado como príncipe de lo macabro años después de su muerte, cuando el universo que había entretejido con un buen montón de espantosos y lóbregos relatos fuesen descubiertos a un público que se sorprendería al descubrir toda una mitología sobre monstruosidades primigenias y un temor absoluto al desconocido pasado y el remoto vacío universal.
La mente única de Lovecraft dio a luz a un mundo de oscuridad que nos transportaba con una pasividad repleta de pánico a lo más profundo de los océanos o a abismos estelares, donde nos lanzaba de cabeza a un umbral repleto de innombrables horrores que llevaban allí mucho más tiempo del que la humanidad había recorrido durante su existencia, como Cthulhu o Yog-Sothoth.
Este horror que traía hasta nosotros desde la noche de los tiempos era transportado a nuestras mentes a través de unas páginas escritas con una sobriedad que rozaba lo inhumano, surgidas de un imaginativo visionario que rozaba lo antinatural y que, en parte, nos hace comprender por que no triunfó en sus tiempos pero si ante el público actual.
La Caja:
El juego viene como es costumbre en estos juegos de mesa en una preciosa caja realizada en cartulina compacta y endurecida que presenta un tacto rugoso, similar a la fibra imitación textil que podemos encontrar en la encuadernación de algunos libros y que suele estar presente en el acabado de todos los juegos de Devir.
Lo primero que llama nuestra atención es el impresionante arte del que hace gala este juego, responsabilidad de Alan D'Amico, Dennis Savini y Maichol Quinto, el cual empieza a impactarnos ya en la propia caja del mismo con una ilustración digna de adornar nuestro salón (ver arriba).
Si abrimos la caja, encontramos por un lado el reglamento, por otro el tablero, una tabla de cartulina con marcadores troquelados, una bolsa repleta de más marcadores de madera de varios colores, un buen puñado de dados y un enorme mazo de cartas.
Lo primero que llama nuestra atención es el impresionante arte del que hace gala este juego, responsabilidad de Alan D'Amico, Dennis Savini y Maichol Quinto, el cual empieza a impactarnos ya en la propia caja del mismo con una ilustración digna de adornar nuestro salón (ver arriba).
Si abrimos la caja, encontramos por un lado el reglamento, por otro el tablero, una tabla de cartulina con marcadores troquelados, una bolsa repleta de más marcadores de madera de varios colores, un buen puñado de dados y un enorme mazo de cartas.
Tras abrir la caja, llega el momento de hacer inventario real de todo lo que tenemos, primero extrayendo los marcadores de la cartulina, en la cual encontramos todas las fichas de los edificios, los marcadores de turno de jugador y las cinco fichas de secta.
Los edificios muestra en su parte dorsal la misma ilustración que en el tablero, lo cual facilitará el momento en que organicemos la mesa de juego.
En unas bolsas de cremallera transparente encontramos más fichas para los jugadores, cada uno con los colores específicos que tendrá cada uno de ellos: verde, rojo, purpura, amarillo y negro.
Sí, efectivamente, cada jugador tiene sus marcadores con su color, algo que no queda demasiado claro si simplifica o vuelve más confusa la partida.
Finalmente encontramos una serie de tarjetas destinadas a todos los primigenios que podemos invocar durante el juego, así como un largo mazo de cartas que animarán aun más el juego.
Estos dos sets nos muestran una vez más una serie de ilustraciones impecables que, además, están acompañadas por unos gloriosos textos de ambientación que le darán mucha más gracia al juego, rodeándonos de esa esencia lovecraftiana.
Las Reglas:
Habiendo hecho un repaso a todo lo que incluye el juego (excepto al tablero, que veremos más abajo), ha llegado el momento de echarle un vistazo al reglamento.
Este pequeño libro en grapa de 16 páginas a todo color ha sido confeccionado de manera que le da ese estilo gráfico que trata de asemejar un pergamino (solo visualmente, al tacto son páginas normales), con unas fuentes seleccionadas para que en su maquetación de la impresión de ser en marte manuscrito y en parte realizado por una máquina de escribir, digno de cualquier investigador que se precie.
