Este abril de 2022 Norma Editorial lanzaba el tomo 23 de uno de los manga shonen más de moda actualmente: Fire Force (En En no Shōbōtai), obra original del creador de Soul Eater, Atsushi Ohkubo, quién además venía como invitado al pasado 25 Manga Barcelona, oportunidad gracias a la cual pudimos hacerle una entrevista.
Ohkubo lanzó la serie en la revista Weekly Shonen de Kodansha en septiembre de 2015 y terminaba este pasado febrero. De momento cuenta con 32 tomos. Además, cuenta con una espectacular adaptación anime realizada por el estudio de animación David Production que ya cuenta con dos temporadas.
Norma Editorial nos ofrece este manga en una edición tankoubon idéntica a la japonesa, un rústica con sobrecubierta de 11,5 x 17,5 cm en cuyo interior encontramos 192 páginas en blanco y negro.
En el año 198 de la Era Solar en Tokio, las brigadas especiales de bomberos luchan contra un fenómeno llamado combustión humana espontánea donde los seres humanos se convierten en infiernos vivos. Mientras que los infernales son casos de primera generación de combustión humana espontánea, las generaciones posteriores poseen la capacidad de manipular las llamas mientras retienen su forma humana. Shinra Kusakabe, un joven con habilidad para encender sus pies a voluntad, se une a la rigada Antiincendios 8, que está compuesta por otros usuarios de llamas de diferentes generaciones mientras trabajan para extinguir cualquier Infernal que encuentren. Cuando aparece una facción que está creando Infernales, Shinra comienza a descubrir la causa del misterioso incendio que mató a su familia 12 años antes...
Con el gobierno del Imperio uniendo sus fuerzas a los Encapuchados Blancos, el Octavo Escuadrón se ha convertido de repente en el enemigo de todo el mundo y más tras la muerte del comandante Burns durante su fuga de la prisión de Fuchû, a la que habían acudido para rescatar a Ôbi.
Teniendo que sobrevivir a una batalla tras otra y en peligro de ser completamente exterminados por Dragon, el verdugo, la derrota unilateral de Arthur los deja totalmente en jaque hasta que llega a su rescate el misterioso Moonlight Mask, que no es otro que Benimaru del séptimo escuadrón de Asakusa.
Tras su huida, la situación es totalmente contraria a la que era anteriormente: tachados de traidores al Imperio, los miembros del Octavo Escuadrón tendrán que empezar a moverse para poder sobrevivir, mientras sus aliados comienzan a moverse en al sombra para poder hacer frente al enemigo.
Tras exponer la situación actual, el tomo se enfoca en dos arcos diferentes: por un loado tenemos a la comandante Hibana, que dispuesta a revelar el misterio que rodea a los Dopplegänger decide visitar las ruinas del convento de St. Raffles, dónde ella e Iris se criaron de niñas.
Su encuentro con la hermana Sumire, la vieja monja a quién daba por muerta, cambiará por cpmpleto lo que pensaba sabía de su infancia, revelando un complot tras l incendio que asolo el lugar, la muerte de sus compañeras y lo que realmente estaba sucediendo en el lugar... cuando descubra que la ancianita no es para nada lo que parece ser.
Por otro lado, veremos como Vulcan intenta que Arthur Boyle recupere su confianza tras su derrota absoluta frente a Dragón y la perdida de su espada. Abogando a su mente repleta de fantasía y al hecho de que cuanto más se cree la misma, más poderoso se hace, el herrero montará toda una "aventurilla" por el barrio para buscar juntos el mítico Oricalco para forjarle un arma nueva.
Por desgracia, su habitual estupidez terminará degenerando en que terminen entrando juntos al inframundo, dónde sus pasos les llevarán inesperadamente a encontrarse con sus desaparecidos e irresponsables padres...
Atsushi Ōkubo continúa contándonos esta cada vez más loca historia con su narrativa directa, simple y fácil de seguir para cualquier lector de shonen, con todos los clichés que se puedan imaginar en este género.
Artísticamente podemos ver su estilo característico, claramente evolucionado de todo lo aprendido en anteriores tomos y durante su anterior Soul Eater. Con solo mirar sus escenas de acción evocamos inmediatamente su trazo y estilo de dibujo y sus encuadres de viñetas, con ese toque "alocado" que ya nos cautivó la primera vez y sus sonrisas serradas, marca de la casa Ohkubo.