Brian Azzarello (guión) y Eduardo Risso (dibujo) son los encargados de crear semejante obra maestra, junto a las portadas de Dave Johnson, quien aún se queja del modo en el que trabajaban, pues ni siquiera sabía sobre qué estaba realizando las portadas en un principio (por su parte, Risso ni entendía los guiones y necesitaba la ayuda de un amigo bilingüe para traducirlos).
Según cuentan las malas lenguas (sobre todo la de Azzarello), todo comenzó en un coche junto a su amigo Sung Koo. Un papanatas, en otro coche, iba haciendo el imbécil, cometiendo cada infracción posible del código de circulación y despertando el instinto más agresivo y visceral de Azzarello. Con ello empezó a despotricar y soltar todos los improperios habidos y por haber, hasta llegar al punto de decir que llegaría a matarlo si estuviese en su mano.
Obviamente no lo hizo, y en la charla que derivó con su amigo llegó a la conclusión de que aun pudiendo, tampoco lo haría. No obstante, este hecho comenzó a dar vueltas trascendentales en la charla entre amigos, para después mezclarse con un programa de televisión en el que un hombre misterioso repartía un millón de dólares a personas diferentes cada semana.
Más o menos esto es de lo que va ‘100 Balas’. De un modo mucho más crudo, propio de cualquier novela negra que se precie, claro. Pero aclaremos este turbio asunto como se merece.
100 Balas.
¿Alguna vez has deseado matar a alguien? ¿Y si un desconocido se te acercase, te diese pruebas irrefutables de que tu desgraciada vida se debe a un acto concreto de una persona en particular? ¿Y si en el mismo maletín en el que están esas pruebas hubiese una pistola y 100 balas que ni la policía podría rastrear? Una venganza, un asesinato impune, el ajuste de cuentas definitivo. ¿Qué harías?
Con esta sinopsis nos presenta la editorial la obra de Azzarello y Risso, una forma de sumergirnos en lo que sucede entre sus páginas y empatizar con los eventos que tienen lugar. Una cuestión cruda pero que, con mayor o menor intensidad, ha podido tener cabida en la mente de todos. Para los protagonistas de la historia, para bien o para mal, es una realidad.
Los volúmenes que nos ocupan abarcan los primeros 20 números de la edición americana, distribuidos a 10 por volumen de la siguiente manera: 100 Balas (#1-3), Aguafiestas (#4-5), Timo pequeño, gran cagada (#6-7), La hora del miliciano (#8), Que tu mano derecha no sepa…(#9-10), Corazones Revueltos (#11), Parlez Kung Vous (#12-14), Colgando de un hilo (#15-18), Epílogo para un perro callejero (#19), El mimo (#20).
La historia comienza con Isabelle ‘Dizzy’ Cordova, una mujer de 25 años que está a punto de salir de prisión. La vida no le ha sonreído, aunque ella juzga que su destino es un juicio divino más que merecido por todos los crímenes que ha cometido. Sin poder hacer nada, perdió a su hijo y a su marido, abatidos a tiros, según ella por un ajuste de cuentas entre bandas. Nada más lejos de la realidad.
Una vez fuera, en el trayecto de vuelta a casa, un hombre trajeado se sienta a su lado y comienza a hablarle de su vida, como si la conociese desde que nació, así como de la muerte de su familia. El agente Graves le da la oportunidad de saldar las cuentas pendientes con aquellos que le arrebataron su vida, dos agentes corruptos. Para ello, le ofrece un maletín con pruebas, una pistola y balas irrastreables, lo cual le ofrece la posibilidad de tomarse la justicia por su mano y salir indemne.
A partir de ese momento uno empieza a realizarse tantas preguntas como la protagonista de la primera historia: ¿quién es el agente Graves? ¿Por qué hace lo que hace? ¿Es algún tipo de trampa o están tratando de utilizarla con un objetivo mucho mayor? Con todo esto, las dudas morales y éticas también se filtran entre los resquicios de una historia que es más negra que el petróleo.
Conforme avanza, podemos contemplar que la historia va a remover lo más instintivo en nuestro interior, ese
El agente Graves (que no es poli) va abriéndonos la puerta a nuevas historias en los capítulos siguientes. En ‘Aguafiestas’ conoceremos a Dolan, un hombre repudiado por su familia gracias a un delito relacionado con pornografía infantil que nunca cometió. Una historia algo más breve que la anterior que nos mostrará otra cara dentro de una misma situación, además de enseñarnos que nos estamos adentrando en una historia que, pese a las individualidades características de cada pequeño arco autoconclusivo, derivan en algo mucho más grande.
