Cuando Shintaro Kago (駕籠 真太郎) publica un nuevo manga la controversia
está servida. Uno de los mangakas más polémicos, originales y representativos
del Ero-guro, ha dado una vuelta más a su nueva obra, Fraction, que no deja indiferente a aquel que se atreve a leerlo.
EDT nos trae un manga editado con cuidado, 208 páginas en
blanco y negro, encuadernadas en tapa blanda y rugosa. Además de estéticamente
bonito, hace que, antes de abrirlo ya marque una diferencia con el resto.
El tomo está dividido en tres partes. 130 paginazas que
contienen la historia en sí, algo extraño en S.Kago, que acostumbra a realizar
historias más cortas, pero no por ello menos impactantes. La segunda parte es un glosario de Fraction
tan surrealista como su argumento, repleto de referencias y una charla bastante
interesante entre Ryuichi Kasumi (escritor de novelas de misterio) y el propio
S.Kago. La última parte son cuatro historias, esta vez sí, de las cortas y
repulsivas que caracterizan al mangaka.
La sorpresa la encontramos cuando empezamos a leer Fraction.
En principio parece un manga clásico, tanto a nivel narrativo, como al
estructurar las viñetas en la página. Un manga de misterio, con asesinos en serie
y un toque detectivesco, que, sinceramente, se acerca más a un thriller que a
una obra de S.Kago. Pero sólo al principio, y sólo lo parece, porque S.Kago
juega con nosotros desde la primera viñeta y, como en las novelas de misterio,
sólo descubrimos el pastel al final.
La historia tiene dos hilos argumentales que se van
intercalando hasta enredarse en un final no apto para todos los públicos.
-Por un lado el caso de un asesino en serie que corta a sus
víctimas por la mitad y un grupo de camareros de una cafetería que juegan a
averiguar quién es mediante los datos que dan en las noticias.
-Por otro lado se desarrolla el otro hilo de la historia,
que es ni más ni menos el propio Shintaro Kago, manteniendo una charla con su
editora, sobre si dejar un poco de lado el Ero-guro más escabroso y hacer una
historia más de misterio, con toques macabros, aprovechando las noticias que
corren del asesino que corta por la mitad a las víctimas, jugando con el
concepto de metacómic.
Ahí, innovando, haciendo algo que antes no había hecho, dejándonos
con la boca abierta y demostrando que sabe mucho más que toda la escatología
que muestra por regla general.
Las partes en las que S.Kago se dibuja a si mismo, resultan
ser todo un tratado sobre el lenguaje narrativo de una novela de misterio y su
adaptación al cómic. La presencia y referencias al cine y el cómic, nos cuenta
un poco, en primera persona, sus gustos y aficiones personales, nos hace
partícipes de su particular visión del mundo, y le sirve para explicar y demostrar
diversos trucos narrativos.
No cuento nada porque le quito la gracia a la historia, pero
sí puedo decir que es magistral. Comentar que el que uno de los ejemplos cinematográficos sea Freaks,
de Tod Browning, me ha llegado a la patata. Cuando una tiene gustos extraños,
estos pequeños guiños a algo que llevas viendo media vida, y realizados por un
maestro del horror visual, hace ilusión.