Acompañando a la concisa y clara explicación de las normas por las que se rige el juego, el texto principal nos guía desde el despliegue del tablero, ya sea con o sin opciones de escenario, así como a la realización del primer turno y los once sucesivos de Kingsport Festival hasta obtener un ganador al que recompensen los dioses primigenios.
Dichas reglas hacen gala como no de esa maquetación que tanto adoramos y tanto hemos remarcado, rodeando los textos tanto de ilustraciones como de una serie de datos de trasfondo que enriquecen aun más la experiencia de la partida.
Después de todo, una partida en el universo Lovecraft no es nada sin la correcta ambientación del juego, y esto lo logran todos los aspectos de Kingsport Festival, llevándolo incluso al extremo en que las páginas de este corto reglamento nos dan esa impresión angosta.
El Juego:
En la inimaginable oscuridad de Kingsport, en silencio unos misteriosos viajeros son llamados para profanar la celebración. Su meta es invocar horrores que la mente humana es incapaz de imaginar, horrores que no son de este mundo, que vienen de planos entre las estrellas, de otra dimensión y que demandan sumisión.
Mientras tanto, investigadores intentan en vano tratar de evitar uno de los capítulos más oscuros de la historia de Arkham.
Como ya mencionábamos, al inicio de este artículo, en este juego encarnaremos a uno de los sacerdotes de los cultos a los dioses primigenios, quienes intentan dominar la ciudad en base a invocar a las más terribles pesadillas del cosmos antes de que los investigadores, a quienes habitualmente encarnaríamos en este tipo de juegos, terminen con nosotros.
El juego se extiende durante 12 meses (12 rondas) divididas respectivamente en seis fases:
1. Orden de Juego: los Sectarios deciden a dado el orden de los turnos de la ronda.
2. Invocación: cada jugador puede emplear sus dados para invocar algún Dios Arquetípico.
3. Concesión: los dioses otorgan sus dones a sus fieles.
4. Expansión: cada jugador puede extender sus dominios por los edificios de la ciudad.
5. Incursión: si procede, sucederán cartas de Evento e Investigador, resolviéndolos.
6. Tiempo: termina la ronda.
La finalidad al terminar las 12 rondas es haber reunido el mayor número de puntos posible para su culto.
Así pues, a base de Puntos de Cordura los jugadores deberán conseguir los favores de sus dioses y sobrevivir a las incursiones de los investigadores en su ciudad, mientras tratan de extender su influencia por la misma.
La finalidad al terminar las 12 rondas es haber reunido el mayor número de puntos posible para su culto.
Así pues, a base de Puntos de Cordura los jugadores deberán conseguir los favores de sus dioses y sobrevivir a las incursiones de los investigadores en su ciudad, mientras tratan de extender su influencia por la misma.
Tanto los investigadores como los eventos los encontraremos en las cartas que antes os mencionábamos, las cuales se dividen tanto en estos dos como en los diversos conjuros de los que podremos hacer gala durante la partida para defendernos.
Los Dioses Arquetípicos por su parte tienen sus propias cartas, y para invocarlos deberemos conseguir igualar con nuestros dados el número mostrado en la misma.
Por su parte, el tablero de juego por el que nos moveremos será la mismísima Kingsport, con todos sus emblemáticos edificios debidamente representados para nuestra futura conquista como sectarios dispuestos a hacernos con la ciudad.
Lo que vemos en el tablero se verá además modificado por las cartas de Escenario y/o Festival si así lo deseamos, aportando un valor añadido a la diversión del juego, asegurando que las partidas no se vuelvan repetitivas en un futuro.
En definitiva, este juego nos ofrece una perfecta experiencia ambientada más que debidamente en el universo Lovecraft, aportando toda la oscuridad necesaria en sus componentes como para que realmente nos sintamos como unos siniestros sectarios de los Dioses Oscuros.
Todo un logro del que disfrutarán los fans de toda la gama de Cthulhu gracias a unas reglas simples pero elaboradas, preparadas para resultar en un juego ágil.