Cómic: review "Superman, el Hombre de Acero: Ciudad Infinita" [ECC Ediciones].

Y aquí estamos de nuevo con otra reseña de Superman. ECC Ediciones nos trae “Superman, el Hombre de Acero: Ciudad Infinita”, un número autoconclusivo que nos cuenta una historia que se aleja de los cánones actuales del superhéroe, brindándonos una sencilla lectura, sin grandes pretensiones ni complejidad. Esta vez no tendremos una trama con trágicos giros argumentales, terribles villanos salidos del peor de los infiernos, o un nuevo reinicio de nuestro héroe, lo cual tampoco quiere decir que la obra no deje lugar a algún que otro suspiro sorpresivo o remueva de alguna manera los orígenes del superhombre. Antes de empezar a desmenuzar el libreto, os dejamos una breve sinopsis:

La primera idea que se le ocurrió a Jor-El para salvaguardar el malogrado planeta Krypton no fue meter a un bebé en un cohete y enviarlo a la Tierra. Bienvenidos a Ciudad Infinita, un lugar que supera lo imaginable, donde coexisten la magia y la tecnología futurista, y también donde Superman descubre una parte de su verdadero legado. Pero el hallazgo le sale caro, porque una vez se va a Ciudad Infinita, ya no se puede volver a casa. Ya se encarga de ello el Alcaide.

El equipo creativo del cómic está formado por Mike Kennedy (El día después, Star Wars: Bobba Fett y Star Wars: Darth Maul) a cargo del guión y el increíble Carlos Meglia (Action Comics #799, Star Wars: Underworld, Superman/Tarzan: Sons of the Jungle) a los lápices. Decir que nos encontramos ante una de las mejores obras de Superman sería una enorme barrabasada, pero lo cierto es que la historieta que nos ocupa tiene un toque personal y entrañable que lo convierte, pese a sus carencias, en una obra recomendable tanto para fans como para lectores nóveles.

La historia comienza como en tantas otras ocasiones, mostrándonos el planeta Krypton a punto de dar el reventón final mientras Jor-El lucha por evitar lo inevitable. Obviamente no lo consigue, con lo que pone en marcha un último plan con el que salvar a su hijo Kal-El. Lo consigue, enviándolo a la Tierra, donde crece y se convierte en el héroe más famoso del planeta: Superman.

Hasta aquí, todo normal, más o menos lo de siempre. De la destrucción del planeta y escape del ultimo hijo de Krypton, pasamos directamente a la actualidad, donde un imponente Superman se enfrenta al mindundis de turno: una sabandija de poca monta que no preocuparía a nadie salvo porque posee un arma con el poder de reventar varios kilómetros a la redonda con cada disparo. Ahí es nada, pero claro, aunque pica, no es nada para el Hombre de Acero.

¿Cómo es posible que un personajillo de este calibre se haya hecho con un arma de semejante poder? Con su increíble visión microscópica, Superman descubre unas letrillas ultrareducidas en las que viene la procedencia del arma (nada como una organización criminal que deje sus señas para que la encuentres). Con esto, ni corto ni perezoso, Superman se deja la capa y las mallas para vestirse con las gafillas y el traje al más puro estilo Clark Kent, acompañado de su bellísima esposa Lois Lane para dirigirse a un paraje prácticamente desértico donde se encuentra “Ciudad Infinita”.

La pareja se adentra en la cafetería abandonada de turno, viendo que en aquel lugar hay nada ni nadie, al menos a simple vista. La curiosa periodista Lane, mientras un descuidado Clark Kent se pelea con algo de arenilla en los ojos (¿?), atraviesa una puerta que la adentra en aquello que buscaban: Ciudad Infinita, un nexo de realidades en el que conviven innumerables especies y las leyes físicas están alteradas.

Hasta aquí puedo contar sobre la trama. Sencilla, en clave de humor y, parafraseando a la señorita Lane, que parece haber monopolizado el mercado de la nostalgia. La influencia moderna de Superman es prácticamente inexistente en el cómic que nos ocupa, recordando a los tebeos de antaño, con un Superman moralista, recto y de ideas fijas, pero al mismo tiempo algo simplón e incluso tontainas. Un contrapunto con la figura femenina por excelencia que representa Lois Lane, decidida y sarcástica, una mujer de armas tomar que no dejará indiferente a nadie.

El guión de Mike Kennedy es sencillo y divertido, pero ante esta premisa, a veces parece que se la toma como excusa para agujerear la trama y dejarla cual queso gruyer. Los personajes son demasiado planos y superficiales en su mayoría, interesantes pero efímeros, además de dejarnos en algunos puntos de la historia con la sensación de que falta algo o con la manida explicación de que esto es así, simplemente, porque sí. La historia podría haber sido realmente un bombazo, pues la premisa, la idea original es interesante y atractiva, pero pierde intensidad conforme avanzas.

Pese a todo, se deja leer bien e incluso le terminas cogiendo algo de cariño por lo divertido y nostálgico del asunto. El guión por sí mismo tiene su punto positivo, pero realmente la fortaleza del cómic reside en el magnífico dibujo realizado por Carlos Meglia. Uno de sus últimos trabajos, cargado de arte y calidez en los tonos, con un diseño visualmente atractivo, semejante al de los dibujos animados americanos, con un tono caricaturesco que enfatiza determinadas escenas y expresa a las mil maravillas la trama. Una auténtica obra de arte que nos hace preguntarnos qué habría sido de este volumen si hubiese tenido un guión a la altura.

En definitiva, un cómic interesante, visualmente increíble pero con una historia que no está a la altura. Un cómic que podría haber sido algo mucho mejor y se ha quedado a las puertas de la genialidad, pero que aun así se disfruta, sorprende y ofrece un rato de buena y agradable lectura. Si buscáis algo distinto, que se salga de la rutina actual superheróica de DC y os saque alguna que otra sonrisa o suspiro sorpresivo, este es vuestro cómic. ¡Recomendados quedáis!