‘Timo pequeño, gran cagada’ nos lleva a un protagonista más turbio, el bueno de Chucky, un as con los dados que se busca más problemas de los que debería. Por si no tuviese bastante con lo que ya lleva, Graves vuelve a la carga para ofrecerle una nueva oportunidad. Las oportunidades pueden ser extrañas, y tener una doble óptica que generará cada vez más y más suspense en torno a los protagonistas.
Un suspense que termina por estallar cuando al final del primer volumen nos encontramos con la figura de los Milicianos en ‘La hora del miliciano’ y ‘Que tu mano derecha no sepa…’. Dos historias que en lugar de aclarar lo que sucede con su luz, arroja más sombras sobre la trama. Unas sombras que complican la duda moral inicial con una trama de poder y violencia que lleva arrastrándose desde hace demasiado tiempo.
Descubrimos, en parte, cuales son las intenciones de Graves y conocemos a su ‘antagonista’, Shepherd. Con cada personaje que conocemos es más complicado saber en qué lado de la balanza colocarlo, sí se trata de uno de los buenos o alguien de los malos. Está claro que todos, en algún momento, han hecho algo malo… nadie se libra, pero… ¿qué ideales son los correctos? Graves va ganando puntos en muchos momentos, coronándose como uno de los personajes más carismáticos de la novela, aunque Shepherd, pese a sus cortas y espontáneas apariciones, va dejando también huella dentro de tanto misterio (sobre todo en ‘El Mimo’).
El segundo volumen de ‘100 Balas’ abre con una historia corta al más puro estilo madre coraje. Una trama sencilla en un principio, pero que en las últimas páginas te carga de tensión y finaliza con un baño de sangre merecido. Un capítulo que no tiene repercusión en la historia principal, pero que de nuevo nos hará agitarnos mientras nuestros ojos pasean de viñeta en viñeta.
Dizzy, esta vez en Francia y con un tipo rechoncho que le dará algunas respuestas sobre el mundo en el que se está metiendo. No demasiadas, por eso de seguir provocando ese ansia por devorar los volúmenes que nos queden por delante hasta saber qué demonios pasa con los Milicianos,
Finalmente, en ‘Colgando de un hilo’ (de ‘El Mimo’ y ‘Epílogo para un perro callejero’ mejor no hablar por la cantidad de spoilers sobre los capítulos anteriores) nos adentraremos en una trama familiar. Claro que no será la típica familia tranquila y feliz que no da para más que unas risas y un paquete de palomitas. No, la familia desmembrada que tendremos frente a nosotros será la de Louis Hugues, quien se gana la vida como puede, adora a su señora madre y no tiene ni pajolera idea de quién es su padre. Al menos, hasta que le llega Graves con su sempiterno maletín y la foto de su viejo en él.
Cada vez que aparece este hombre sólo es para complicar las cosas, aunque de un modo interesante. Desde luego, la trama que en un principio puede tomarse como algo lento y típico, conforme avanza, desentrañando su oculta complejidad, te atrapa por completo.
Por un lado, la composición de las páginas es impresionante, saltándose la típica distribución lineal para dar paso a unas creaciones que generan un impacto magistral sobre todo en las partes de tensión. Y por otro, el trazo, aunque sencillo y no demasiado estilizado, es perfectamente expresivo y plasma de forma clara lo que Azzarello quiere contar con su guión. Esto, sumado al color que aportan Grant Goleash y Patricia Mulvihill terminan por crear unas páginas que, de otro modo, aunque tuviesen un dibujante con un trazo que visualmente fuese, dentro de los cánones estéticos, “mejor”, no quedaría tan bien en una obra de este tipo.
En conclusión, nos encontramos ante una novela gráfica que los amantes de la novela negra deben leer casi de forma obligada, y el resto… pues también, porque es interesante hasta decir basta. Al principio puede parecer típica, o que los personajes son planos y arquetípicos… lo cual, en según qué momentos, ni siquiera es discutible. No obstante, lo que sí es seguro, es que esos aspectos pese a todo forman parte de un conjunto sencillamente genial. Un cómic que te engancha y atrapa como toda buena película de suspense debería hacer.