Reseña de Jirokuraku vols 11 y 12, de Yûji Kaku - Norma Editorial

Reseña de Jirokuraku de Yûji Kaku - Norma Editorial

Norma Editorial publicaba con sus recientes novedades los tomso 11 y 12 de Jirokuraku, obra original de Yûji Kaku y uno de los shonen más molones de los que han sido lanzados recientemente.

Reseña de Jirokuraku vol 11, de Yûji Kaku - Norma Editorial

Jigokuraku (地獄楽) se publicó semanalmente de forma gratuita en la aplicación Shōnen Jump+ desde el 22 de enero de 2018 al 25 de enero de 2021, recopilándose en un total de 13 volúmenes tankōbon, por lo que solo queda un tomo para el final. 

Recientemente se anunciaba una próxima adaptación anime en proceso.

Norma Editorial publica el manga en una edición que emula a la perfección el formato tankoubon japonés, en un rústica con sobrecubierta de 11,5x17 cm en cuyo interior encontramos 208 páginas en blanco y negro que reúnen los capítulos 97 al 106.

Reseña de Jirokuraku vol 11, de Yûji Kaku - Norma Editorial
Jigokuraku: Viaje al Infierno.

Anteriormente veíamos como toda una serie de criminales seleccionados a la isla de Shinsenkyô para conseguir el Elixir de la Vida para el Shogun, acompañados de su verdugo, un Yamada Asaemon, que se asegurará de que cumplan la misión encomendada.

El problema es que esta isla resultaba ser un infierno repleto de monstruosidades y regentados por los Tensen, 7 seres inmortales que en una vida de excesos se centran en desarrollar el Tao, una fuerza interior que los eleva por encima de todos los demás seres y les impide recibir daño... a no ser que se trate de otro usuario del Tao.

Por si esto no fueran suficientes problemas, conforme los protagonistas lograban dominar este Tao para hacer frente a sus enemigos y emprendían una misión suicida para robar el elixir, la situación se complicaba con dos nuevos eventos:

Por un lado, el moribundo Tensen Zhu Jin decidía fusionarse con la Banko para alcanzar su forma definitiva, una enorme bestia que dispuesta a llevárselo todo por delante, empieza a mutar el Tao de la isla provocando unas consecuencias apocalípticas.

¿La forma de detenerla? Atacar en grupos según sus tipos de Tao los diferentes Tanden que a lo largo de la isla mantienen estabilizada la Banko...

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Por otro lado, la llegada de un nuevo grupo a la isla formado por la élite Asaemon y los ninjas de Iwagakure dispara toda una serie de nuevos enfrentamientos y la formación de nuevas facciones que deberán colaborar entre ellas para lograr detener la Banko y escapar vivos de la isla.

Pero estos nuevos Asaemon se encuentran totalmente influenciados por el liderazgo y carisma de Shugen, el 2º Asaemon del Clan Yamada y un obseso de la justicia hasta el punto de rozar la demencia, cuya habilidad con la espada sobrepasa de lejos a la de todos sus compañeros, y cuyo estilo además es capaz de imitar las técnicas y habilidades del resto de miembros de su clan.

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Jigokuraku se presenta a ratos como una violenta historia de acción, a ratos como un thriller psicológico y a ratos como una trama de horror repleta de misterio digna de Junji Ito. La obra de arte de Kaku es fluida y, aunque al principio puede costar acostumbrarse a su trazo, pronto logra que nos sumerjamos en escenas espantosas representadas con una especie de belleza enfermiza.

A esto sumamos su desarrollo de toda la mitología de los Tensen que gana interés prácticamente en cada página hasta convertirse en uno de los focos principales de este tomo, amén de la aparición de Shugen, un nuevo personaje que dará mucho que hablar en los próximos tomos.

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El peso de la historia poco a poco nos hechiza, pasando de una historia de ninjas y samuráis a un battle royale, y antes de darnos cuenta, en una de misterio repleta de infernales y bizarros demonios inhumanos.