Cómic: Pudridero I y II de Johnny Ryan (review)

Johnny Ryan lo ha vuelto a hacer. De nuevo haciendo de las suyas, escandalizando a crítica y público con una obra políticamente incorrecta.
Ryan ya se metió un montón de seguidores en el bolsillo con el comic book “Juventud cabreada / Angry Youth Comix, 2003-2007” y con la tira “Blecky Yuckerella, 2005-2011”.
Esta vez Ryan nos presenta Pudridero / Prison Pit: una oda a la escatología y el mal gusto que, paradójicamente, tanto nos gusta a muchos. Si te va el gore y la casquería, Pudridero es tu cómic: violencia gratuita y mucho asquete en estado puro.

Mi historia de horror con Pudridero comenzó el día que salió a la venta en España. No lo conocía, ni nadie me había hablado de él, pero cuando llegó a la tienda, con sus tapas amarillas, sin nada más que un monigote con la boca abierta y chorreando sangre, lógicamente me llamó la atención. Durante un tiempo, cada vez que visitaba la tienda, Pudridero me miraba y yo lo miraba a él, hasta que un día lo compré: un tomaco de 239 páginas, de tapa dura y papel gordito y suave… Algo tan cuidado no puede ser casualidad y es que las obras de arte hay que presentarlas con calidad. Desde aquí nuestras más humildes felicitaciones a Entrecomics Comics y Fulgencio Pimentel por editarnos un tebeo tan guay.
Aclarar que cada tomo español recopila dos tomos americanos, y si, supuestamente es una serie de ocho volúmenes, estamos justo en el ecuador de universo Prison Pit.
El dibujo es súper sencillo, digno de un infante de primaria, pero es que es justamente eso lo que lo hace tan directo. Esto es lo que hay, toma, para ti.
La estructura también es muy sencilla: páginas divididas en cuatro viñetas donde el autor lleva al límite el horror hasta conseguir que sueltes una escatológica y para nada pretendida carcajada.
Es curioso que el ritmo de la historia no viene dado por intensos diálogos ni viñetas de acción trepidante, no, Mr.Ryan lo soluciona a golpe de onomatopeya, que usa hasta para hacer el silencio.

La belleza de la sencillez también se aprecia en el argumento:
En Pudridero I conocemos a Carantigua, el monigote que me miraba desde la portada. Por motivos que desconocemos es enviado a un planeta-cárcel donde se lía a luchar a muerte con todo lo que se encuentra. Todos los personajes, ya sean asesinos, mutantes o locos que pasaban por allí comparten la inconfundible estética de luchador mexicano. Y ya.
En Pudridero II otros seres repugnantes son arrojados al planeta-cárcel. Se nos van presentando poco a poco mientras Carantigua interactúa con ellos. (Véase “interactúa” como se lía a hostia limpia con todo lo que se menea). Más violencia, sangre y repulsión. Y ya.

No intentes buscarle ningún trasfondo filosófico, porque no lo tiene. El autor no ha querido decir nada. El encanto de Pudridero es ese: violencia decadente, chorros de sangre, caca, monstruos de lefa, pollas biónicas y hostias, muchas hostias.